Violencia revolucionaria o transición pacífica al socialismo

Cuando se valoran las reacciones populares y los artículos expuestos por intelectuales revolucionarios, ante el asesinato continuo de auténticos revolucionarios chavistas, se puede dar cuenta de las condiciones que la contrarrevolución está creando para que la izquierda venezolana empiece a pensar que la transición pacífica al socialismo le costará una guerra o una negociación del poder.

La transición pacífica al socialismo

Las experiencia de Jacobo Arbenz (Guatemala, 1954) y Salvador Allende (Chile, 1973) vislumbraron la posibilidad, en dos momentos diferentes, de una transición pacífica al socialismo, lo mismo que la clausura de tal posibilidad con el agravamiento de la intervención norteamericana y la participación de la CIA en sendos golpes de Estado y el posterior aniquilamiento del movimiento revolucionario.

Violencia revolucionaria y lucha armada

De esta experiencia, se replanteó en la izquierda centroamericana, la idea de la transición pacífica y se estableció la forma violenta y la lucha armada como único camino viable para llegar al socialismo: el golpe de Estado que llevó a Torrijos al poder en Panamá (1969), la fundación y luchas del Ejército Guerrillero de los Pobres en Guatemala (1974), El Frente Sandinista de Liberación Nacional (comienza su ofensiva en 1974)y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (realiza una guerra de 12 años de 1980 a 1992) representan el contenido histórico de tales planteamientos.

En 1999, con su triunfo electoral, Hugo Chávez volvió a vislumbrar la posibilidad de transición pacífica al socialismo del Siglo XXI; sin embargo, como todo buen estratega militar supo combinar el rearme estratégico y la reorientación ideológica popular y antiimperialista del ejército venezolano. Esto fue la garantía real que le posibilitó impulsar los cambios revolucionarios en el país, hasta su muerte en 2013.

Con Maduro, se hace pública la política de transición pacífica al socialismo. Dando sus primeros frutos en el aislamiento y derrota política de las guarimbas, la aprobación e implementación de leyes contra el sabotaje económico sostenido por la derecha y una política financiera de aportar divisas para las empresas capitalistas y estatales en fin de mantener el modo de producción sin crisis.

Ahora en el 2014, se ha cometido una serie de asesinatos que se encuadran en la lucha política aguda de este año. Los últimos han sido los de Robert Serra, María Herrera y José Odreman.

Con estos asesinatos, la izquierda revolucionaria y crítica ha empezado a inducir el pensamiento hacia la violencia o “lucha de clases”, como la vía inexorable para la transformación revolucionaria y socialista de Venezuela.

En ese artículo planteo que los revolucionarios fueron asesinados por que su posición plena de radicalidad política revolucionaria estremeció los oportunismos de la corruptela política, los contubernios clasistas propios de la social democracia, el dogmatismo y las falacias de la élite gubernamental, la decadencia e inviabilidad del capitalismo y la convicción de la posibilidad de continuar en la construcción del socialismo. En estas posiciones no hay ninguna posibilidad de negociar el poder con la burguesía.

Independiente de si encuentran a los autores materiales del crimen, las peguntas que atormentan son:

¿Podrán los ilusos decir que la historia de la represión, el espionaje y recopilación de datos sobre los inconformes es cosa del pasado?

Estos crímenes son la confesión dolorosa de que el enemigo de la revolución no descansa y con que encuentren a los autores materiales, que sería buena señal para un gobierno en crisis de credibilidad, 42% de la ciudadanía acepta a Maduro; no podemos decir que el enemigo ha parado milagrosamente de recoger información con tecnología avanzada, no, el enemigo está en guerra contra los revolucionarios en toda América Latina y el mundo.

No hay que olvidar, que todavía hay una serie de documentos clasificados en los archivos estadounidenses y en los archivos de los ejércitos latinoamericanos, donde se evidencia la participación de la CIA y otros servicios en la represión, detención, tortura y ejecución extrajudicial de miles de ciudadanos.

Lo que se debe tener claro es saber dónde está incrustado el enemigo, o como se dice en el lenguaje electrónico ¿Dónde está encriptado el enemigo? Aquí hay una tarea para los hackers revolucionarios: encontrarlos a tiempo, para detener los crímenes. Ya que la historia de la revolución ha aportado tantos hijos: Rosa Luxemburgo, León Trotski, el Che Guevara, Allende, Roque Dalton y Pancho, la oposición revolucionaria de Kampuchea, Torrijos, Moris Bishop, Kadafi, Hugo Chávez, Sabino Romero…se debe estar atentos en esta guerra.


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Memo Fernández


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