¡Qué enfrentamos!

A manera de introito

En las redes sociales y en el repositorio de videos youtube está circulando profusamente una directriz para promover violencia en urbanizaciones de capas medias de ciudades del país. Dicho malévolo guión denominado MARABUNTA es asumido por un autodenominado Frente de Resistencia Vecinal y básicamente, consiste, su modelo organizativo paramilitar, en una estructura mínima de 8 miembros  encargados de impulsar una cantidad similar de comandos, con funciones específicas, a saber: estratégico, comunicaciones, barricadas, autodefensas, bloqueo de transporte, bloqueo económico, suministro y auxilios.

Como ilustración, por razones de espacio, transcribimos las funciones de 3 de estos comandos: “el estratégico, además de la dirección, tiene como función controlar a los `vecinos´ comunistas o chavistas o a los que no se someten al plan de la resistencia; la idea es convertir la urbanización en un foco para facilitar la confrontación con el enemigo”; “los comandos de barricadas y autodefensas constituyen los componentes de choque, y contemplan por separado la ejecución de las acciones para construir las barreras que resguarden la comunidad, así como para atacar a las fuerzas policiales cuando intenten penetrar a la comunidad”.

Cada vez se hace más evidente, que los desmanes que se vienen cometiendo desde hace unos 50 días en nuestro país, no tienen nada de espontáneo como trataron, en un principio, de hacer ver sus promotores, sino que tenía varios meses de antelación de concienzuda preparación, con una experta asesoría, bien entrenada como para activar una operación con un esquema operativo de tal envergadura y expansión.

El imperio nos ataca

Todavía en el campo opositor hay unos ilusos, o quieren hacerse pasar por tales, que desestiman los señalamientos de voceros chavistas que ubican al imperialismo yanqui como el motor generador de todo lo que viene aconteciendo en nuestra nación, con el definido propósito de derrocar al gobierno constitucional de Nicolás Maduro; cuando ocurre que la manufactura imperial se le ve por los cuatro costados.

El plan MARABUNTA que, cada día que pasa, deja de ser el de simple guarimbeo para trastocarse en lo que efectivamente es, un plan terrorista, requiere la participación de mercenarios, paramilitares, es decir, de gente con vocación y experimentación criminal; está enmarcado dentro de la nueva estrategia imperial concebida para derrocar gobiernos progresistas que no son afectos a los intereses imperiales.

Nueva estrategia, contenida en los Manuales de David Petraus, exdirector de la CIA, y de Gene Sharp, el agente imperial creador del nefasto instituto “Albert Einstein”, conocida como Operaciones Encubiertas con Fuerzas Especiales, Articulada a la Inteligencia Tecnológica y la Guerra Psicológica (OPSIC, por sus siglas en ingles), que por el síndrome de la derrota en Vietnam y el empantanamiento de Afganistán, ya no se plantea una intervención militar tradicional (hasta la época de Bush) sino la intervención no directa (época de Obama).

Diseñada por fases, la estrategia imperialista o guerra de cuarta generación, se desarrolla, en primer término, en el cerebro de las personas, ese es el campo de batalla primordial, en el que a través de la manipulación mediática de percepciones, producción y distribución de noticias ”intoxicadas” o medias verdades, rumores, descalificaciones, se va condicionando  a la población (a parte de ella) del país objeto de la guerra psicológica, retroalimentando  una base social (las capas medias) proclive a los propósitos que se persiguen; paralelo a ello se propicia el aislamiento internacional del país con un cerco propagandístico y diplomático; y utilizando la conflictividad social, como vector de acumulación de fuerzas, a lo interno, se va creando el clima (desabastecimiento programado, apagones, escalada de precios, inflación, inseguridad, desajustes cambiarios, colapso del aparato productivo, etc.,) apropiado para desencadenar la movilidad social como caldo de cultivo insurreccional.

Se apela a la combinación de diversas formas de lucha (legal, pacífica, violenta, armada), inicialmente, prevalecen las legales, luego, van tomando otro cariz en la medida en que se desarrolla un cronograma de acciones en espiral que conducen a un punto crítico o estallido final. A estas alturas, ejercer el control territorial en algunas ciudades o regiones es determinante. El modelo para Venezuela es Ucrania, donde utilizaron este esquema: protestas aisladas, luego toma permanente de espacios públicos, de edificaciones gubernamentales, empleo de francotiradores, neutralización de la fuerza pública, cerco diplomático, hasta hacer caer el gobierno; sin descartar el modelo sirio, guerra civil, con el montaje, en última instancia, de un ejército mercenario que aquí tendría su matriz inicial en los paramilitares de Uribe estacionados en la frontera. (Para mayor documentación ubíquese las investigaciones del sociólogo Carlos Lanz).

Violentos a la cárcel

Está claro que el comando de esta estrategia tiene su sede en Washington, desde donde se la concibe, se financia y se dirige, pero aquí, en nuestro país, están los operadores. En este sentido, López, María Machado y asesores directos son los cabezas avizores, comprometidos hasta los tuétanos. En la MUD hay de todos los pelajes: los comprometidos con la violencia y la insurrección (Voluntad Popular, Bandera Roja); los ambiguos (Capriles, Ramos Allup, etc.,) que siguen desojando la margarita  y los que están en contra, que son los menos, Puchi, Hirán Gaviria, Ricardo Sánchez, etc., que abogan por la paz y la lucha democrática.

La dirección revolucionaria, a nuestro juicio, continúa replicando correctamente: haciendo uso moderado de la fuerza pública, abriéndole caminos a la Paz y ejerciendo el gobierno para toda la sociedad; ojo avizor y no dándole cabida a la impunidad. Los violentos deben ir a parar a la cárcel, donde ya están López, Ceballos y Scarano, y otros en la cola.

 



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Miguel Ugas

Miembro de la coordinación nacional del MoMAC

 miguelugas@gmail.com

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