Moscú, 19 de febrero. Ante el eventual despliegue de un radar y diez interceptores balísticos en la República Checa y Polonia, como parte del sistema de defensa antimisiles de Estados Unidos, Rusia advirtió este lunes que podría reiniciar la fabricación de misiles de medio alcance y apuntarlos hacia esas instalaciones, ya que pese a su declarada finalidad "defensiva" representan un peligro para su seguridad nacional.
El general Nikolai Solovtsov, comandante en jefe de las fuerzas estratégicas rusas, precisó hoy en qué medidas militares se podría traducir que el Kremlin tomara "la decisión política de salirse del FNAI (Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, firmado en 1987 por la desaparecida Unión Soviética y Estados Unidos)".
Apenas tres días antes adelantó esa posibilidad el general Yuri Baluyevsky, jefe del estado mayor de las fuerzas armadas de Rusia, al reiterar el malestar que provoca en Moscú la intención de Estados Unidos de colocar elementos de su escudo antimisiles en Europa oriental, cerca de sus fronteras.
Solovtsov tiene claro que si los gobiernos de la República Checa y Polonia aceptan emplazar bases estadunidenses en sus territorios, "las fuerzas estratégicas rusas están en condiciones de responder a cualquier desafío y, tras los ajustes pertinentes, dichas instalaciones podrían ser consideradas como objetivos para nuestros misiles de medio alcance de nueva generación".
El general explicó que Rusia carece por ahora de ese tipo de misiles, con alcance de entre 500 y 5 mil 500 kilómetros -destruidos con estricto apego a los términos estipulados por el FNAI-, pero "la documentación técnica respectiva está intacta y no sería difícil reiniciar su fabricación, incluso en versiones modernizadas".
Para Solovtsov, sólo hace falta que el Kremlin tome la decisión política para que los nuevos misiles de alcance medio "se incorporen al arsenal de las fuerzas estratégicas del país apuntando hacia objetivos en Europa oriental dentro de cinco o seis años a lo sumo".
Hace tan sólo unos días, el todavía ministro de Defensa, Serguei Ivanov, recién ascendido a primer vicepremier de Rusia, llegó a calificar el FNAI de "grave error" de la Unión Soviética.
"Cuando se firmó ese Tratado, sólo la Unión Soviética y Estados Unidos tenían ese tipo de misiles. Nadie entonces podía imaginarse que la tecnología de esos misiles proliferaría por el mundo como hongos después de la lluvia", dijo Ivanov.
Y añadió: "China, India, Irán, Israel, Pakistán tienen misiles de corto y, en algunos casos, de medio alcance, y muchos otros países los quieren y los tendrán. Menos dos (Rusia y EU) y no podemos seguir así eternamente".
Sin embargo, no es claro hasta qué punto el Kremlin estaría en condiciones de soportar la carga de financiar esa adicional modalidad de rearme, cuando desde hace varios años buena parte de los abundantes ingresos generados por la venta de petróleo y gas natural se destina a sustituir gradualmente los misiles balísticos intercontinentales de la época soviética, ya obsoletos, con los modernos Topol-M.
Al ritmo de producción actual, Rusia aspira a poder recuperar -hacia el año 2016- el nivel de misiles permitido en el acuerdo que firmó Putin en 2002 con su colega estadunidense, George W. Bush, según el cual ambos países se comprometen a reducir sus respectivos arsenales de armamento estratégico en cerca de dos tercios en un plazo de diez años, esto es, para 2012.
De cualquier modo, en un manejo de los tiempos nada fortuito, el general Solovtsov lanzó hoy la amenaza de Rusia horas después de que el primer ministro checo, Mirek Topolanek, al término de sus conversaciones en Varsovia con su par polaco, Jaroslaw Kaczynski, afirmó que ambos países "posiblemente darán una respuesta positiva" a Estados Unidos porque está en su interés "negociar la iniciativa de construir en nuestra área una defensa antimisiles".
Kaczynski, por su parte, volvió a insistir en que la defensa antimisiles "no está dirigida contra ningún Estado normal", en alusión a las preocupaciones de Rusia, tesis que este mismo lunes repitió en Washington el vocero del Departamento de Estado, Edgar Vásquez.
Lo cierto es que Rusia nunca aceptó las palabras tranquilizadoras del general Henry A. Obering, director de la Agencia de Defensa Antimisiles de Estados Unidos, quien el mes anterior enfatizó que las instalaciones en Alaska y California buscan proteger de amenazas desde Corea del Norte, mientras las bases en la República Checa y Polonia "están pensadas para interceptar misiles desarrollados por Irán".
El propio titular del Kremlin, Vladimir Putin, en su dura intervención ante la Conferencia de Seguridad de Munich, Alemania, el pasado 10 de febrero, al arremeter contra la arrogancia de Estados Unidos en política internacional y condenar el modelo unipolar que pretende imponer, rechazó que Irán sea una amenaza para Europa.
Putin, tras subrayar que el alcance de sus misiles es muy inferior, argumentó que Irán tampoco tiene la capacidad económica y tecnológica para fabricar artefactos que puedan batir objetivos en el viejo continente.
En cambio, los expertos rusos estiman que una estación de radar en la República Checa daría al Pentágono estadunidense la posibilidad de controlar las bases de misiles balísticos intercontinentales ubicadas en la parte europea de Rusia y ayudaría a tener información más detallada sobre los movimientos de los submarinos de su Flota del Norte.
También creen que los interceptores que se quiere emplazar en Polonia podrían ser usados contra misiles rusos, destruyéndolos poco después de su lanzamiento y antes de que las ojivas alcancen la altura orbital necesaria para orientarse hacia sus objetivos.
Y estas "ventajas suplementarias" que ofrecen a Estados Unidos las bases en la República Checa y Polonia constituyen un peligro para la seguridad nacional de Rusia.