Bagdad, 1º de agosto. El principal partido político sunita de Irak se retiró este miércoles del gobierno, al tiempo que dos bombas mataron a más de 70 personas en el centro de esta capital.
El Frente Sunita para el Acuerdo abandonó al asediado gobierno del primer ministro Nuri Maliki alegando que éste no concedió ninguna de sus demandas, entre las que se incluía tener mayor influencia en cuestiones de seguridad, liberar a todos los detenidos sobre los que no hubiera cargos y la desarticulación de las guerrillas.
"El gobierno se ha empecinado en su actitud arrogante, negándose a cambiar de postura y le ha cerrado la puerta a cualquier reforma significativa", aseguró Rafaa Issawi, uno de los principales líderes del Frente.
Se supone que el sistema del gobierno iraquí fue creado para garantizar que chiítas, kurdos y sunitas compartirían el poder, pero debido a que las tres comunidades y sus partidos políticos tienen agendas diferentes, su participación en el gobierno no ha sido mas que una receta para el punto muerto.
Además, los ministerios se adjudican por un sistema de equidad entre las comunidades y por este motivo, y pese a prolongadas negociaciones, Maliki no tiene posibilidad de destituir a ministros sin importar qué tan graves hayan sido sus actos de incompetencia o de corrupción.
El Frente para el Acuerdo tiene 44 de los 275 escaños del Parlamento y buscaba reformas que fortalecieran a la comunidad sunita. El núcleo del gobierno es una alianza entre partidos kurdos y los partidos religiosos chiítas que resultó de las elecciones celebradas en 2005.
Los chiítas sospechan que los sunitas, que equivalen a sólo 20 por ciento de la población, tratan de recuperar el poder que perdieron cuando Saddam Hussein fue derrocado por Estados Unidos, y que pretenden lograrlo con el apoyo de Estados Unidos y países árabes como Arabia Saudita, Egipto y Jordania. Los chiítas conforman 60 por ciento de la población iraquí y es un hecho que ganarán cualquier elección futura.
El estancamiento dentro del sistema político iraquí se complica aún más por la presencia de Estados Unidos, que aporta el principal soporte militar para el gobierno, pero cuya incrementada presencia desde principios de este año ha fracasado en el intento de disminuir la violencia.
De otro lado, al menos 78 soldados estadunidenses fueron abatidos en Irak durante julio, lo cual es una cifra inferior de bajas a la de meses anteriores.
Ataques suicidas, ya sea a pie o a bordo de vehículos repletos de explosivos parecen ya imposible de detener. Normalmente se trata de ataques de insurgentes sunitas contra civiles chiítas. Los chiítas responden normalmente por medio de escuadrones de la muerte, que con frecuencia son policías verdaderos o milicianos que se hacen pasar por policías, quienes operan en puestos de control donde los sunitas son identificados, torturados y asesinados.
El atentado explosivo más letal de este miércoles ocurrió en el barrio sunita-chiíta de Mansur, en el oeste de Bagdad, donde un atacante a bordo de un camión de combustible se hizo estallar cerca de una gasolinera donde muchos automovilistas hacían fila. Al menos 50 personas murieron y 60 más resultaron heridas, según la policía.
Poco antes, una bomba estalló en el distrito chiíta de Karada, al este de Bagdad, matando a 17 personas y dejando un cráter de 1.20 metros de profundidad en el camino. Karada ha sido atacada con creciente frecuencia en los últimos meses.
El gobierno de Maliki es muy criticado y tachado de incompetente y sectario, pero cualquier administración iraquí estaría sujeta a las mismas presiones. Sin embargo, el gobierno se ha debilitado por la deserción de los diputados cercanos al clérigo nacionalista, Muqtada Sadr, que tenían cinco ministerios, pese a que el líder religioso chiíta no es del agrado de Estados Unidos.
Es improbable que se cumpla la exigencia sunita de que sean disueltas todas las milicias porque todos los partidos chiítas y kurdos que componen el gobierno, con la única excepción del partido Dawa de Maliki, tienen milicias muy poderosas.
Contradiciendo su supuesta política opuesta a los movimientos armados, Estados Unidos ha estado alentando la formación de una milicia tribal sunita hostil a Al Qaeda en Irak.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca