El Derecho a la Guarimba

Ayer escuchaba comentarios de una joven muchacha, quien apasionada hablaba de cómo el comunismo se había apoderado de Venezuela, de la brutal represión, lo que según su visión nos estaría dejando un país con cada vez menos libertades. Remataba, orgullosa, diciendo que seguramente terminaría presa junto al resto de los estudiantes.

Respetando la opinión de la joven, me permito hacer algunas reflexiones sobre el tema del derecho a la protesta. Debo aclarar: siempre manifesté que los argumentos bajo los cuales se convocaron las protestas de principios de año, la fachada, son absolutamente legítimos.

Tenemos una economía bastante deprimida, que cada vez tiene más acorralados a los sectores sociales menos favorecidos, a esa gran masa a la que se debe una revolución. En contraste, grupos minoritarios, blandiendo la bandera del socialismo han sabido lucrarse groseramente. Ansiamos todos acciones contundentes contra aquellos que perdieron el rumbo, traicionaron los ideales revolucionarios, a la patria, a Chávez, al pueblo. Es hasta lamentable que no exista en acá la pena capital, pues serían estos perfectos candidatos para un ejemplarizante castigo en cada plaza pública del país.

Aunado a esto, un conjunto de instituciones ineficientes, podridas por el burocratismo, incapaces de dar respuestas a las necesidades elementales de la población. Hay mucho que mejorar... Entonces, totalmente justificado se encuentra que el pueblo exija más de su Gobierno, siempre que estas exigencias se enmarquen en los límites que establece la ley.

Lo que se vivió en nuestro país no se trató de un grupo de estudiantes solicitando rectificación al Gobierno en sus políticas. Venezuela enfrentó un proceso de histeria colectiva en el que una minoría pretendió imponer la anarquía, y digo minoría porque la gran mayoría de nuestros hermanos, compatriotas de oposición, terminaron rechazando la guarimba. Nos tocó conocer de cerca el terrorismo: Sedes de instituciones asediadas, universidades incendiadas, motorizados degollados y un largo etcétera. Los videos recientemente publicados del señorito Lorent Saleh son una prueba adicional, irrefutable además, de las perversas intenciones que enmascaraban las guarimbas.

Abiertamente se dejó ver la pretensión de derrocar a un Gobierno legítimamente electo por la mayoría, de vainita, por una diferencia de votos poco significativa, pero mayoría al fin. Así es la democracia guste o no.

Es inadmisible que pequeños grupos violentos pretendan imponer su histeria, por encima del derecho de la mayoría al libre tránsito, al estudio, al trabajo, a la vida misma. Tal situación justifica plenamente la actuación del Estado para restituir el orden público y garantizar la paz ciudadana. Es bueno recordar que el Estado se reserva el uso legítimo de la fuerza, aquí y en todos lados.

¿Puede esto ser llamado represión? En efecto se cometieron inaceptables excesos, hecho reconocido por los entes con competencia en la materia, ante lo cual procedieron a actuar conforme a la ley para sancionar a los responsables. Basta, sin embargo, con una simple revisión de la historia nacional para horrorizarse con la dura represión durante gobiernos de derecha a los que hoy se pretende mostrar como ejemplos de democracia.

Con base en esta comparación ¿Debemos aceptar que se cometan abusos por parte de la fuerza pública? No. Pero así como reconozco y respeto el derecho de cualquiera a manifestar sus inconformidades mediante la protesta, exijo también el respeto a mis derechos, y el Estado tiene la obligación de hacerlos valer.

Veo con preocupación intentos por reeditar capítulos tan tristes de nuestra historia como los de febrero de 2014 y abril de 2002. Extraños movimientos se están dando por todo el país, sobre todo en el Táchira, casualmente cuando muchas universidades están por reanudar sus actividades académicas. Quien quiera salir de este o de cualquier otro Gobierno a futuro, que recurra a los mecanismos constitucionales, propios del sistema democrático que tanto reivindican.

Dios conceda la paz y la armonía a Venezuela, solo así podremos construir la Patria que todos anhelamos y merecemos.

gustavomalave509@gmail.com


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