Caracas, 06 Nov. ABN.- Los premios Nobel de la Paz latinoamericanos Adolfo Pérez Esquivel (1980) y Rigoberta Menchú Tum (1992) destacaron la determinación y organización popular en Venezuela para lograr la transformación institucional y socioeconómica de manera pacífica.
Pérez Esquivel y Menchú participaron en el Aula Magna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, junto a la también premiada irlandesa Betty Williams (1976), en un foro organizado por la Fundación Servicio de Paz y Justicia de Argentina para debatir sobre la construcción de sociedades y un mundo que se funden en los valores de la solidaridad y la justicia, informó la Cancillería venezolana.
Durante su intervención, el pacifista argentino Pérez Esquivel reivindicó la autodeterminación de los pueblos y señaló a Venezuela como referencia de voluntad y organización popular, lo que ha permitido no solamente la resistencia ante el imperio, sino la transformación institucional y socioeconómica por medios pacíficos.
“Los pueblos tienen que elegir sus caminos. No creo en las fuerza de las armas, creo en la fuerza de la no violencia en la organización popular, así como hizo (Mahatma) Gandhi y (Martín) Luther King, como lo que está haciendo Evo Morales, Hugo Chávez, Rafael Correa con sus pueblos”, dijo.
Asimismo, Pérez Esquivel subrayó el ejemplo cubano enfrentado al imperio a través de la resistencia cultural de la organización.
“Cuba no manda soldados a otros lados, manda médicos y educadores para cambiar la situación de los países. Esos son los caminos que hay que seguir para liberarse de la opresión. El objetivo central es la vida no la muerte”, agregó.
Pérez Esquivel, presidente de la Liga Internacional por los Derechos y la Liberación de los Pueblos, aludió asimismo a la importancia de avanzar constituyente y constitucionalmente en la reserva soberana por parte del Estado, en cuanto a la explotación de los recursos naturales para la redistribución y reinversión de los ingresos en el desarrollo nacional.
Además, cuestionó el peso de la deuda externa sobre los países menos favorecidos del mundo, la cual calificó de “inmoral, injusta y que en realidad es una deuda eterna e interna”.
Resaltó que ésta es una muestra de los mecanismos de dominación y opresión que predominan en el mundo actual y que han conducido a las peores desventuras de la humanidad como el hambre, la guerra y la miseria.
Valoró también las iniciativas de integración regional basadas en la solidaridad y la complementación y enfatizó en la necesidad de “compartir el pan y la libertad” como posibilidades de sobreponerse a la injusticia y la desigualdad mundiales.
Por su parte, la indígena guatemalteca Rigoberta Menchú Tum también destacó la necesidad de que los pueblos no solamente persistan en la reivindicación de sus derechos sociales y políticos históricamente negados, sino incluso que marchen conjuntamente de forma solidaria.
Menchú consideró que los procesos de transformación en Venezuela, Bolivia y Ecuador son “paradigmáticos y fundamentales, procesos a fondo que rompen esquemas”.
Asimismo, invocó el apoyo popular internacional a los bolivianos en su lucha interna: “El proceso de Evo en la actualidad enfrenta múltiples batallas de racismo y discriminación. Se requiere mucha solidaridad del pueblo con estos procesos, que los pueblos de América se unan porque sólo con la unidad un pueblo puede sacar adelante su propio proceso. Hay que apoyar esos procesos y acompañarlos”.
La actividad se extendió durante poco más de dos horas, debido a las múltiples inquietudes y preguntas de los asistentes y finalizó con una ovación del público hacia las destacadas personalidades, quienes en todo momento resaltaron que en la lucha contra de la discriminación, a favor de los derechos humanos y de la construcción de sociedades justas y pacíficas; debe privar la unión y la organización de los pueblos.
Coincidieron, finalmente, los premios Nobel que la paz sólo la encontrarán los pueblos pobres del mundo tomando conciencia social y resistiendo toda forma de dominación y opresión.