El gobierno bolivariano ha puesto en marcha misiones destinadas a enfrentar la exclusión y desigualdad social. Sin embargo, existen rincones de nuestra Patria donde a pesar de la voluntad política del presidente, y la organización de la comunidad, encontramos resistencia burocrática en algunas instituciones que no permiten que la Revolución llegue a los más necesitados.
“La escuela está fundada hace más de ocho años, y no se ha completado” explica Juan Bautista Peña, habitante del sector. “Le falta hasta techo. Todo lo que hay es porque lo hemos logrado nosotros, la comunidad”.
Jesús Molina, otro vecino, es de la misma opinión. “La Escuela, de 'bolivariana' solamente tiene el nombre. No cumple las funciones que cumple una escuela bolivariana. Lo que estamos exigiendo es que nuestra escuela sea realmente bolivariana, y que nuestros hijos puedan gozar de ese beneficio como venezolanos que somos”.
Los programas de alimentación tampoco llegan al lugar. “Se recibe el poco aporte que puedan dar los propios representantes. Realmente no se recibe nada”, afirma Jesús Molina. “Como consejo comunal” añade otra habitante, Alicia Hernández, “pusimos la comida seis semanas, nos mandaron a facturar, pero todavía no nos han pagado esa plata”.
Édgar Mejías, Director encargado del Núcleo de Escuelas Rurales del Estado Barinas, detalla todas las carencias del lugar en materia educativa. “Las escuelas están construidas por la misma comunidad. Cuando llueve el agua se mete y no se puede dar clase, también entran culebras... Hay 225 alumnos y ninguno de ellos está recibiendo el programa de alimentación escolar”. Hay más quejas. “La escuela es bolivariana desde el 2005, pero no hay nada, ni cepillos para barrer. Uno va a la zona educativa, le aprueban los informes, pero cuando uno va a retirarlos están 'desaparecidos'” denuncia Alicia Hernández.
La Misión Ribas sufre las consecuencias de este abandono también, como explica Yofren Ramírez, uno de los estudiantes de dicha misión. “Somos 25 alumnos pero no tenemos el material de estudio, ningún televisor ni vhs para estudiar. Lo reclamamos, pero nos han tenido en un vaya-y-venga”.
Las casas de la zona están hechas por sus habitantes, la escuela -incompleta- es el único edificio de bloque y cemento, como explica una habitante del sector, Adriana Ramírez. Las viviendas, hechas por la propia comunidad “serrando maderas, cortando y rayando la palma, montando la estructura”, son invadidas por murciélagos e insectos. Algunos habitantes sufren el 'mal de Chagas', mortal a largo plazo y sin cura conocida, por las condiciones de sus casas.
“No tenemos una vivienda suficiente para vivir en unas condiciones dignas” añade Wilmer Navas, otro vecino del lugar. “Queremos que nos tomen en cuenta las instituciones, aunque estemos en un rincón aislado, también somos pueblo y como venezolanos tenemos el derecho de disfrutar de los bienes que está dando el gobierno”.