ALa culpa se le vino encima a los pueblos afganos y paquistaní, después de aquel fatídico anuncio que el mandatario estadounidense Mr. Obama, recibiría el Premio Nobel de la Paz. Esto aprueba bombardeos y la penetración de aparatos conspirativos.
El día de aquel fatídico anuncio, convocaron al Consejo de Guerra norteamericano, conformado por el Comité de Seguridad Nacional, a partir de ese momento se inicio un plan de ablandamiento dirigido por los medios de comunicación mundial que llegasen a la justificación mundial de este nuevo crimen.
El sociólogo norteamericano James Petras, manifestó que no era una gran sorpresa, puesto que desde el pasado el mundo ha tenido que soportar a otros guerreros igual ganando premios. Esto es solo la continuación de un nuevo siglo convertido en más de lo mismo: la guerra.
Los premios nobeles de la paz es el sostenimiento de la vergüenza permanente, fama, millones de dólares, publicidad, todo convertido en la gran bulla que justifico hasta su entrega a Henry Kissinger, autor intelectual del homicidio de más de cuatro millones de indochinos.
Los premiados Israelitas Simón Pérez, Isaac Rabin y Menahem Beghin, autores del sacrificio de cientos de palestinos, fueron galardonados sin que el mundo se haya impactado de tamaña decisión, esto patenta la guerra, el odio, la feroz locura por unos cuantos que aceptan iniciar hostilidades por el galardón de este premio.
Un mundo ofuscado por su hipocresía vio como después de darle el premio a Nelson Mandela, corrieron a dárselo a De Clerck, quien mantuvo a la fuerza al opresor régimen del Apartheid, mantuvieron a Mandela encarcelado por casi treinta años, régimen que inundo de dolor como ningún otro, a cientos de seres humanos negros condenados por nacer surafricanos.
El actual mandatario palestino, Abbas, ha dejado de lado la publicación del plan Goldstone, el cual pondría en evidencia las pruebas de masacres y crímenes israelitas contra la Franja de Gaza, esto a cambio de la presión por presentar un mundo fuera de los estorbos de quienes sufren el frio criminal de los imperios.
Con todo esto el Comité Nobel ni se percata, inmuta o se mueve, nada importa, solo el envejecimiento de un target mantenido con la premiación de los personajes más oscuros de la criminalidad mundial.
Aquí lo que falta es premiar al Presidente de Colombia Álvaro Uribe, incluso al mismísimo Felipe Calderón, o al nuevo patiquín que gobierna desde Panamá.
Sin dudas, esta es la falsedad de un mundo patrocinado desde el internet, lleno de modelos inundados de silicona, ofuscado en valores mecánicos, sobre una barca de piedra.
(*) M Sc. Ciencias Políticas
venezuela01@gmail.com
Para: www.aporrea.org
03 de enero de 2010