El veneno nacional

El veneno nacional

La sociedad colombiana está siendo objeto de una enorme presión psicológica y envenenamiento. Ello se manifiesta en la campaña mediática que los medios de alienación masiva, los lacayos del alto gobierno y uno que otro oportunista de izquierda practican con mordaz puntualidad.

El objetivo de dicha campaña, a parte de condenar y señalar a la guerrilla de las FARC como terroristas, consiste en impedir que madure un proyecto político revolucionario, radicalmente diferente al iluso y decadente mundo al que somete la derecha y el imperialismo a los pueblos.

Por fortuna, la realidad es infinitamente más tozuda que el emotivo lagrimón de telenovela barata que transmite la televisión. Acaban de diseñar una “marcha” para que salgamos por millones a defender un presidente más preocupado en su artificial imagen, las rentas de los grandes capitalistas y los asesinos foráneos y criollos, que en la patria.

A esta patria la ofende profundamente la ingerencia directa del imperialismo norteamericano con sus políticas económicas, la imposición de la extradición que vulnera la soberanía nacional, el saqueo y devastación de los recursos naturales y su asistencia, apoyo y financiamiento de una guerra (Plan Colombia y Patriota) donde los muertos son 99.9 por ciento colombianos.

El intento perverso de la derecha de borrar de nuestra memoria, como si fuera un dispositivo formateable, la historia de los crímenes y horrores cometidos por todos los actores del conflicto, guerrillas, Estado y bandas a su servicio, es una muestra del deseo de los piratas de la verdad por hacer real lo imposible: que vivamos en su ilusión.

El veneno nacional que inyectan a cada segundo los mass media les permite darle un manejo al tema del secuestro desde una posición de clase, donde este grave delito sería el único a rechazar y condenar. Esa es la respuesta de la oligarquía y sus áulicos a los problemas del país. Pero quedan muchas preguntas por responder. ¿Dónde están, por ejemplo, los foros, las discusiones profundas y los programas radiales y de tv sobre los desaparecidos? ¿Dónde están los foros y debates diarios sobre causas, autores y efectos de la estrategia paramilitar? ¿Dónde están los debates diarios en los mass media sobre las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por el Estado a través de sus organismos policiales y de seguridad? ¿Dónde están los debates diarios sobre el desplazamiento de millones de campesinos, sobre la expropiación de sus tierras? No existen, porque solo hay un veneno que inyectar en la opinión de la gente: el terrorismo de las FARC. ¿A caso no ha recurrido el Estado colombiano al terrorismo como mecanismo para asesinar, desaparecer, encarcelar o exiliar opositores?

Y nos preguntamos además: ¿son los Estados Unidos un aliado con autoridad moral y política en la llamada lucha contra el terrorismo, cuando ellos mismos lo han utilizado (minado de los puertos a Nicaragua en los 80s y las mentiras sobre Irak y Saddam Hussein acusándolo de tener armas nucleares que alcanzarían Londres, Inglaterra, en 45 minutos) para justificar la invasión y bombardeo de otras naciones, como Irak y Afganistán?

Algunos oportunistas de izquierda ayudan hoy al histórico adversario ideológico: llaman a hacer alianzas con el gobierno contra uno de los actores del conflicto, proponiendo participar en la marcha del 4 de febrero contra las FARC. ¿No contribuye ello a la polarización del conflicto? ¿Por qué no convocar un gran movimiento nacional o un referendo por el acuerdo humanitario? ¿No es acaso esto último más sensato?

A un régimen interesado más en el apoyo de la mojigata derecha global, la bendición de la Puta de Babilonia y el estrechón de manos de un petulante rey no se le hacen concesiones de ningún tipo. A un aliado incondicional del imperialismo que se pavonea por medio mundo arrastrando una falsa imagen construida con el veneno de los medios de alienación masiva y un puñado de bufones, hay que responderle con propuestas políticas que recojan el sentir de un amplio sector de la sociedad inmune al envenenamiento y presión sicológica de los gángsteres del poder.


(*)Historiador de las ideas, miembro de Movilicémonos Pueblo y de la dirección nacional del Polo.

otohica62@yahoo.com


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