Cadáveres cargando su propia basura. Carlos Andrés Pérez y su hijo Antonio Ledezma, muertos en los tiempos del olvido. Nadie les recuerda, menos harán falta en los repasos de ancianos quienes contaran a sus jóvenes que existió una horrible historia, pero que hoy son los olvidados en cualquier recuerdo noble.
Que juntos hicieron enormes daños, y que hoy, a pesar de que Ledezma se declare hijo de CAP y su seguidor, estemos tranquilos, solo es el anuncio de cavar una nueva tumba.
Que CAP nos hizo heredar “el ta´ barato dame dos” el “dejar hacer, dejar pasar” y “vamos pa¨´ Miami”. Y seguro estoy que él mismo ordeno asesinar a muchos venezolanos.
Esa absurda y maléfica herencia quedara sepultada cuando su insepulto cuerpo al fin encuentre sitio donde olvidarse.
Mientras Ledezma sigue enredando todo desde su lujoso despacho, láminas al revés, libros equivocados, dice un titulo y saca otro, viene empavado desde Miami al atreverse a afirmar que es hijo heredero de CAP.
Ledezma más pavoso que un saquito de sal, en el norte enredo aun más las cosas, se refirió a Cecilia Matos, llamándola Blanquita de Pérez. Lloro y por último, antes de partir, pidió la bendición y exclamo, “hay papa que feo te ves”.
Allá en Rubio su pueblo lastimosamente natal los pobladores ruegan que no lo entierren en sus praderas. Sería una lastimosa condena, pues CAP tiene que rendir demasiadas cuentas en el cielo.
Aun cuando muchos corramos la suerte de quedar desamparados del Supremo por algún tiempo, pues Dios estará ocupado tal cual Fiscal leyéndole sus crímenes he imputándolo por todos sus delitos.
Como anima que pronto empezara su pena, lleva más de una semana –al fin- oficialmente declarado cadáver y aun no lo ponen bajo tierra. Despojo colgando la propia mugre que fundó.
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