La Comunicación. ¿Arma inicial de la guerra?

La modernidad como visión filosófica que enclava al individualismo como trinchera de pensamiento y acción del hombre, sumergiéndolo en una crisis espiritual donde los valores éticos, entre otros, son borrados, apartados o ridiculizados, ha trastocado la convivencia humana a tal punto; que la mentira forma la más esplendida carga de retorica universal en la información humana dentro de  nuestro presente.  

El ser humano sin comunicación, es el peor momento para Dios y la naturaleza. Ahora, este ser humano hundido en la mentira mundial, es el mejor esclavo para el reinado de la hipocresía global. El calibraje informático doblega la capacidad de aprendizaje y reacción, adormeciendo la crítica y el razonamiento lógico del panorama informativo mediático mundial. La guerra cultural, sus batallas y su hegemonía  están siendo bien encubiertas, como el verdadero bombardeo mortal contra la conciencia, la razón y la vida.

Los mass media, preparan o abonan el terreno enemigo. Ya no hay infantería  porque la sucesión al ataque mediático será la artillería para la invasión o ataques a distancia de los blancos seleccionados. La guerra o el conflicto han multiplicado sus motivaciones y necesitan un multiplicador de justificaciones. Las pretensiones hegemónicas del poderío mundial prefieren dominar culturalmente a otros pueblos considerados débiles en su integridad, también incómodos a ciertos intereses y que mejor que el atontamiento con los medios y sus contenidos para un ataque. Esto en el primer momento de la guerra.

El comienzo de la socavación estructural política de un país comienza con la desmoralización de su liderazgo, sus instituciones, su cultura. Con  la exageración cuantitativa de sus carencias materiales. También les apuntan a su arraigo patriótico, a sus querencias nacionales, a sus libertadores, incluso a sus logros. La comunicación social juega el papel primordial en el despertar de odio hacia sus antagónicos ideológicos entre el mismo pueblo para conseguir una guerra civil, con todo lo que ésta acarrea.

Lo más significante de esta situación lamentable es que los operadores sean connacionales y personas con una preparación profesional de alto calibre, en el desempeño mediático. Los periodistas venezolanos, en gran cuantía, y otros en sus respectivos países, le han vendido el alma al diablo en la práctica profesional, se han aliado de una manera cartelizada e inhumana a un movimiento violento-político que ha emergido en el mundo y que presiona cada vez más para apoderarse del control de los pueblos, esto desde los grandes centros de poder en los países potencias del mundo.

Los medios de comunicación se convirtieron en vigilantes acólitos de las corporaciones transnacionales y líderes políticos de las grandes potencias, que conjugan actividades políticas y las administraciones de grandes empresas de nivel mundial. Esta situación lamentable y peligrosa para la convivencia humana, puede generar una hecatombe en la información al punto que cuando los medios quieran informar una verdad, no haya seres humanos en pie que les crea o las reciba.

Hay medios de comunicación venezolanos y mundiales que nos han estado sumergiendo en un conflicto fratricida. Sin vergüenza alguna pavonean señas, símbolos, imágenes, noticias, llamados, frases, etc., etc. Con la finalidad siniestra de acrecentar la conflictividad entre contrarios en ideologías dentro de nuestro santuario nacional. Fuera de de nuestras fronteras los venezolanos estamos comiéndonos, en este país no hay gobierno y la oposición está llena mártires viajeros. Lo peor es que hay mucha pero mucha gente que lo cree y multiplica esa falsedad, incluyendo escenarios  internacionales y con proyección satelital mundial

La guerra tiene un arma más temida que el ruido de sables, de morteros, de helicópteros, de misiles o aviones caza bombarderos. Parafraseamos muchas veces “cuando el rio suena piedras trae” eso ha cambiado ahora digamos “cuando los medios quieren bombas caen”. Son los medios de comunicación las nuevas armas de inicio para la guerra. No sé si después de la desgracia sirvan para que finalicen las matanzas.



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Pedro Barrera


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