El mechón de Delsa sugiere mil conjeturas,
cada una más interesante que la otra. Es como la espoleta de Henry
Ramos Allup. Este árabe (ojo, escuálidos, Allup es un apellido árabe)
dijo que le habían lanzado una granada y que la prueba era la espoleta,
cuyo serial recitó con un tumbao de lo más cadencioso. De ese tumbao
salió una changa que él mismo calificó de “deliciosa”.
Lo raro de este caso es que normalmente el que lanza una granada se queda con la espoleta. Aquí estamos ante un extraño caso en que alguien lanza una espoleta y se queda con la granada.
¿Cómo recuperó Delsa su mechón? ¿Se lio a pescozadas con el o la arrancamechones? ¿Lo o la persuadió de la devolución pacífica de algo obtenido con violencia? ¿En medio del zurriburri?
Que, por cierto, lo que da que pensar es que la muestra que exhibió Delsa no tiene la misma textura de su cabellera impecablemente lacia. No parece ni cabello. En fin, omito especulaciones aventureras.
O sea, que el que inventó el cuento del mechón como que fue el mismo que inventó el de la granada del sarraceno.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com
