Histeria Vecinal en las Acacias

Escribo estas líneas con profunda indignación para mostrarle al país lo que es la actuación de la “sociedad civil-democrática”,  según se hacen llamar, y es que el día 12 de junio del presente año a las 10:30pm aproximadamente, obreros trabajadores del INCE fueron victimas del asedio y la agresión de algunos de mis “cívicos” vecinos de las Residencias Maria Teresa, ubicadas en la parte de atrás de las instalaciones del INCE de la Nueva Granada actitudes completamente dignas de desprecio por parte de todo aquel que se llame demócrata y defensor de los derechos humanos.  

Me encontraba preparándome para dormir cuando repentinamente comencé a escuchar cacerolas y gritos que procedían de los apartamentos de mis vecinos, pensé que se trataba de alguna manifestación de las acostumbradas  en los últimos días por los opositores al gobierno nacional y no me preocupe mucho por averiguar que pasaba, sin embargo al escuchar unas botellas de vidrio estrellarse contra el suelo  salí a ver que ocurría, para encontrarme con la sorpresa  de que  quienes se autodenominan “pacíficos”, estaban amedrentando con insultos, cacerolas, botellas de vidrio y otros objetos contundentes, a trabajadores del INCE que instalaban unos toldos para alguna actividad del próximo día, en una clara demostración de disociación psicotica producto de la agitación televisiva de las últimas semanas. 

No siendo suficiente estas demostraciones de violencia contra los trabajadores y demás vecinos que necesitábamos descansar; bajaron de sus apartamentos para agruparse a las afueras de la institución y reclamar “cívicamente”, en realidad sólo uno de ellos intentaba hablar con quien parecía ser el jefe de los obreros mientras los otros gritaban y mostraban una actitud de intimidación hacia estos; por su parte los trabajadores notablemente molestos intentaron continuar con la instalación de los toldos, actividad esta que dicho sea de paso no genera ruidos como para interrumpir el descanso de quienes habitamos en los alrededores y que por sus características de ensamblaje y decorado no supone permanecer toda la noche en el lugar. 

Los vecinos reclamaban a gritos y en actitud insidiosa que no podían dormir debido al ruido que producía la instalación de los toldos. Lo que me lleva a preguntar: ¿es esta la actitud con la cual se debe responder ante una incomodidad  relacionada con una molestia de convivencia?, ¿son estas actitudes de lanzar botellas, insultos y generar mas ruido en la comunidad, las medidas que tiene la ilustrada y educada clase media para reclamar tranquilidad?; tranquilidad que desde mi punto de vista no resultaba lesionada por los movimientos de unos tubos de metal para la instalación de dos simples toldos.  

Sin duda la gota que derramo el vaso y que constituye el motivo de mi reflexión ocurrió cuando los “pacíficos” participantes del reclamo alentaron a gritos a quienes observábamos atónitos desde el balcón  a que bajáramos a reclamar nuestro derecho a la tranquilidad, que bajáramos a montar una guarimba… por supuesto que en ejercicio de la contraloría social que le corresponde asumir a todo revolucionario, decidimos llamar a la policía previendo que la situación se complicara, era lo único con lo cual podríamos mostrar solidaridad con quienes exigieron en todo momento con ponderación y firmeza ejercer su derecho al trabajo; nuestra condición impuesta de “chavistas de closet” por razones obvias de seguridad personal no nos permitía hacer más sin embargo, no podríamos permanecer silenciados frente al comportamiento fascista de nuestros mediatizados vecinos. 

Finalmente la policía llego y cumplió dignamente su rol de mediador logrando bajar los ánimos y  disuadir a los “pacíficos” de su actitud de asedio a cambio de la suspensión de la tarea nocturna de los trabajadores a quienes no les quedo más remedio que retirarse.  

Como reflexión de lo vivido, nos llama poderosamente la atención las confrontaciones que puede ocasionar la disociación mediática de la que son victimas estas personas que  en su condición de inconciencia de clase, arremeten con arrogancia haciéndose eco indigno de las reivindicaciones por una convivencia mas humana y fraterna entre quienes compartimos un espacio y conformamos una comunidad, lo que me lleva a pensar que  en estos días pareciera resultar más peligroso vivir en las llamadas zonas residenciales que hacerlo en sectores estigmatizados como “peligrosos o inseguros”. Más aún sorprende el hecho de que, quienes insisten en deslastrarse de la violencia por su condición de “intelectuales de clase media”, se expresan con desprecio utilizando palabras como “gentuza” entre otras, para referirse a trabajadores tan asalariados como  ellos que procuran el sustento diario para su familia; adicionalmente como vecina de la torre puedo dar fe de que autoridades del INCE se hicieron presentes para mediar y explicar que se trataba de una actividad de corta duración y que no implicaba mayores ruidos pues era la simple instalación de unos toldos sin embargo la actitud disociada de mis vecinos pudo más que la razón. 

Lo acontecido es un claro ejemplo de la pugna entre dos tendencias que parecen prevalecer en el país, una que apuesta todos sus esfuerzos por la construcción de la nueva sociedad trabajando a marcha redoblada y la otra que sólo se interesa por sus intereses particulares y de clase olvidando que los derechos de uno terminan donde inician los derechos del otro. 
 

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Obreros  del INCE intentando trabajar. 

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Vecinos reclamando a la policía  por su derecho a la tranquilidad 

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Policía disuadiendo a los “pacíficos” vecinos



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