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La antropología de la conciencia puede aclarar el empobrecimiento mental de Petkof y otros opositores

No se entiende la pobreza declarativa de voceros de la oposición como Teodoro Petkof. Son personas conocidas, quienes antaño daban señales de poseer mecanismos neuronales apropiados para desarrollar conciencia y pensamiento. Una explicación posible de este deterioro de su sistema nervioso podría ser la vejez. Empero, su físico denota que el desgaste por efecto de la edad es apenas perceptible. De hecho, salvo en el caso de patologías específicas, el envejecimiento no altera las facultades mentales. Por el contrario, son muchos los ancianos que han demostrado poseer extraordinarios talentos para comprender la dinámica de su entorno. No es por azar, que en las comunidades primitivas, eran los viejos sus guías. La única explanación posible la proporciona el cambio de su referente político. La adopción de las posiciones individualistas, propias del capitalismo liberal, los han aislado de su entorno social hacia el cual tenían una particular sensibilidad en su etapa previa. Y ese retiro les mutiló, lo que la antropología de la conciencia denomina el exocerebro. El ente que permite la codificación y clasificación de los fenómenos presentes en el ambiente externo de la persona. Una prótesis, con desarrollo optimo en quienes usan como marco el socialismo, que complementa los sistemas reptilitos, límbico y neocortex en los cuales se realiza la actividad neuronal.

Desde luego esta explicación le puede sonar como chino al lector común, no familiarizado con la fisiología del pensamiento y la conciencia. Funciones propias del ser humano, que lo diferencian de los animales. Pero la entenderán más fácilmente si la relacionan con la evolución de las especies, que explica las diferencias entre el ser humano y las demás especies que con él cohabitan en el planeta. Unos desarrollos debidos en gran proporción a las creaciones culturales generadas en el marco de la vida social, que hacen que ciertas regiones cerebrales adquieran genéticamente una dependencia neurofisiológica del sistema simbólico ideado colectivamente, convirtiendo al hombre en un animal racional. Por ello, se puede afirmar que la actividad neuronal no es posible sin la prótesis cultural correspondiente.

Es esta circunstancia la que explica la incapacidad de los conservadores para formular una filosofía que explique la naturaleza y fines de su conducta, que no es sino una actitud de inmovilismo ante los retos de la vida. A pesar de los esfuerzos de Edmund Burke, en el siglo XVIII, por desarrollar una teoría del conservadurismo, ella no es otra cosa sino la manifestación del instinto animal de conservación del status quo desarrollada por los que tienen que perder en la vida social. Es una conducta originada en el sistema reptílico, que atrofia el uso de los sistemas límbico y neocortex. De allí que se afirme que en estos voceros se ha lisiado la corteza cerebral y aniquilado el exocerebro. Una explicación plausible para su conducta disociada.


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Alberto Müller Rojas


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