La agencia de noticias AP desde Nueva York dice que son un par de cineastas italianos que durante dos meses estuvieron en Venezuela investigando sobre la “Revolución Bonita” de Hugo Chávez, pero que finalmente terminaron desencantados.
El redactor de la AP agrega algo que potencia la conclusión del par de periodistas, pues, según afirma la noticia, Silvia y Bellino “estaban plenamente identificados con la causa bolivariana” de Chávez.
O sea que, después de la visita y consiguiente investigación de estos periodistas italianos, Chávez tiene dos adeptos menos y un par de enemigos más que salieron despotricando del gobierno diciendo, inclusive, que habían sido expiados en sus correos.
Se trata de la constante función informativa que en los medios masivos de comunicación, que hoy son meros acápites de grandes conglomerados económicos, desarrollan periodistas canallas que por algunos pocos pesos, más tiquetes y hoteles, manipulan la opinión pública porque de lo que se trata es de mercenarios del periodismo que destinan una profesión que Albert Camus bautizó como “la más hermosa del mundo” al servicio de los intereses más oscuros y nefastos del capitalismo salvaje.
La directora de la Red, La otra movida, Sonia Mireya Pico, que opera desde Roma, me hizo el favor de indagar un poco sobre el par de periodistas italianos, y me dice:
“La Silvia Luzi trabaja en dos periódicos de derecha”, uno de ellos TG1 dirigido por Gianni Rotta “quien se vendió a Berlusconi (…) y claro, a él le conviene hacerle una campaña negativa a Chávez porque la mayoría de los ítalo-venezolanos que han regresado a Italia odian a Chávez y no ven la hora de que lo saquen del poder”.
Si la Luzi trabaja con periódicos de derecha, lo cual está en todo su derecho, ¿Por qué diablos dice la AP que tanto ella como Bellino “estaban plenamente identificados con la causa bolivariana”?
Ah, es que parece encantador decirle al mundo, sobre todo a la opinión popular de este mundo subdesarrollado que tomamos a los extranjeros por principio como más inteligentes y civilizados, que un par de periodistas italianos fueron a Venezuela a divulgar los resultados de la “Revolución Bonita”, y quedaron desencantados.
Es el arte de la mentira organizada que gusta sutilmente horadar el subconsciente de la sociedad hasta convertirla en autómata con el fin de que haga silenciosa y calladamente aquello que, como diría Kant, va hasta en contra de sus propios intereses.
Es la gran lucha, titánica, sin hipérbole que tiene que librar la izquierda porque el capitalismo a lo largo de estos 200 y más años se ha apoderado de los medios de comunicación a través de los cuales divulga universalmente la mentira organizada.
Por eso les duele tanto cuando los gobiernos de izquierda, que tratan de enderezar los entuertos sociales cometidos por la derecha, empiezan por recobrar la orientación de las comunicaciones que se difunden por los medios electrónicos como la radio y la televisión, medios que por ser etéreos, no se pueden dejar a perpetuidad en manos privadas sino que pertenecen por derecho propio al Estado, es decir, a la sociedad entera como un bien colectivo y proindiviso.
¿Quién ronda a la AP? Nadie, como para exigirle una explicación sobre su despacho al mundo informando sobre el desencanto de Luzi y Bellino, cuando, por lo visto, lo que estaban era muy encantados de cumplir con su pérfida misión de socavar la Revolución Bolivariana.
Resultados más que pobres encontrarían Luzi y Bellino en su propia Italia bajo el gobierno de su propio líder, Silvio Berlusconi; y más que pobres, paupérrimos, pudiera divulgar la AP desde Nueva York, su sede principal, sobre el desvergonzado Bush que se hunde en la historia con su letal carga de un millón de muertos, tan sólo en Irak y la quiebra financiera y económica de la que, hasta comienzos de su administración, se consideraba la primera potencia mundial.
Con los medios informativos del capitalismo se aplica bien el refrán de “la paja en el ojo ajeno”. Pero lo que resulta deprimente, inadmisible y sorprendente, es que la gente siga comiendo cuento
Esta mañana leía en El Tiempo de Bogotá una somera información sobre los 50 años de la revolución de Castro en Cuba y alguno de mis contertulios lanzó este epíteto: “hola, 50 años y no ha hecho ni ¡mierda!”
Sí, le respondí: es una bobada aguantar más de 40 años un embargo económico de la primera potencia del mundo y todavía meter más de un millón de personas a la plaza de la Revolución. Es realmente una estupidez que después de haberle esculcado a uno hasta el alma en medio siglo no le hayan encontrado en su patrimonio ni un alfiler ajeno.
La gente no piensa por cabeza propia; la gente piensa por lo que dicen los medios y si verdaderamente el mundo del socialismo del siglo XXI quiere profundizar su revolución tiene que empezar, antes que nada, a arrebatarle esta poderosa arma al capitalismo. De lo contrario, las lucis y los bellinos seguirán escribiendo a sueldo sus desencantos porque resulta imposible convencer a alguien de algo cuando al otro lado hay alguien que le paga para que piense lo contrario.
Y Luzi y Bellini apenas son unos anónimos en busca de renombre. Ya tienen ilustres predecesores que en los tiempos de hoy se personifican en tipos como Vargas Llosa y Carlos Alberto Montaner, por ejemplo.
Nota: Agradezco los datos que desde Italia y Venezuela me suministraron Sonia Mireya Pico y Álvaro Másmela, respectivamente. .
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