Nueva York, 11 de junio. Cuando la viuda de uno de los capos de la mafia más famosos advierte que los verdaderos criminales están en la Casa Blanca, las cosas tal vez han llegado a su punto más bajo para el presidente George W. Bush y sus socios.
Con un voto simbólico de "no confianza" impulsado en el Senado contra el procurador general Alberto Gonzales, íntimo amigo y socio de Bush, con una serie de reveses en los tribunales, incluido uno hoy que considera inconstitucional encarcelar a "combatientes enemigos" ciudadanos o residentes legales sin cargos formales; con la reciente renuncia de su consejero Dan Bartlett; la condena penal de Lewis Libby, el más alto funcionario de la Casa Blanca fiscalizado desde los tiempos de Ronald Reagan; con su ex secretario de Estado Colin Powell denunciando a Guantánamo, y con sus ex subordinados claves Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz retirándose del escenario público en desgracia, cada día hay mayor evidencia del deterioro y debilitamiento del gobierno de Bush.
Las encuestas registran los índices más bajos de aprobación de Bush y de sus políticas bélicas en sus seis años de gobierno. La más reciente, de AP-Ipsos, lo tenía con 32 por ciento de aprobación general, y sólo 28 por ciento aprueba su manejo de la guerra en Irak. Peor aún, la encuesta registra que 21 por ciento, o sólo uno de cada cinco estadunidenses, cree que su país procede en una dirección correcta.
De hecho, el ala conservadora de su propio partido ya está abandonando al presidente. "La desilusión con el gobierno se ha ampliado entre los conservadores que anteriormente eran los promotores más firmes de Bush", escribe Jeffrey Goldberg en un amplio artículo sobre la rebelión entre las filas conservadoras del Partido Republicano en la revista The New Yorker. Cita a un ex legislador republicano de Oklahoma, que declaró: "Este gobierno está más allá en términos de arrogancia e incompetencia. Este tipo cree que es un monarca y eso da mucho miedo".
Líderes conservadores y políticos de alto perfil de esas filas, incluido uno de los fundadores del movimiento conservador moderno, Richard Viguerie, el ex líder de la mayoría republicana en la Cámara Newt Gingrich, y el representante Jeff Flake, entre otros, acusan al gobierno de Bush de haber traicionado a su base al ampliar al extremo los poderes del Ejecutivo y elevar dramáticamente el gasto público, junto con los escándalos de corrupción que se han vinculado con este gobierno.
Pero, como siempre, es la "guerra contra el terror" y particularmente su frente en Irak lo que ha generado el mayor costo político al gobierno de Bush, tanto en su apoyo popular como el de sus aliados.
Hoy un tribunal federal de apelaciones falló que el gobierno de Bush no puede detener de manera indefinida al residente legal Ali Saleh Kahlah Marri sin cargos formales, lo cual representó un serio revés a los poderes afirmados por el Ejecutivo de tener la autoridad de detener tanto a extranjeros como a residentes o ciudadanos aquí sospechosos de terrorismo. "El presidente no puede eliminar las protecciones constitucionales con su pluma al proclamar que un civil, aun un criminal, es combatiente enemigo sujeto a detención militar indefinida... la Constitución no permite que el presidente ordene a los militares tomar a civiles residentes dentro de Estados Unidos y detenerlos de manera indefinida sin un proceso criminal, y eso es así incluso si él los llama 'combatientes enemigos'", declaró el fallo del Tribunal Federal de Apelaciones del Cuarto Circuito.
Afirmó que continuar esta política sería "desastrosa" para la Constitución y para el país.
El gobierno tiene la intención de apelar el fallo, pero el hecho de que un tribunal conocido por ser conservador haya declarado inconstitucional el poder extraordinario del presidente bajo la justificación de la "guerra contra el terrorismo" representa otra derrota para la política bélica de Bush.
Mientras tanto, Colin Powell declaró ayer que si a él le correspondiera tomar la decisión, "yo cerraría a Guantánamo, no mañana, sino esta misma tarde". En entrevista en un programa de NBC News, dijo que se está anulando el respeto del sistema de justicia estadunidense a nivel mundial "al tener un lugar como Guantánamo", donde el gobierno de Bush mantiene su prisión militar para extranjeros detenidos bajo sospecha de terrorismo.
A la vez, la renuencia de Bush a despedir a su procurador general a pesar del escándalo sobre el cese de varios fiscales federales por motivos políticos y el desprestigio de Gonzales como el hombre que elaboró las justificaciones legales para la tortura entre otras medidas en la "guerra contra el terrorismo" continúa generando costos políticos entre legisladores y políticos de ambos partidos.
Hoy los demócratas intentaron promover un voto simbólico de "no confianza" en el procurador para presionar al presidente a despedir a su viejo amigo. Aunque una mayoría (53 contra 38, con siete republicanos votando en favor) sufragó por llevar esto a un voto final, se necesitaban por lo menos 60 bajo las reglas de la Cámara alta. Sin embargo, fue evidente la reprobación.
Lewis Libby, ex jefe de equipo del vicepresidente Dick Cheney, el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld y el casi ex presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, son otras bajas del círculo íntimo del presidente que se han visto obligados a retirarse de la gloria del poder en parte por su participación en lanzar las políticas bélicas de Bush.
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Por lo tanto, sólo faltaba una cosa: que una voz ligada con la mafia considerara que Bush es peor criminal que ellos. Victoria Gotti, viuda del capo John Gotti, jefe de la familia Gambino en Nueva York antes de ser encarcelado, recordó ayer el quinto aniversario del fallecimiento de su esposo en un cementerio en Queens donde también están enterrados figuras legendarias de la Cosa Nostra como Lucky Luciano, Joe Colombo y el propio Carlo Gambino.
"Es repugnante que la gente continué obsesionada con Gotti y la mafia. Deberían estar obsesionados con esa mafia en Washington. Tienen tres mil muertes en sus manos. Preocúpense de esa mafia en Washington", comentó al New York Daily News. "La gente debería de preguntarle a Bush y Cheney si tienen familiares en las primeras líneas (de la guerra). Eso es lo que yo quiero saber. Cada vez que veo las noticias y escucho de otra muerte más, me enferma".