“Piensen en grande; hagamos que un Cóndor de Acero “vuele con poder y fuerza incontenibles”, fueron las primeras frases expresadas por un funcionario que dejó inaugurada la reunión; dando a conocer así, a los participantes, un nombre en clave que se había escogido para la “operación política secreta” que llevaría a cabo en ocasión de la XVII Cumbre Iberoamericana de Santiago; para la cual han destinado 350 mil dólares.
El lenguaje particularmente fuerte, utilizado desde el comienzo de la reunión para referirse a Chávez y a las reflexiones de Castro, demostró a las claras que el propósito principal que deben lograr los allí confabulados es enfrentar a Chávez y a Cuba en la cumbre de Santiago.
El oficial superior a cargo se encargó tempranamente de establecer las reglas del juego. “Todos, dijo, deben
estar absolutamente claros que estamos tratando de asuntos de los que
no se habla abiertamente” y en tono sarcástico sentenció: “hemos estado
durante más de medio siglo construyendo nuestros bienes en todos los sectores de la sociedad chilena, y si es necesario volvemos a enviar a la banda de la marina”2; pero no hay que hablar públicamente de eso.
Los exiliados cubanos –a diferencia de los venezolanos, que eran minoría en Washington y evidentemente estaban peor
preparados—, al parecer llegaron a la reunión conociendo exactamente lo que se iba a tratar en la misma; se mostraron más curtidos y expertos en este tipo de evento, al tiempo que fueron armados de proyectos y propuestas
concretas. Fueron precisamente ellos quienes recomendaron mantener en
secreto las actividades y desinformar sobre los verdaderos propósitos
de las mismas, utilizando lemas y convocatorias que
sugieran temas generales y que no mencionen a Cuba o Venezuela, para
tratar de evitar las acciones de protesta y las manifestaciones de los
grupos de solidaridad con Chávez y Castro.
Probablemente, dado el protagonismo mostrado por los anticastristas, el disparo de salida de la Operación, tenga lugar el 10 de Octubre3 en Cuba, cuando se dará a conocer una “Carta de los
disidentes cubanos a la XVII Cumbre ”; documento al que, según se dijo, se le daban los toques finales en Miami antes de enviarlo para La Habana.
En uno de los recesos, como para refrescar, se proyectó el documental “Lo
echaremos con nuestras manos blancas”, de apenas 11 minutos, preparado
por la estación de la CIA en Caracas, donde se recogen algunas de las
“acciones de resistencia cívica” llevadas a cabo por “organizaciones de estudiantes” contra Chávez.
Desestabilizando otra vez a
Chile.
Cabría preguntarse
¿por qué el gobierno de Estados Unidos estaría planificando acciones
políticas secretas, sumamente sensitivas y de un carácter hostil, en el territorio de un país que no reconoce como enemigo y en el contexto de un evento internacional organizado por un gobierno supuestamente amigo? Lo
cierto es que Estados Unidos se opuso fuertemente a la creación de las
Cumbres Iberoamericanas, y más aún que se invitara a las mismas al
gobierno cubano. El propio Castro se encargaría de señalar en la cumbre
de Guadalajara, México, en 1991, que “era la primera vez que los
latinoamericanos se reunían sin ser convocados por Washington”. No es
casual que tres años después, los estadounidenses crearan la Cumbre de las Américas.
¿De qué acciones políticas secretas se habló en esa reunión en Washington? Informaciones en nuestro poder recogen las acciones propuestas y analizadas por los participantes en la reunión de Washington, y se parafrasean y resumen las principales observaciones o comentarios, emitidos en su discusión.
Al analizar esta nueva operación podemos
concluir que responde y refleja la convicción permanente que tienen los
gobernantes norteamericanos de que Estados Unidos debe y puede modelar
la política y la diplomacia de otros países por medios clandestinos, y
si es necesario sin escrúpulos y completamente fuera de la legalidad.
Es un ejemplo más y una reflexión sombría de cómo el gobierno de George
W. Bush concibe y lleva a cabo de manera secreta sus relaciones
exteriores; a pesar del aparente papel de policía bueno que han tratado de desarrollar en América Latina, en los últimos tiempos, el señor Shannon y el Departamento de Estado.
Hace
ya unos cuantos años, cuando todavía no había regresado la democracia a
Chile, coincidimos en un evento académico con Roger Morris4, quien exponía sobre las acciones secretas de la CIA contra Salvador Allende. Al
final de su brillante exposición se preguntó: ¿cuántos políticos,
sindicalizados, estudiantes o periodistas que nos complacieron haciendo
caer a Allende estarán ahora sufriendo arrepentidos bajo el gobierno
“menos tierno” de la junta chilena?
En todo caso, aún cuando el gobierno de Estados Unidos, con esta nueva Operación, estuviera solamente tratando de alcanzar ventajas políticas y dudosos objetivos de política exterior contra dos de sus más enconados enemigos en Iberoamérica; lo cierto es que está mostrando un absoluto desprecio por la soberanía chilena y estaría, no cabe duda, desestabilizando otra vez a Chile5.
1 José Puga y Marisol Crespo son dos periodistas investigativos cubanoamericanos.
2 Para tratar de evitar la llegada al poder de Salvador, en las elecciones de 1970,
la CIA ejecutaba una operación política secreta y solicitó 87 visas
para militares que viajarían a Santiago en la embajada de Chile en
Washington. Cuando alguien de la embajada chilena preguntó al
Departamento de Estado sobre esa cantidad de visas para militares en
vísperas de las elecciones, el DOS respondió inicialmente que esas personas eran miembros de una banda de la marina.
3 Esta fecha marca el 139 aniversario de las luchas cubanas por
la independencia, de España.
4 Roger Morris fue asistente de Henry Kissinger en el personal del Consejo Nacional de Seguridad, es el autor del ensayo “Siguiendo el argumento: reflexiones sobre cinco casos reales que ilustran los métodos y los resultados de la intervención de la
CIA ”, publicado en el libro “Los Archivos de la CIA ”, Editorial Diana, México, octubre de 1980.
5 No
es la primera vez que la CIA se envuelve en una operación clandestina
en gran escala en Chile. Lo hizo en 1964, 1970 y finalmente en 1973
cuando apoyó y financió el golpe fascista contra el gobierno
constitucional del socialista Salvador Allende. Ya en las elecciones de
1964, la CIA gastó un estimado de veinte millones de dólares en un esfuerzo exitoso para elegir a Eduardo Frei, el candidato cristianodemócrata sobre Salvador Allende. Ver “Covert Action in Chile 1963- 1973” ( Washington , D.C. U.S. Government Printing Office, 1975.