La Misión Robinson se lanzó en Julio del 2003 con el objetivo de erradicar el analfabetismo en Venezuela. Sólo dos años después, más de un millón de adultos analfabetos ya habían aprendido a leer, escribir y realizar operaciones matemáticas básicas. Venezuela se estrenaba entonces como “territorio libre de analfabetismo”.
“La Misión comenzó con la finalidad de alfabetizar nuestro país, cosa que logramos con muchísimo éxito” afirma Yaritza Mora, coordinadora de la Misión Robinson en el distrito capital. “Actualmente hemos alfabetizado a un millón 539 mil 786 patriotas” apunta Zully Hernández, la coordinadora de la misión a nivel nacional. El trabajo de la misión no se queda en esta primera fase: la fase II persigue que los que superaron el primer paso puedan graduarse en sexto grado. Una tercera fase tiene por objeto “formar a las personas, y eso es a través del Tercer Motor, Moral y Luces: [inculcar] los valores socialistas para esa sociedad protagónica, pluricultural, esa sociedad democrática, participativa que defiende nuestra constitución” explica Yaritza Mora.
Algunos sectores de oposición han negado el éxito de estos programas. Recientemente, con motivo del acceso a algunos datos de los inscritos en el PSUV, que mostraban aspirantes que declaraban no saber leer ni escribir, el diario El Universal aprovechó la ocasión para descalificar los logros del país en la materia ("Cifras indican que Venezuela no se liberó del analfabetismo", publicado el 1 de Julio del 2007). Yaritza Mora aclara las posibles dudas al respecto. “Este país se liberó del analfabetismo, pero eso no significa que no quede un porcentaje. La UNESCO pasó un buen tiempo entre nosotros para asegurarse que se estaba alfabetizando a Venezuela, y así como lo han hecho en otros países del mundo, dijeron que Venezuela contaba con los parámetros establecidos para declararse libre de analfabetismo”. Según la propia UNESCO, el organismo internacional encargado de evaluar este tema, ningún país del mundo tiene 100% de población alfabetizada: ni Noruega, ni Estados Unidos, ni Cuba ni Venezuela. Es normal un pequeño porcentaje de iletrados. Actualmente se están alfabetizando 40 mil 692 personas en el país, aunque el número “puede aumentar un poco” reconoce Zully Hernández, “porque ahora estamos de manera intensiva abordando las poblaciones con reportados como que no saben leer ni escribir, para incluirlos inmediatamente” en el programa.
Ahora se está llevando adelante un taller de evaluación de impacto para conocer el alcance de este programa, que acaba de cumplir cuatro años. La misión no consiste “solamente en que aprendan a leer y a escribir” afirma Ana Rodríguez, miembro del equipo técnico. “Esta misión tiene un impacto social, un impacto pedagógico, un impacto en cuanto al desarrollo curricular y eso es lo que vamos a hacer en este taller de evaluación de impacto: medir hasta qué punto ha tocado la Misión Robinson” al pueblo venezolano.
Los estudiantes son la mejor prueba de este alcance. “La Misión Robinson para mí ha sido muy útil, porque cuando entré no sabía ni leer ni escribir, ni poner mi nombre, ni siquiera firmar: pasaba mucha pena. Hoy en día me encuentro bastante orgullosa” afirma Vicenta Jiménez, una de los estudiantes. Petra Calveti, otra beneficiada por la misión, se muestra agradecida: “Ha sido una experiencia maravillosa, porque he tenido la oportunidad de seguir adelante con los estudios, que antes no teníamos”.
“Es una experiencia muy enriquecedora” declara Milagro Esaab, facilitadora de Robinson. “A pesar de que algunos son de avanzada edad, luchan por aprender cada día más”. El estudiante Manuel Rincón califica la misión como “un éxito, hoy en día nosotros, los más desposeídos, hemos luchado fuertemente para poder salir de nuestro analfabetismo”.
Poco a poco, y con el esfuerzo de facilitadores y estudiantes, también las personas con discapacidad visual o de otro tipo están accediendo a los beneficios del programa. Nirsa de Boscán, facilitadora, se encontró con que los invidentes de su sector acudieron hace un par de años, porque también querían aprender a leer y escribir. “Todos los días me llega uno nuevo. Desde que se incorporaron en el 2004, nos pusimos a crear, a inventar, porque no había nada para los discapacitados... ellos mismos elaboran sus propias guías, con sus propias manos. Yo les abrí al puerta porque no podemos excluir a nadie”, cuenta Nirsa.
Jesús Rondón, facilitador del método cubano utilizado en la misión ('Yo sí puedo'), pero en braille, explica los secretos de este lenguaje escrito de uso para invidentes “el cual fue creado por un señor francés de nombre Luis Braille”. Tablas para entrar en contacto táctil con los seis puntos que conforman el signo generador, cajas para aprender aritmética, y revistas, que son “la parte más diminuta del Braille”.
“Yo me siento bien y muy feliz” afirma una estudiante con discapacidad visual, Carmen Arévalo. “He aprendido a escribir y leer Braille, y también me enseñaron muchas cosas que no sabía, como la historia de Venezuela”.
Eddy Boscán, coordinador de la misión en la parroquia Catedral, explica cómo ha cambiado la situación de los discapacitados en los últimos años. “Todos tenemos derecho a la construcción y no podemos seguir siendo excluidos. Ha habido una exclusión, pero gracias a ese llamado del presidente nos estamos incluyendo día a día más”. En su opinión, lo que se necesita ahora es una mejor reglamentación para que puedan disfrutar sus derechos con mayor plenitud.
El llamado para todos aquellos que necesiten beneficiarse del programa es muy claro: “Que no esperen más, que vengan, que se acerquen, que pierdan ese temor. Nosotros estamos aquí para recibirlos” anima la facilitadora Marisol Ortega. “Nuestro presidente ha sido muy colaborador en el sentido de la educación, nos la ha puesto en las manos y tenemos que aprovecharla”.
Esta herramienta educativa, como dice el estudiante Orlando Fermín, “está a la mano: lo que hay que hacer es utilizarla”.
