Propuesta antimisiles rusa desconcierta a Estados Unidos

Vladimir Putin, presidente ruso

Vladimir Putin, presidente ruso

Credito: pl

Moscú, 9 jun (PL) El protagonismo de Rusia en la Cumbre de los ocho países más industrializados del planeta (G-8) con su proposición de usar conjuntamente el radar antimisiles que arrienda en Azerbaiyán constituyó aquí lo más relevante de la semana.

El líder ruso sorprendió a su colega norteamericano en el encuentro que sostuvieron en Heligendamm, Alemania, en formato bilateral, cuando le propuso compartir la base de radiolocalización de Gabala, en la ribera del Caspio, arrendada por Rusia a Bakú.

La idea deja sin justificación el argumento de proteger a Europa de hipotéticos cohetes iraníes con medios estratégicos norteamericanos desplegados en Polonia y República Checa.

Gabala cubre plenamente toda la región que suscita sospechas en nuestros colegas estadounidenses, dijo el estadista ruso a la prensa.

El jefe del Kremlin aseguró que en caso necesario Rusia podría modernizar este objetivo y transferir sus datos "on line", lo cual liberaría a Washington de la necesidad de desplegar grupos de choque en el espacio sideral y evitaría al mundo el correspondiente peligro.

Asímismo, subrayó enfático Putin, ya no sería necesario construir un nuevo radar en la República Checa ni desplegar los 10 cohetes interceptores en Polonia.

La ventaja de la propuesta rusa consiste en que en caso de un ataque de los inexistentes cohetes de Irán, estos vectores serían abatidos en la primera fase de despegue y sus restos caerían al mar, no sobre ciudades europeas, según el estadista.

La propuesta sobresalió en una Cumbre que concluyó apenas con nuevas y viejas promesas de dudoso cumplimiento como la de reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Genera dudas también sobre su cumplimiento en el futuro el prometido aporte suplementario de de 60 mil millones de dólares para luchar contra el SIDA, la malaria y la tuberculosis en Africa.

También el habitual llamado al relanzamiento de las negociaciones en la organización Mundial del Comercio (OMC) fue percibido con escepticismo por los países pobres, porque la actitud intransigente de las naciones ricas bloquea hasta hoy este proceso.

En medio de este panorama, la iniciativa rusa resultó atractiva para Europa, que vio en ella un gesto de buena voluntad en contraposición a la advertencia emitida por el Kremlin apenas una semana atrás.

Días antes de la Cumbre, Moscú realizó los ensayos exitosos del ultramoderno misil balístico intercontinental (MBI) RS-24 de ojiva múltiple y del táctico operacional R-500 del sistema Iskander.

Estas pruebas coincidieron con la visita a Moscú del primer ministro de Portugal, José Sócrates, cuyo país asumirá la presidencia de la Unión Europea (UE) en el segundo semestre de 2007.

En tal sentido diversos medios de prensa opinaron aquí que no resulta casual la coincidencia de las pruebas coheteriles con la presencia en Rusia del jefe del Gobierno portugués.

Horas después el propio Putin advirtió a sus socios occidentales de que en caso de que se desplieguen en Europa elementos del sistema norteamericano de defensa antimisiles, Rusia reorientará sus cohetes hacia los objetivos correspondientes de esta zona.

Por eso la opción de utilizar conjuntamente los radares de Gabala fue acogida por los europeos con sorpresa, pero con satisfacción.

El periódico británico The Financial Times se hizo eco de ese punto de vista al calificar de racional la iniciativa, porque abre la posibilidad de abandonar las disputas en torno al sistema antimisiles, que de esta forma dejaría de ser un proyecto "trasatlántico".

La publicación elogia la iniciativa y resalta que puede abrir una etapa sin precedentes de cooperación militar entre Moscú y Occidente.

El mensaje de Putin hacia Europa fue claro cuando expresó ante cientos de periodistas que si se resolvía este problema sería innecesario instalar cohetes rusos cerca de las fronteras europeas.

Rusia insiste en la necesidad de un debate multilateral en el Viejo Continente para abortar el proyecto de despliegue de la DAM en Polonia y la República Checa, y al parecer en la Cumbre de Alemania dio un paso firme en la conquista del importante aliado europeo.


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