19-08-2007. - “Israel es un gueto sionista, un nido de violencia”, dice el ex presidente de la Knesset Avraham Burg en su último libro titulado Lenatzea' h èt Hitler (Derrotando a Hitler). En una entrevista al diario Haaretz traducida y publicada por Courrier International explica por qué compara Israel con Hitler y señala especialmente que la “Ley del Retorno”, que concede la ciudadanía israelí a cualquier persona nacida en la diáspora y considerada como judía según la tradición religiosa ortodoxa, es el reflejo de la doctrina de Hitler y la definición recogida literalmente por las leyes de Nuremberg. “La dimensión israelí de mi identidad amputa mis otras dos dimensiones, la humana y la judía", indica para explicar su antisionismo.

En dicho ensayo el ex presidente de la Knesset ataca de frente al sionismo y compara a Israel con la Alemania anterior a 1933. La entrevista que concedió a Haaretz suscitó miles de reacciones, a menudo indignadas.

Haaretz: Sr. Burg, leí su nuevo ensayo, Lenatzea'h èt Hitler (Derrotando a Hitler), que le coloca en una posición de ruptura con el sionismo. ¿Usted sigue siendo sionista?

Abraham Burg: Soy un ser humano, judío e israelí. El sionismo fue el vector para pasar de la condición de judío a la de israelí. Me parece que fue Ben Gurion (fundador del Estado de Israel) quien declaró que el movimiento sionista era un andamiaje necesario para construir nuestro hogar nacional y que había que desmontarlo inmediatamente después haber construido nuestro estado.

H: Entonces, ¿usted ya no es sionista?

AB: Todo nuestro siglo XX se ha caracterizado por el primer Congreso sionista (Basilea, 1897) y la victoria del sionismo (político) de Theodor Herzl sobre el sionismo (espiritual) de Ahad Haam (Asher Hirsch Ginsberg, fundador de “los amantes de Sión” y pionero del renacimiento literario hebreo en Ucrania). El siglo XXI debería ser el de Ahad Haam.

H: El sionismo es la fe en la creación y consolidación de un estado nacional judío y democrático. ¿Ha perdido esa fe?

AB: En su definición actual ya no comparto esta fe. Para mí el estado de Israel es un medio, no un fin, ya que es indiferente a las aspiraciones espirituales y místicas expresadas por la religión judía. Además hacer de este estado el instrumento de nuestra redención colectiva, hostigándonos al mismo tiempo a definirlo como democrático, no sólo es imposible, es la bomba.

H: ¿Es necesario enmendar la “Ley del Retorno”?

AB: El fallo de esta ley es que es el reflejo de la doctrina de Hitler (la Ley del Retorno concede la ciudadanía israelí a toda persona nacida en la diáspora y considerada judía según la tradición religiosa ortodoxa, una definición recogida literalmente por las leyes de Nuremberg). Y me niego a ver mi identidad definida por Hitler. Hay que derrotar a Hitler.

H: Usted escribe que si el sionismo no es más que una ideología catastrofista, entonces no sólo es postsionista, sino incluso antisionista. Sabe perfectamente que desde los años cuarenta la dimensión catastrofista es inseparable del sionismo. Por lo tanto es antisionista.

AB: Lo que Ahad Haam reprochó a Theodor Herzl fue la fundación del sionismo exclusivamente sobre el antisemitismo de los gentiles (no judíos). Ahad Haam quería hacer de Israel un centro espiritual basado en nuestros recursos espirituales. Éste es su momento. El sionismo de confrontación vive sus últimas horas. Nuestro sionismo de enfrentamiento contra el mundo entero está en trance de conducirnos al desastre.

H: Más allá de sus posiciones sobre el sionismo, todo su libro respira “antiisraelismo”.

AB: De niño era un judío -en la acepción popular, israelí y despectiva del término-, un yehudon, un “pequeño judío”. Me escolarizaron en un heder (escuela religiosa). A continuación, toda mi vida fui un israelí por la lengua, los símbolos, los gustos, los olores, los lugares, todo. Pero hoy eso ya no me basta. Soy algo más que un israelí. La dimensión israelí de mi identidad me amputa mis otras dos dimensiones, la humana y la judía.

H: Lo que le permite pronunciar palabras terribles contra nosotros.

AB: Mi libro es un libro de amor y el amor puede herir. Veo mi amor marchitarse ante mis ojos. Veo destruirse a mi sociedad y mi país.

H: ¿Cómo puede hablar de amor cuando usted escribe que los israelíes sólo entienden la fuerza? Si alguien dijera que los árabes o los turcomanos sólo comprenden la fuerza, se le tacharía de racista. Y con razón. Usted dice también que Israel es un gueto sionista, un nido de violencia que sólo confía en sí mismo.

AB: Mire lo que pasó en Líbano (la guerra de julio de 2006). Todo el mundo tuvo que admitir que la fuerza no era una solución. ¿Qué decimos cuando se trata de la Franja de Gaza? Que volveremos a entrar y los eliminaremos. No aprendemos nada. Esta violencia no irriga únicamente las relaciones entre nuestras dos naciones (Israel y Palestina) sino entre todos los individuos. Basta con oír un simple intercambio verbal en la calle entre israelíes o escuchar a las mujeres desplazadas para tomar conciencia de la violencia que nos envenena. Debemos mirarnos al espejo.

H: ¿Para usted nuestro problema no es sólo la ocupación, sino un Israel que sería el fruto de una mutación abominable?

AB: La ocupación sólo interviene un poco en el hecho de que Israel es una sociedad aterrorizada. Para entender por qué estamos obsesionados por la fuerza y erradicar esta obsesión es necesario tratar nuestros miedos. Nuestro terror supremo, nuestro terror original son los 6 millones de judíos que perecieron en el Holocausto".

En francés: http://www.europalestine.com/article.php3?id_article=2729

Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.