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Prohibido generalizar. No todas las mujeres italodescendientes son fascistas y racistas como lo fue Mussolini aunque algunas lo parezcan al abrir la boca en TV.
El monopolio de la belleza femenina no lo tienen las damas ricas de cuna, con ojos azules, largos cabellos dorados y un apellido europeo.
La belleza femenina existe en infinitas versiones, negras, amarillas, blancas y otras más, también en muchas clases sociales. Venezuela es un país de enorme riqueza multiétnica y policlasista donde hay mujeres de todo tipo estético, que además tienen inmenso liderazgo al frente de familias, la educación y el trabajo.
Diana D'Agostino se equivoca bajo los efectos tóxicos de su desprecio y discriminación hacia la otredad cuando afirma de manera generalizada que las "mujeres del gobierno" son desarregladas, sucias, sin maquillaje. No son mujeres del gobierno, son del chavismo, un amplio movimiento popular.
Hay mujeres que son antichavistas y no se bañan, ni se arreglan. Así como hay mujeres chavistas que son elegantes y huelen a exquisito perfume.
Ahora bien, no me da pena sino orgullo que millones de personas de clase humilde se acerquen al chavismo porque lo entienden como doctrina de esperanza para derrotar la pobreza y alcanzar bienestar. Siendo así, son muchas las mujeres chavistas que por su ocupada vida obrera no viven arreglándose como las Kardashian. Eso no es delito ni justifica ofensas.
Entonces decir que lo feo o lo sucio le corresponde a un sector político (sin considerar sus circunstancias socioeconómicas) es cosa de crueles mujeres burguesas que no trabajan porque su marido les da todo cuales muñecas humanas; generalizar revela odio criminal (Apartheid) hacia las menos privilegiadas; es así que esto Diana lo quiera disimular con una sonrisa y un sofisticado mandibuleo sifrino al hablar en un programa de TV.
Si hay mujeres desarregladas, pues son chavistas y no chavistas; no se les debe desacreditar ni condenar porque millones de ellas son padre y madre y trabajan muy duro, naturalmente se despeinan para sostener a sus hijos.
Pena da la pobreza espiritual y falta de humanismo de quien juzga el valor de las personas por estos elementos superficiales.
Diana, tal vez bajo la influencia racista, anticomunista y eurocéntrica de su esposo adeco Henry Ramos Allup, agrega orgullosamente que todo se lo da su marido y ella no le he quitado nada a nadie para vestirse, a diferencia de las mujeres del gobierno".
Diana es miembro de una minoría elitesca porque en Venezuela la mayoría de las mujeres trabajan bastante.
Conclusión: Las elites discriminan y no deben gobernar este país nunca más porque no se parecen al pueblo ni lo respetan. El desprecio al pobre les brota por los poros, no lo pueden ocultar.
Postdata: mi mujer es revolucionaria, se arregla diariamente, se baña, anda limpia y es mi socia en nuestra pequeña empresa familiar, trabajamos juntos. Es madre, es esposa y es licenciada en estudios internacionales. Todo lo que tenemos lo hemos construido trabajando juntos.