El pasado 12 de febrero, Acción Democrática y sus secuaces evidenciaron
que las maquinarias partidistas son un mito del siglo pasado, ya que la
joven Primero Justicia fue capaz de propinarles una vergonzante derrota.
Pero lejos está Capriles de parecerse a Chávez, hombre nacido en la
clase trabajadora y líder de los militares bolivarianos que dieron el
paso para desenmascarar la falsa democracia de las cúpulas que saquearon
a la patria.
La historia de Capriles es otra, pues ha disfrutado una vida sin
contratiempos y como hijo de familia rica, su carrera política siempre
ha gozado del patrocinio de grandes consorcios económicos que apuestan
por una nueva derecha hegemónica en Venezuela. En efecto, su apoyo
proviene de una fuerza empresarial que reniega de AD por haber permitido
la llegada de la Revolución Bolivariana.
Basta investigar su pedigrí, para verificar que Capriles es el
instrumento de un ala disidente de la burguesía que busca reimplantar
(con jóvenes arlequines) una renovada democracia capitalista neoliberal,
siempre obediente a EEUU y explotadora del pueblo.
Por ahora, el nuevo candidato aprovecha las migajas que dejó Chávez
desde 1998, es decir, una AD destartalada. Más allá de ello, la supuesta
conquista de tres millones de votos en las primarias sigue siendo
inferior a lo logrado por la oposición en el referéndum de 2003, lo que
revela lo fantasioso del triunfalismo antichavista. En definitiva, la
mayoría popular sabe que Batman y “Capriles El Progresista” son ambos
personajes de ciencia ficción.
(*)Abogado Constitucionalista. Profesor de estudios políticos e internacionales
jesussilva2001@cantv.net