14 de abril 2010.- "Nada en la web puede estar fuera de la ley". Tampoco es verdad que en Internet esté todo permitido. Éstos son dos de los argumentos que el juez italiano Oscar Magi emplea en el texto en el que argumenta la sentencia contra tres directivos de Google Italia a quienes condenó en febrero a tres años de prisión por albergar en Google Vídeos un archivo vejatorio para un estudiante discapacitado que era insultado y atacado por compañeros.
A juicio del magistrado italiano, Internet no es un campo sin vallas donde todo está permitido y nada puede ser prohibido.
El juez explica que el propietario de un muro no es responsable de los grafitis que alguien puede pintar en él, pero sí lo será si hace comercio con el mismo. Según el magistrado, los directivos de Google primaron el interés económico y por ello los hace responsables de un delito de violación de la intimidad.
El citado video estuvo dos meses colgado en el sitio web de Google Videos, estaba incluido en la categoría de videos más divertidos y alcanzó el puesto 29 en popularidad.
Los directivos de Google se defendieron alegando que habían procedido a retirar el mismo cuando tuvieron constancia formal de su existencia y características y alegaron que un proveedor de servicios no puede ser responsable de los contenidos que terceros cuelgan a menos que, una vez tenga conocimiento del carácter injurioso o delictivo de los mismos, no reaccione.
El juez afirma que las normas sobre privacidad están tan escondidas en el portal de Google Vídeos que resultan ineficaces. El magistrado admite que los servidores estaban en Estados Unidos pero que los hechos han podido ser juzgados en Italia porque parte del delito fue cometido en una ciudad italiana.
La sentencia provocó un enorme debate ya que muchas organizaciones la leyeron como una herramienta para empujar a los proveedores de servicios en Internet al filtrado o bloqueo de contenidos.
El juez Magi es un magistrado progresista, culto y muy trabajador. Lector de Oscar Wilde, fue juez de instrucción del maxiproceso Manos Limpias, que desmanteló el sistema de financiación ilegal de los partidos en 1992, y milita desde hace 32 años en la corriente Magistratura Democrática, a menudo identificada en Italia con las célebres "togas rojas" que han desesperado a Silvio Berlusconi.