El reciente ataque mediático gringo donde se presenta como un supuesto capo al Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, forma parte de una práctica sistemática de EEUU y los American Mainstream Media (grandes medios de comunicación estadounidenses) en las pantallas de la globalización. En efecto, las televisoras CBS, NBC, ABC, FOX y CNN, al igual que tabloides como The Wall Street Journal, USA Today, The Washington Post, The New York Times y Los Angeles Times, entre otros, conforman principalmente la todopoderosa artillería mediática al servicio de la política imperialista.
En abril 2015, participamos como chavistas y marxistas por iniciativa propia en un programa de América TeVe (televisora de Miami) a fin de defender a Venezuela y al sistema político que se ha dado el pueblo a través de elecciones libres y democráticas. Ver video:
Tal vez pocos revolucionarios venezolanos hemos estudiado en profundidad durante años el "arte comunicacional gringo" y hemos logrado dirigirnos desde los medios públicos y privados de EEUU a todo ese pueblo para defender a la Revolución Bolivariana. Nuestra propuesta hoy es exigir derecho a réplica dentro del propio territorio estadounidense a fin de romper el esquema de manipulación mediática que se aplica sobre el pueblo de EEUU y donde actualmente se cree que Venezuela atraviesa un escenario político y económico semejante a la película el "planeta de los simios".
Nuestro criterio no recomienda romper relaciones con EEUU y limitarnos a gritarles "imperialistas, yanquis, gringos, invasores, genocidas, go home"; lo que proponemos es penetrar sus estructuras alzando las banderas de democracia y libertad de expresión para hablarle al pueblo de a pie en EEUU. De lo contrario, el senado de EEUU, la cámara de diputados, la Dea, el FBI, la CIA y Obama podrán cometer peores agresiones contra Venezuela y el pueblo de EEUU lo va a apoyar porque las falacias del imperialismo son publicitadas y gozan de popularidad. Solo nuestra contraofensiva mediática venezolana podría cambiar esa situación.
Quienes desde niños conocimos el idioma, la doctrina, cultura y las instituciones gringas sin caer en su lavado cerebral, no subestimamos la gran influencia de sus agencias informativas y su capacidad para internacionalizar rápidamente sus mentiras. De allí que sea fundamental alertar sobre la esencia de su formula mediática en la exitosa satanización de los gobernantes opuestos a su interés geopolítico y el modo de provocar crisis para derrocarlos.
En la Casa Blanca, el control de la opinión pública es la clave para justificar invasiones, bloqueos y todo tipo de agresiones contra quien pretenda independizarse de la dominación extranjera; aquí no nos referiremos a los verdaderos líderes revolucionarios, sino a un reciente grupo de mercenarios que fueron pagados por el Imperio y luego crucificados por éste.
Nadie olvida al presidente panameño Manuel Noriega, pues aunque sus finanzas fueron infladas por los yanquis a cambio de entregar el Canal de Panamá, fue derrocado al no cumplir con el pacto; no sin antes ser vinculado al narcotráfico y ridiculizado con imágenes donde amenazaba a Washington con un machete frente a los periodistas. Era obvio que con semejante show el mundo lo vería como un delincuente vulgar o un loco de selvas tropicales que debía ser enjaulado para bien de la civilización. Hoy se intenta algo semejante.
A la lista de bandidos utilizados y traicionados por los gringos se suman Osama Bin Laden y Saddam Hussein, ambos recibieron armas y dólares para la guerra, uno para combatir a los rusos en Afganistán y otro para desde Irak atacar a los iraníes; pero más tarde este infeliz dúo fue víctima de la cacería de brujas iniciada luego de los dudosos hechos del 11 de septiembre en Nueva York.
La historia muestra claros ejemplos de que el Imperio es experto en la creación de malas reputaciones mediáticas y que extermina a sus propios empleados cuando dejan de serle útiles. Sus medios trabajan a diario para convencer al mundo de que los dirigentes que no obedecen a EE.UU. son siempre dictadores caníbales que violan derechos humanos, terroristas narcotraficantes que fabrican armas de destrucción masiva o desquiciados excéntricos que deben ser eliminados para salvar la democracia.
Pero hay que retar al imperio a un debate mediático internacional cara a cara y sin insultos. Estamos preparados. Que vengan a Caracas y vayamos a Washington o a Miami. Bienvenido sea el debate público. Y si alguien renuncia o se niega a debatir, que sean los imperialistas, no los revolucionarios venezolanos. Que el mundo vea quiénes son democráticos y quiénes no.