22 de Septiembre.- Con trazo detallado, Noam Chomsky, el prestigioso lingüista estadounidense, expuso ayer en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) el estado actual de la política exterior de Estados Unidos y la construcción del futuro del mundo. Desde cómo el gobierno de Barack Obama construye día a día el supuesto de la “amenaza iraní” para justificar una futura operación militar, hasta el entramado de las corporaciones trasnacionales para controlar los recursos naturales de la Tierra; desde la sorprendente capacidad de China para expander sus inversiones y su influencia hasta la evidente pérdida de la hegemonía estadounidense en un contexto global donde “ya sólo Japón y Europa obedecen a Washington”.
Concluyó con una advertencia: lo que el mundo está viendo no es precisamente el desplazamiento de Estados Unidos como potencia global con el surgimiento de las economías de China y la India. “Más bien, si efectivamente estamos en presencia de un cambio global del poder, éste comprende el traspaso de poder de la fuerza laboral al poder transnacional.”
Y a un costo muy alto. “Trabajadores estadounidenses víctimas de una economía de finanzas y producción de exportación; campesinos hambrientos en India, millones que protestan por la pobreza en China, mexicanos que huyen del impacto que provocó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y el cual, según las organizaciones campesinas, ha provocado más daño al país que la Colonia española”.
La conferencia magistral en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario fue organizada por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS) en el contexto del primer centenario de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Fue la segunda visita del profesor emérito del Insituto Tecnológico de Massachussetts, después de la ponencia que pronunció hace un año, invitado por La Jornada. Chomsky recordó de lo que no habló en aquella ocasión: la situación de Irán frente al acoso de Estados Unidos y cómo se delinea en el horizonte un nuevo escenario bélico. Y por ahí arrancó, después de la presentación del director de la FCPS, Fernando Castañeda.
Dos horas después arribó a la conclusión de que para las sucesivas doctrinas imperiales –las de Bush padre, Clinton, Bush hijo y hasta el actual mandatario Barack Obama– el control del mundo “no es cosa sencilla, ni siquiera para un Estado con un poder sin precedentes” como es Estados Unidos. “Ese poder se erosiona por todos lados. Y hasta en el patio trasero de Washington los súbditos se vuelven cada vez más desobedientes”.
Uno de los indicios, o “pasos hacia la independencia”, observados por Chomsky es la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC, lanzada en la reunión cumbre de la Riviera Maya en febrero de este año), que incluye a Cuba y excluye a Estados Unidos y Canadá, lo cual en su opinión “es un paso más allá de Unasur y tiene potencial para llegar a desplazar a la Organización de Estados Americanos)”.
Si la CELAC funciona efectivamente –advirtió el analista– las consecuencias afectarán la noción imperial, todavía vigente en la Casa Blanca, que el ex presidente Richard Nixon exponía así: “Si Estados Unidos no es capaz de controlar a América Latina, no podrá imponer el orden en el resto del mundo”.
En el pasado, los días del poder imperial
“Esos días ya pasaron”, sostuvo Chomsky. El año pasado China desplazó a Estados Unidos como el principal socio comercial de Brasil. En Medio Oriente, las exportaciones petroleras de Arabia Saudita –que posee las mayores reservas de hidrocarburos y donde Estados Unidos aún es el primer inversionista y socio comercial– se están yendo, en cerca de 50 por ciento, hacia los países asiáticos. Y el mismo escenario puede repetirse en Irak, si algún día logra levantarse de la masiva destrucción provocada por la ocupación angloestadunidense.
Otro signo citado ayer fue el surgimiento de la Organización de Cooperación Shangai, nuevo cártel petrolero que incluye productores y consumidores de Asia y expresamente cierra el paso a Estados Unidos.
Un indicador más de la pérdida de hegemonía estadounidense, poco comentado en los medios de comunicación occidentales, es que, “por un raro accidente geológico, China posee 97 por ciento de tierras preciosas, ricas en componentes indispensables para el desarrollo de la electrónica y la industria verde”. Ése es el futuro. Y las inversiones destinadas a la industria verde en China superan las que logran atraer los países europeos, Estados Unidos y Canadá juntos.
El catedrático, una de las voces más autorizadas del pensamiento crítico, apuntó al debate que acapara el discurso contemporáneo de las relaciones internacionales: ¿podrá China, junto con la economía de India, desplazar a Estados Unidos como el poder global dominante? Si llegara a ocurrir, no habrá que olvidar la realidad social y económica de esos pueblos: India ocupa un sitio en el ranking de desarrollo social cercano al de Camboya, Laos y Tayikistán. En China 40 por ciento de los niños no van a la escuela, aunque la “sociedad del conocimiento” ha crecido notablemente. Y el Banco Mundial estima que el ingreso per cápita de India es el dos por ciento del estadounidense”.
“El año de Irán”
El afán de control y expansión de Washington, hoy bajo la batuta de Barack Obama, sigue siendo, sin embargo, la amenaza del presente.
En su exposición, Chomsky refirió que fabricar una supuesta amenaza para mover fichas y controlar espacios y recursos es una vieja historia en el devenir del mundo, tan vieja como la doctrina bosquejada por Adam Smith en La riqueza de las naciones, en el siglo XVIII.
Aunque los protagonistas cambian –ahora son las corporaciones trasnacionales y los grandes grupos financieros los que detentan el poder–, esta teoría de las relaciones internacionales se sigue aplicando hoy, como en su tiempo lo hizo el imperio británico en India.
“Bengala, hoy Bangladesh, era una de las regiones más ricas del mundo. Fue reducida a una situación de miseria de la que quizá ya nunca más pueda escapar. Lo mismo que Haití. Francia sigue torturando a su ex colonia, la más rica y fuente de buena parte de su riqueza. Haití y Bangladesh son los símbolos de la desesperanza y la desesperación. Las lecciones que entrañan estas dos historias son nítidas, aunque invisibles en la cultura imperial.”
Advirtió que hoy, cuando supuestamente se ha cerrado el capítulo de Irak, es el turno de Irán. “Lo que sucede ahora en ese país se parece mucho a lo que ocurrió el siglo pasado. En 1953 Estados Unidos destruyó la democracia persa para instalar a un dictador, el sha. Pretendía transferir 40 por ciento de las concesiones petroleras, que entonces eran prácticamente robadas por lo que hoy conocemos como British Petroleum, a las compañías estadounidenses.
“Algo muy similar ocurre hoy. Irán ha recuperado el control de sus recursos e intenta actuar de manera independiente. A Estados Unidos le interesa derrocar al régimen e instalar uno que sea más complaciente.”