(Y a Ernesto Villegas, también)

A Rafael Martínez Ochoa, "Con mucho respeto"

Leo en Aporrea un artículo de opinión de Rafael Martínez Ochoa mediante el cual afirma que Ernesto Villegas lo irrespeta cuando invita a “dirigentes” opositores al programa que conduce en VTV. Específicamente se refiere a Julio Borges a quien define como “uno de los más indeseables personajes de la vida política de este país”, y se pregunta: “¿Cuál es el objeto de invitar a individuos como éste?”, y se responde: “No tiene ningún sentido, al igual que el señor José Vicente Rangel, quién invitó a su programa a Leopoldo López, ¡por favor!”. Pues, ante esta posición, creo prudente reflexionar un poco…

Analizando los resultados del referendo del 2-D, muchos de los que se han expresado a través de esta página señalan la errada política informativa que instrumentó el gobierno como uno de los factores coadyuvantes a la derrota. Pienso que el error consistió, en todo caso, en no haber diseñado tal política, en haber mantenido el mismo esquema que -según la mediocretinocracia parasitaria- había dado buenos resultados: dejemos solo al comandante, que él hable, nosotros repetimos, y nunca debatamos porque estamos ganando. En consecuencia, durante la campaña se cerraron definitivamente los espacios a la confrontación de ideas en VTV, VIVE, ANTV, etc., y nuestros representantes ante el CNE impidieron los debates previstos en el cronograma anunciado por este organismo. Mientras tanto, la oposición -agresivamente y sin escrúpulos, como siempre-, hizo lo propio a través de Globovisión, las emisoras radiales y el cojonal de medios impresos tradicionales que la conforman. Al final, perdimos. Hoy debemos evaluar los resultados y corregir las fallas que condujeron a esa derrota, y recordar porqué desde hace 9 años y hasta el diciembre pasado no habíamos perdido. Veamos algunos procesos electorales nacionales:

1. En 1998 nos enfrentamos a lo más rancio de la derecha venezolana, y con debates permanentes y un proselitismo profundo, a Hugo Chávez lo hicimos presidente con el 56,20% de los votos; la oposición unificada alcanzó el 39,97%, y la abstención cerró en 36,55%.

2. En 1999 aprobamos la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Teníamos como contrincantes a la Constitución de 1961 y a sus defensores-usufructuarios. Ganamos con 3.382.075 votos (81,74%); votaron en contra 527.632 (12,75%), y 6.850.747 (62,35%) se abstuvieron.

3. En 2000 se llevó a cabo la relegitimación conforme al nuevo orden constitucional, y la oligarquía venezolana, sin rostros que ofrecer y panza arriba, apoyó a Francisco Arias Cárdenas. Los resultados: Chávez: 3.757.773 (59,76%), Arias Cárdenas: 2.359.459 (37,52%) y la abstención: 5.120.464 (43,69%).

4. En 2004 se realizó el Referendo Revocatorio propuesto por la oligarquía, luego de haber fracasado con el golpe de estado de abril de 2002 y el paro terrorista de fines de ese año y principios de 2003. Resultados: NO: 5.800.628 (59,09%), SÍ: 3.989.008 (40,63%), Abstención: 4.222.269 (30,08%).

5. En diciembre de 2006, reelegimos al presidente Chávez 7.309.080 compatriotas (62,84%); Manuel Rosales fue el candidato de la oposición unificada y obtuvo 4.292.466 (36.9%). La abstención: 3.994.380 (25,3%).

En estos 5 procesos, sin excepción, nos enfrentamos a propuestas que defendió la oligarquía (Salas Rômer, la constitución del 61, Arias Cárdenas, el SÍ revocatorio, Manuel Rosales) y. por consiguiente, se efectuaron debates profusos y constantes en el seno del pueblo y en medios de comunicación social durante considerables períodos de tiempo, previos a los actos comiciales.

En cambio, para el 2-D la oligarquía no propuso, nosotros lo hicimos. (Los “dirigentes opositores”, sin la más mínima credibilidad, presintieron el autogol de nuestros confiados y triunfalistas jugadores y, cuando el balón se acercó al arco sin portero, corrieron hacia su público a hacerles creer que había sido una jugada colectiva de mucho virtuosismo). Y además de ejercer la iniciativa, los nuestros impidieron el debate (los, hasta ahora, jerarcas de la Asamblea Nacional tienen mucho que ver con esto). A los coñazos, en tiempo récord, se aprobó un proyecto de reforma desfigurado y, en tan solo un mes, se desarrolló la campaña. Según la última información publicada, la propuesta presidencial (Bloque A) fue derrotada así: el NO obtuvo 4.521.494 votos (50,65%). El Sí, 4.404.626 votos (49,34%). La abstención se ubicó en 43.95%.

Comprendiendo el significado de todas esas cifras, ¿será correcto seguir cerrando los espacios al debate?; ¿no nos ha beneficiado siempre la confrontación de nuestras ideas con las pretensiones de nuestros adversarios?, y si es así, ¿no es necesario que los opositores sean entrevistados y descubiertos, fuera de Globovisión, por periodistas equilibrados y progresistas?, ¿o seguimos incentivando que VTV y los otros medios estatales sean considerados exclusivos para “chavistas”, cuando lo que verdaderamente nos fortalece es el contraste y la balanza? ¿Qué esperarán de nuestros medios los venezolanos que no acudieron a votar, el 43,95% de la población? ¿No será oportuno revisar y adaptar la programación de nuestros canales y emisoras de cara a las batallas por venir? Estas son preguntas cuyas respuestas deben provenir de las mayorías del pueblo las cuales deben ser reincorporadas y consultadas, porque –y es necesario recordarlo- este es un proceso que nació y vive en ellas. Por mi parte, y a diferencia de lo que opina el compatriota Martínez Ochoa, me gustaría ver a Aristóbulo entrevistando a Yon Goicoechea, o a Vanesa Davies con Nitu Pérez Osuna, o a Ernesto con Antonio Ledesma, o a Mario Silva debatiendo con Leopoldo Castillo. En ese escenario, discutiendo, confrontando nuestras verdades con “las suyas”, no nos gana nadie.

feolacruz@gmail.com



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Luis Salvador Feo la Cruz P.


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Luis Salvador Feo La Cruz

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