EEUU al borde del default y el FMI advierte que peligra el dólar

29 de julio 2011.-En una guerra interna que combina intereses económicos con intereses electorales, ambas partes se acusan mutuamente y responsabilizan a la otra en caso de que no se llegue a un acuerdo antes de la fecha plazo.

Cualquier plan que se negocie tiene que ser aprobado por las dos cámaras del Congreso. Pero la Cámara de Representantes está controlada por los republicanos y el Senado tiene mayoría demócrata así que, hasta ahora, ambas han neutralizado las diferentes propuestas, prolongando el estancamiento.

Los republicanos de la Cámara baja buscaban alinear al movimiento ultraconservador de su partido, el Tea Party, detrás del plan de John Boehner, el presidente de la Cámara, pero decidieron postergar la votación en vista de que no contaba con el apoyo de todo el partido.

Los ultraconservadores salieron a desafiar a Barack Obama con un proyecto de ley para elevar el techo de la deuda y reducir el déficit fiscal con un profundo ajuste al gasto social, que chocan con el plan de la Casa Blanca que propone un ajuste reducido poniendo el acento en recorte al presupuesto militar.

Los demócratas advirtieron que, si el proyecto ultraconservador llega al Senado, será rechazado. Y como si eso fuera poco, el gobierno advirtió que si llegase a ser aprobado en el Senado, algo que es poco probable, Obama lo vetará.

El Tesoro de EEUU anunció que el Estado de la mayor economía mundial comenzará a quedarse sin dinero para cumplir con sus compromisos el 2 de agosto, salvo que el Congreso actúe para aumentar el límite del techo de gasto del Gobierno de US$ 14,3 billones, para evitar un potencial impago de sus alrededor de UIS$ 9,6 billones en bonos, que podría llevar a EEUU de vuelta a la crisis financiera y a la recesión y estremecería a los mercados financieros globales.

EEUU tiene actualmente un déficit presupuestario de US$1,5 billones. Para hacer frente a él, se ha visto obligado emitir títulos del tesoro, bonos y otros instrumentos financieros.

La deuda pública ascendió a US$14,3 billones en mayo. Cuando Barack Obama asumió la presidencia en enero de 2009, la cifra era de US$10,6 billones. El Congreso votó por elevar el límite del endeudamiento diez veces desde 2001.

Los mercados de especulación financiera internacional, alterados por el riesgo de una moratoria de EEUU o una bajada de calificación, siguen la situación con nerviosismo extremo. El índice de la bolsa de valores de EEUU S&P 500 cayó por cuarto día consecutivo y los tipos de interés subieron en algunos bonos del Tesoro que vencen en agosto.

El dólar cayó a un mínimo de cuatro meses frente al yen en 77,84 yenes después del anuncio de que la Cámara no votaría el jueves por la noche.

Incluso aunque se logre un acuerdo para elevar el límite de la deuda, es posible una rebaja de la calificación de deuda de EEUU, a menos que se logre una gran rebaja en el déficit. La rebaja elevaría el coste de los préstamos que pida Estados Unidos, dañando a una economía que sigue débil, y sacudiendo a los inversores mundiales.

En este escenario de tensión la jefa del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, advirtió de los riesgos de que el Congreso no logre elevar el límite de deuda, que podría significar que el Gobierno se quede sin dinero para pagar todas sus cuentas después del 2 de agosto.

Según Lagarde, la falta de acuerdo puede provocar “una caída del dólar respecto de otras monedas, y probablemente dudas en el ánimo de quienes conservan divisas, acerca de si el dólar es efectivamente la moneda de reserva última y de primer orden”.

Teniendo en cuenta que ya hay países como Brasil y China que vienen presionando para que el dólar sea reemplazado por una canasta de monedas, la advertencia de Lagarde es tomada muy en serio por los centros de la especulación financiera internacional.

“Una de las consecuencias podría ser un declive del dólar como moneda de reserva y una mella en la confianza de la gente en el dólar”, aseguró Lagarde en una entrevista concedida a la cadena PBS NewsHour.

Ejecutivos financieros estadounidenses sumaron sus voces a los llamamientos de la comunidad de negocios para que el Congreso alcance un acuerdo que elimine el fantasma de una moratoria.

Los demócratas con Obama, (atendiendo a sus necesidades electorales para las presidenciales del año próximo) proponen evitar el ajuste y aumentar la recaudación fiscal cobrando impuestos a los bancos, empresas y sectores más ricos.

Los republicanos en el Congreso boicotean la suba de la recaudación fiscal (mediante el cobro de un mayor impuesto a los ricos), y extorsionan a Obama con la elevación del techo de la deuda (nuevo endeudamiento) a cambio de un ajuste económico (reducción del gasto público con impacto directo en los estratos más bajos).

El partido republicano y todas las fuerzas de la derecha ultraconservadora propone que se encare el problema del déficit con fuertes recortes en el gasto público, o se negará la autorización para elevar el techo de endeudamiento.

Las dos posturas básicas en el debate sobre el presupuesto son: 1) aplicar recortes solo a algunos programas sociales, incluyendo la defensa, combinados con el cierre de lagunas impositivas favorables a las corporaciones y los más ricos -como proponen el presidente y los demócratas-, y 2) efectuar profundos recortes al gasto público, sin tocar la defensa y ni un centavo más en impuestos -propuestos y apoyados por los republicanos.

Esta segunda tendencia es la que más impulso ha tomado y que, como líder de la mayoría republicana, apoya el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, quien sabe muy bien que la mayoría y la fuerza de su partido en el recinto legislativo se debe a estos nuevos conservadores del Tea Party.

Para los conservadores, los planes de Obama de financiar un presupuesto récord con impuestos al propio poder económico que controla la Casa Blanca, es, por lo menos, una parodia de campaña electoral parecida al fracasado proyecto de “socializar la medicina” quitándole rentabilidad y manejo al poderoso lobby sionista de la salud.

Una parte substancial del gasto público (planes de salud, de vivienda, de ayuda social, etc) es considerado como un “valor agregado” del salario, de importancia clave para la reactivación del consumo y del proceso productivo que en definitiva representan la columna vertebral del sostenimiento del empleo.

Y si el estado imperial no recauda (a causa de la persistente depresión económica) el aumento del presupuesto va a tener que ser financiado con más emisión de deuda pública en dólar.

O sea que el Estado imperial seguirá alimentando la rueda de la “economía de papel” (el apalancamiento especulativo) empezando por el propio Estado imperial.

Un “default” estadounidense es una situación tan inusual que es difícil aventurar hasta dónde llegaría su impacto sobre la economía del país y sobre la economía global.

“Una predicción ampliamente compartida en Washington y en Wall Street dice que de aquí a un mes, el Congreso de EEUU habrá elevado el tope de la deuda federal, el gobierno de ese país estará pagando sus cuentas, el presidente habrá firmado una complicada ley para reducir el déficit que posterga decisiones sobre beneficios sociales e impuestos y el país habrá perdido la calificación AAA sobre su deuda pública”, señala el diario The Wall Street Journal..

La deuda estadounidense alcanzó su techo de unos US$14 billones el 16 de mayo pasado y si republicanos y demócratas no llegan a un acuerdo antes del 2 de agosto para subir ese límite, EEUU podría entrar en default.

Los analistas advierten que esto provocaría un pánico en los mercados financieros internacionales y el secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner y sus asesores señalan que están elaborando planes de contingencia en caso no se alcance una decisión en el congreso.

Una recesión económica en EEUU impactaría globalmente en América Latina, China y los países asiáticos que tienen en Estados Unidos al principal comprador de materias primas, productos elaborados y servicios.


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