Hace no se cuanto tiempo, que los medios de comunicación dejaron de ser intermediarios para convertirse en protagonistas del escenario social. Actualmente, las opiniones de los comunicadores pretenden convertirse en referencia para que la ciudadanía se forme sus propias ideas y saquen sus conclusiones relacionaas con el diario acontecer.
Ante esto, la tarea del comunicador es de manejar con manos de seda, pues, le corresponde convertir lo cotidiano en novedoso. La faena del periodista, más que perseguir la nota, es llevar al público, a descubrir que las situaciones que le rodean son las suyas, que las necesidades que se expresan y las soluciones que se plantean requieren de la participación de todos para avanzar.
En estos últimos días, cuando tenemos una verdadera libertad de información, resulta que el chisme y el amarillismo prevalecen sobre lo que debiera ser la esencia del periodismo: el esfuerzo por mostrar al ciudadano, que diariamente, nos esforzamos por construir una sociedad mejor.
Lamentablemente, hechos desagradables, nos demuestra que estamos atravesando por una grave crisis de los valores tradicionales. Principios fundamentales considerados por mucho tiempo, de carácter universal, han perdido presencia, haciendo mella en las actividades sociales, donde el Periodismo, no es ajeno al problema.
La búsqueda de la verdad, es la actitud diaria que toda comunidad reclama al profesional de la comunicación, consciente de que las mentiras o medias verdades difundidas por diversos medios les impiden conocer la realidad, lo que realmente está sucediendo.
Así, la verdad constituye la base ética tanto del medio, como del periodista, siendo esta su razón de ser, ayudando de este modo a proteger la libertad de información ya que los periodistas concientes de su responsabilidad profesional, tratarán de llegar a informar oportuna, veraz y objetivamente.
Sin embargo, la falta de respeto con que se conducen muchos de los profesionales de la comunicación nos demuestra que esa realidad, está muy lejos de alcanzar. La desvergüenza, la aceptación de prebendas, el sometimiento a intereses económicos, el culto al dinero, son actitudes que se evidencian día a día, afectando la credibilidad incluso de los que no estan involucrados pues, siempre pagan justos por pecadores, contribuyendo al desprestigio general de la profesión, y haciendo perder de vista el último fin del Periodismo… la búsqueda del bien común, y no el éxito individual.
Considerando el hecho de que los medios de comunicación además de ser un servicio público son también una industria que debe ser económicamente rentable para seguir funcionando, cabe esperar el surgimiento de conflictos entre los profesionales y las empresas, debido a la dificultad de compaginar los intereses y las convicciones morales.
Este problema moral que afecta a los deberes y derechos de los profesionales debe ser resuelto en el contexto de una ética de los profesionales de la información, en cuanto concierne a sus fidelidades y lealtades para con la empresa a la que pertenecen, y para con la sociedad a la que sirven.
Sin embargo, la realidad nos muestra que son pocos los medios que se ajustan a dichas limitaciones. El mayor daño que los medios hacen consiste en informar de lo que no deben, en publicar aquello que debe ser privado, con la intención de hacer lo más "vendible", demostrando claramente que el derecho a la intimidad y a la propia imagen es uno de los derechos más amenazados por la libertad de expresión.
La información y el entretenimiento que los medios de comunicación ofrezcan a sus públicos, deben cimentarse en el respeto a los derechos fundamentales. Hay demasiado rumor expresado como cierto, demasiada explotación del dolor ajeno, demasiada irresponsabilidad. No es legítimo informar de cualquier modo, como no es lícito entretener sin medir las consecuencias.
El periodista influye en la conciencia de la sociedad: Tiene una responsabilidad política e ideológica. Por lo tanto, ese sentido de responsabilidad debe obligarle a ir más allá de la presentación escueta de los hechos; a verificar los datos, contrastar las fuentes, averiguar y presentar los antecedentes, el contexto y las consecuencias del hecho noticioso.
Sólo así podrá llegar a la verdad, ya que si obtiene una a medias, será mutilada, deformadora de los hechos objetivos, y seguramente, con nefastas consecuencias para la sociedad en su conjunto.
Un profesional de la comunicación en la actualidad, si quiere trabajar y vivir de aquello para lo que se ha preparado, debe someterse a los compromisos económicos y políticos de la empresa a la que pertenece, perdiendo así su independencia y consecuencia, faltando al principio periodístico de procurar el bien común.
Entonces, el ejercicio profesional del periodista tiene sus cimientos fundamentales en el hecho de suministrar información a la comunidad en la que actúa, de manera veraz, objetiva y oportuna y de ponerse al servicio del bien común.
siguaraya106@gmail.com