Perú: ante demora de ayuda estallan saqueos en zonas afectadas

PISCO, Perú 17 agosto 2007. - Centenares de desesperados sobrevivientes del terremoto ocurrido el miércoles arrinconaron el viernes a policías de esta ciudad para arrebatarles botellas con agua y alimentos, mientras otros derribaron la entrada a un supermercado para saquearlo, según mostraron imágenes de la televisión peruana.

El presidente Alan García advirtió que infantes de marina "impondrán el respeto" en ésta y otras zonas en las que efectivos policiales tuvieron que disparar al aire para evitar que los saqueos se extendieran en la zona.

"No quiero tomar medidas extremas, ni declarar el toque de queda", dijo García a los periodistas en un recorrido por esta ciudad.

"¡Queremos agua, queremos comida, no tenemos nada!", gritó una furibunda mujer que pese a los golpes que le propinó la policía trataba de alcanzar una caja de alimentos, según las imágenes de la televisión.

"Nadie morirá de sed, ni morirá de hambre. Eso lo puedo garantizar", dijo temprano García por Radio Nacional.

Los desesperados habitantes de Pisco acorralaron a una decena de policías que trataban de entregar botellas de agua y alimentos a los habitantes, y se vieron obligados a disparar al aire para amedrentar a la gente. No se informó de heridos.

Aparentemente, la desesperación gatilló la reacción de los sobrevivientes del terremoto que dejó a Pisco, Chincha e Ica sin agua potable ni luz eléctrica.

En otro lugar de la ciudad, decenas de personas derribaron los vidrios de un pequeño supermercado y sacaron varios productos, como lo enseñó la prensa local.

García llamó a la población a no caer en la desesperación, y dijo que el estado está realizando intensos esfuerzos por entregar la ayuda humanitaria, que aunque llegaba por un puente aéreo desde Lima, parecía insuficiente ante miles de damnificados.

Según bomberos, la cifra de muertos supera los 500, y Defensa Civil dijo que los heridos son más de un millar. Estimó que los damnificados son entre 80.000 y 90.000, y alrededor de 17.000 el número de viviendas destruidas.

En la cercana ciudad de Chincha, durante la madrugada del viernes se escucharon disparos para ahuyentar a saqueadores, según informes policiales.

El general David Rodríguez, director de la policía nacional, dijo que medio millar de policías fueron enviados a la zona para controlar el orden, apoyar en las tareas de ayuda y de rescate.

En un colegio de niños discapacitados en las afueras de Pisco, saqueadores entraron a robar, dijo la directora Marta Guamán. La mujer clamaba sin éxito por la presencia de la policía. "Si nos roban quien nos va a dar después", dijo la mujer, en referencia a equipos audiovisuales para discapacitados, de un costo de 500 dólares.

En este puerto 210 kilómetros al sur de Lima, bajo un intenso sol y en medio de llantos y gritos de dolor de familiares, al menos 35 personas que perecieron en el terremoto fueron enterradas en una ceremonia colectiva.

En el cementerio, por falta de espacio en los nichos tradicionales, se improvisaron tumbas en la tierra, que debieron cavar los propios familiares.

Olga Mamami, de 37 años, viajó ocho horas desde Lima para enterrar a su cuñado y a sus sobrinos de 7 y 2 años, aplastados por una pared de su casa. En menos de 20 metros se colocaron seis féretros en los nichos, que eran cubiertos por lápidas escritas a mano.

Por segunda noche, miles de damnificados de las zonas más afectadas durmieron a la intemperie, desafiando el frío nocturno por temor a nuevas réplicas.

A dos cuadras del hospital de Pisco, carpas e improvisados refugios armados con frazadas ocupan el parque central para quienes perdieron sus casas, la mayoría construidas de adobe y paja. Sus pertenencias están sepultadas bajo los escombros y no tienen más que lo que llevan puesto.

Carol Poma esperaba que alguien le donara seis féretros para su madre, una hermana y dos sobrinos. Todos murieron bajo vigas y restos de las paredes de la Iglesia San Clemente cuando asistían a una misa fúnebre.

Sentada frente a los cadáveres en el patio del hospital San Juan, donde se instaló la morgue, Poma dijo "no tengo nada y todo lo que tenía lo perdí", afirmó la mujer, madre de dos hijos y que tiene cinco meses de embarazo.

El derrumbe en la iglesia de San Clemente frente a la plaza de armas causó al menos 40 muertos, según informó el padre Anselmo, como se conoce aquí al párroco local. El templo de barro se derrumbó por la fuerza del sismo de 8 grados pero muchos de los 200 fieles pudieron escapar, añadió el padre Anselmo.

García anunció temprano el viernes en Pisco que se realizará un censo de los damnificados y se entregarán 1.000 soles (312,5 dólares) a quienes han perdido un familiar y 6.000 soles (1.875 dólares) para la reconstrucción de viviendas.

Luego agregó que "producido el entierro, que es un hecho dramático, sabiendo que los heridos están bien atendidos ... se podrá recuperar la tranquilidad y se podrá organizar la distribución de alimentos y la reconstrucción de viviendas", señaló.

Añadió que espera que en "10 días" la situación tienda a normalizarse pero el plan de rehabilitación durará "algunos meses".

El puente aéreo desde Lima a Pisco durante la noche permitió el traslado de 30 toneladas de víveres y agua. El Presidente anunció la apertura del Estadio Nacional limeño como centro de acopio de los aportes de privados.

En Lima, un sismo de 5,5 grados sacudió el viernes a los limeños a las 8:24 horas (13.24 gmt). El epicentro estuvo a 70 kilómetros de Pisco, según el Instituto Geofísico del Perú.

Más de 300 réplicas se han percibido en la zona del epicentro del sismo. Dos fuertes réplicas se sintieron durante la noche del jueves cuando García visitaba la zona. Durante la madrugada del viernes se registró un sismo de 4,9 grados a 68 kilómetros al sur Pisco.


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