Este pequeño pueblo de unas 540 almas es ahora un símbolo de admiración y respeto, ya que encabeza la resistencia no violenta a la ocupación. Es llamado el Stalingrado palestino. La última amenaza para el pueblo es la reciente orden de demolición de diez casas adyacentes a la ilegal colonia de Halamish, con el fin de facilitar lo que la represión salvaje no puede; romper la resistencia a través de la limpieza étnica.