En público, los ministros de Israel todavía hablan como si creyeran en los resultados de las negociaciones del Grupo 5+1 con Irán, quienes entraron el jueves 24 de mayo en su segundo día de conversaciones en Bagdad. Pero el veto presidencial ha echado esencialmente a Israel fuera del circuito de la influencia en el resultado de la diplomacia.
Cuando el ministro de Defensa israelí Ehud Barak, se reunió con el Secretario de Defensa de EE.UU. Leon Panetta en el Pentágono el 17 de mayo, se le dijo que Obama había rechazado las exigencias matizadas de Israel para que al menos Irán detenga su enriquecimiento de uranio, exporte sus reservas de material enriquecido a un grado superior al 3,5 por ciento y cierre la producción en la planta nuclear de Fordo, cerca de Qom.
Durante seis meses, la administración Obama trató de endulzar el trago amargo de este rechazo aumentando la ayuda en seguridad. El último crédito cubrió otros 70 millones de dólares para fabricar más interceptores de misiles de corto alcance para la Cúpula de Hierro.
Luego de conversar con Panetta, Barak se dirigió a la Secretaria de Estado Hillary Clinton y al Asesor de Seguridad Nacional Tom Donilon con la esperanza de ganar su apoyo para suavizar la decisión de Obama. Clinton respondió que no estaba involucrada en las negociaciones con Irán y Donilon, y que una decisión personal del presidente no estaba abierta al cambio.
Luego de una semana de consultas, el ministro de Defensa israelí regresó a su país, durante la cual se decidió dar al traste con la promesa de Israel de abstenerse de atacar a Irán durante la campaña presidencial de Estados Unidos. El miércoles 23 de mayo, el día que comenzaron las negociaciones en Bagdad, Barak señaló a Washington en este sentido.
Esto fue transmitido en una entrevista de radio temprano en la mañana poco notada con Ehud Barak. Para asegurarse de que sus palabras llegaran a la dirección correcta, sin malentendidos, la oficina del ministro de Defensa emitió una traducción literal del hebreo al inglés:
“No es necesario que nos digan qué hacer, y no tenemos ninguna razón para el pánico. Israel es muy, muy fuerte, pero sabemos que los iraníes son jugadores consumados de ajedrez y tratarán de lograr la capacidad nuclear. Nuestra posición no ha cambiado. El mundo debe detener a Irán de que se convierta en un país nuclear. Todas las opciones permanecen sobre la mesa”.
Mientras para Israel las conversaciones en Bagdad daban la vuelta en círculos, la opción militar israelí se volvió a colocar sobre la mesa con firmeza y en el tablero de ajedrez estadounidense-iraní.
Traducción por Ivana Cardinale para el Correo del Orinoco