No cabe la menor duda, muchos de nuestros compatriotas son el blanco en una guerra de cuarta generación que se viene desatando cada vez con mayor intensidad en nuestro país.
La confrontación asimétrica entre el poder imperial, concentrado en un número reducido de familias y grupos económicos muy poderosos que controlan la banca internacional, la industria de fármacos, los medios de comunicación dominantes (prensa, radio, TV), las universidades más elitescas, la industria militar, entre otros factores; representado en su máxima expresión política por el gobierno de los EEUU de Norteamérica por un lado
Por el otro el gobierno del presidente Hugo Rafael Chávez Frías, acompañado de una mayoría absoluta de su pueblo que lo respalda en esta difícil confrontación, está dando lugar a las múltiples campañas mediáticas desatadas no sólo a nivel nacional, sino también a nivel internacional.
Especialmente sucede en América Latina (epicentro de este proceso de cambio irreversible en la historia de nuestros pueblos) y en las naciones de la Europa Occidental.
No es cuento, lo aquí expuesto es científica y racionalmente constatable. Reflexionemos sobre las bases conceptuales en que se diseñan los programas o estrategias tanto de las campañas mediáticas, como las de guerra psicológica, en el marco de una guerra de cuarta generación.
En primer lugar, debemos distinguir entre percepción y realidad. Una misma realidad puede ser percibida de múltiples o diferentes maneras. En segundo lugar, debemos distinguir los tres planos que coexisten de manera íntimamente relacionada en todo ser humano.
En primer lugar, se habla del plano cognitivo. En este plano tenemos los conocimientos, las experiencias vividas que nos dan reglas de interpretación, lo racional, en fin, las bases que conforman nuestros mapas mentales.
Luego se habla de un segundo plano constituido el mismo, por los aspectos de carácter emocional o sea las emociones o nuestros sentimientos.
Por último, el tercer plano, el cual está referido a lo conductual, es decir, a la forma en que nos comportamos: el comportamiento.
Estos tres planos: El cognitivo/racional, el emocional y el conductual, están relacionados íntimamente a través de una trilogía causa-efecto de la forma: Lo cognitivo/racional influye en lo emocional y esto influye en lo conductual. De esta manera, el plano de lo cognitivo fundamentado en nuestros conocimientos y experiencias, apuntalado ello, por las creencias y valores que hemos asimilado ó que nos han inculcado, es la base que dinamizará o determinará en gran medida el segundo plano: las emociones.
Se cierra el ciclo de esta trilogía en las relaciones causa-efecto con la dinamización o determinación que tenga a su vez, el plano emocional, con el último plano: el plano conductual, es decir, nuestros comportamientos.
El punto de partida en el marco de una campaña mediática o punto de guerra psicológica es generar un discurso que aunque lógico y racional, se fundamente en información que no represente la realidad.
De esta manera, nuestra sociedad es blanco permanente de un discurso lleno de mentiras y falsedades en contra de toda realidad que emerge contrapuesta a los intereses de los grupos dominantes.
Una vez comprado el universo o discurso las campañas están diseñadas para pasar del plano racional (lo cognitivo) al plano emocional para con ello generar sentimientos de odio y de rechazo que sean el caldo de cultivo que permita estimular conductas y comportamientos llenos de protesta y violencia, cerrándose así el ciclo de estas nefastas estrategias de guerra psicológica.
Obviamente, hay un elemento fundamental en este proceso: EL MANEJO DE LA INFORMACIÓN, de allí, la razón de ser de las llamadas campañas mediáticas. Aquí llegamos a un punto vital para comprender lo que está pasando.
El mundo que una persona “percibe” dependerá tanto de su mapa mental, como de la información que recibe, la cual es procesada en su cerebro, de acuerdo al mapa mental que la persona tenga conformado en su mente.
¿Cómo son los mapas mentales dominantes o que predominan en una sociedad como la venezolana o latinoamericana? Muy diversos, por supuesto, infinitamente variados, sin embargo, existe un conjunto de mitos, creencias y valores, que han venido cultivándose o sembrándose por décadas a través de la enseñanza formal (la educación) y los medios de comunicación: prensa, cine, radio y televisión.
Todos ellos bajo una concepción o modelo de sociedad que se ha impuesto, pero que además quiere a toda costa, cueste lo que cueste, que siga imperando. Este modelo de sociedad, este modelo de país, o incluso de mundo, es el llamado modelo capitalista, sea cual sea el apellido que se le dé: neoliberalismo, liberalismo, capitalismo salvaje.
A fin de cuentas, es un modelo o patrón, que duélale a quien le duela, crease o no se crea, es la base de sustentación del sistema imperialista, que pretende seguir dominando y gobernando el planeta, en nombre de una falsa libertad y falsa democracia.
De ello, todos, absolutamente todos hemos sido víctimas, me incluyo en primera fila. No reconocerlo, es no tener inteligencia ni gallardía para afrontar esta triste realidad.
Llegamos así, a una conclusión que nos permite entender cabalmente la razón de ser o el objetivo de estas campañas mediáticas y de guerra psicológica desatadas a lo largo y ancho del país, la región, nuestro continente, y en general, a nivel mundial: mantener a las personas en una “burbuja”.
La cual no le permite ver la realidad de su alrededor ni mucho menos, comprender la dinámica histórica de lo que está aconteciendo. Los amigos de la oposición entran así, como dicen los especialistas en la materia, en una verdadera disociación psicótica.
Yo los llamo habitantes del planeta burbuja, porque viven de una realidad “virtual” en contraposición a una realidad “real”, aunque semánticamente ello sea redundante: las bolas, las mentiras, los rumores, la desinformación por la internet, la negación sistemática de los logros y éxitos del gobierno son síntomas elocuentes de esta guerra de cuarta generación, la cual divide a nuestro país y al planeta en general en dos clases o tipos de habitantes: los terrícolas y los burbujeanos, léase los habitantes del planeta “burbuja”.
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