Buenos Aires, 17 Abr. ABN.- Un total de 23 masacres y cinco tiroteos en instituciones escolares de Estados Unidos ha sido contabilizado en los últimos 10 años, tras lo cual 92 muertos y 136 heridos marcaron el saldo de estos hechos que se repiten en la sociedad estadounidense.
El diario argentino Clarín publicó una nota de análisis en la que se esbozan algunas hipótesis a partir de la interrogante que se plantea la opinión pública mundial, toda vez que una nueva tragedia de este tipo acontece: ¿Cómo es posible que la sociedad norteamericana, una de las más 'desarrolladas' del mundo, sea capaz de abrigar tanta violencia en sus propias escuelas?
Algunos estadounidenses culpan a su presidente, George W. Bush: «En vez de decirnos que está horrorizado debería prohibir ya la venta de armas. Aquí, cualquiera puede cometer una masacre. Eso es lo que más me asusta. Todo el mundo anda con un arma en la guantera del auto o tiene una en su casa», dijo un ciudadano que se identificó como Enzo.
Otros responsabilizaron a la televisión: «Es que la televisión es cada vez más violenta y está creando monstruos», opinó el empleado de una farmacia ubicada a pocas cuadras de la Casa Blanca.
Las anteriores constituyen las opiniones más habituales cuando se aborda a la ciudadanía común, pero este fenómeno de violencia extrema en los centros educativos estadounidenses posee variables mucho más complejas, según coincidieron especialistas citados en la nota del diario argentino.
«En este país (EEUU) hay demasiado espíritu de guerra que incita a la violencia, los jóvenes se transforman en semi-rambos. A eso se suma el hecho de que, en general, los que perpetran este tipo de masacres son marginales sociales que buscan ser reconocidos», dijo Margarita Cerejido, una psicóloga que ha hecho carrera en el St Elizabeth Hospital (psiquiátrico) de Washington.
Autora de un libro titulado Violencia rampante, las matanzas en las escuelas de Estados Unidos, Catherine Newman explicó por su lado que este tipo de hechos suele resultar de la suma de cinco factores.
En primer lugar, nunca se produce en grandes ciudades, sino en los suburbios o en pequeños pueblos donde la escuela es la que brinda el 'estatus social'. Es decir, se trata de un blanco perfecto para la rabia de los marginados y los que se sienten sofocados por el ambiente predominante.
En segundo lugar, los que atacan escuelas no suelen hacerlo impulsivamente. Son actos premeditados, es decir, hay cierto grado de preparación y un motivo que los provoca.
Tercero, de alguna manera piensan que con sus ataques van a lograr estatus social o un reconocimiento, aunque sea después de muertos, porque muchos de ellos se suicidan.
En cuarto lugar, son personajes cuya locura es difícil de detectar y, por último, tienen que tener acceso a armas.
En síntesis, este tipo de fenómenos parecen ser el producto de una combinación de problemas sociales, económicos y psicológicos específicos que, juntos, constituyen un caldo de cultivo para el surgimiento de rencores y enconos que luego sufren la metamorfosis más peligrosa y desapercibida.