El concepto de articulación y tendido de puentes es clave, junto al de construcción, proceso, transición, y al de propuestas abiertas, es decir, en construcción y desarrollo permanente, horizontalidad, equidad, democracia y participación. No obstante el hecho democrático y participación popular resultan estructuralmente articulados a la concepción de construcción de poder desde abajo y a las aspiraciones a un nuevo tipo de sociedad. En este orden de ideas considero que en forma sustantiva el concepto de Democracia Protagónica Revolucionaria puede englobar y contener a todos los demás conceptos enunciados, que en todo caso son expresiones de esta concepción del poder político, dirigida a provocar el cambio social que permite incluir a los excluidos, siendo capaz de generar espacios públicos para la emergencia y desenvolvimiento de los sujetos sociales de transformación.
El Proyecto Nacional Simón Bolívar plantea que la democracia protagónica revolucionaria es la expresión genuina y auténtica de la verdadera democracia. Es necesario que los individuos se organicen para lograr las ventajas que otorga la asociación cooperativa, es decir, transformar su debilidad individual en fuerza colectiva, teniendo en cuenta que el establecimiento de la organización no implicará menoscabo de la independencia, autonomía, libertad y poder originario del individuo. Se consolidará la organización social en función de lograr su emancipación social y por ende dirigir el proceso de acumulación de fuerzas hacia la conquista de una sociedad socialista, humanista y de justicia social.
Es indudable que en el contexto histórico donde se debate la construcción de un nuevo poder desde abajo, se genera una dura lucha entre las clases y grupos sociales que mantienen la hegemonía, amparada en la superestructura del viejo estado burgués, y las fuerzas populares progresistas y revolucionarias que pujan por abrirse paso mediante una contrahegemonia para construir un nuevo estado social de derecho y de justicia, que permita la emancipación de los sectores populares que encarnan el sujeto social para la transformación revolucionaria y democrática de la sociedad.
Así mismo, dentro de las clase sociales y los grupos sociales que se articulan como actores colectivos, afloran contradicciones antagónicas como producto de las influencias ideológicas del estado burocrático capitalista; estos conflictos internos del poder demuestran que la diversidad y pluralidad que caracteriza los movimientos sociales llegan a coincidir en la necesidad de “llegar al poder” sobre la base de un programa político general, pero luego estallan las diferencias a la hora de impulsar políticas y estrategias dirigidas a atacar de raíz los problemas estructurales que impiden la emancipación social de las clases explotadas y excluidas.
En todo caso las fuerzas populares para imponer su voluntad política deben mantenerse en batalla permanente por sus derechos sociales y económicos, mediante la movilización constante, la formación política y la lucha por la apertura de espacios para implantar unas nuevas relaciones sociales de producción. La confrontación de ideas con el adversario debe permitir cada día una mayor penetración de todos los estamentos de la sociedad civil en la creación de la contrahegemonia, apelando a su fuerza política en las organizaciones sociales; pero además deben tener avances cualitativos y cuantitativos en los niveles parlamentarios y extraparlamentarios para quebrantar el soporte jurídico-legal que permite la supervivencia de estructuras de poder que reproducen el metabolismo social de la concepción liberal. Las instituciones públicas deben ser transformadas abriendo paso a la participación y protagonismo del poder popular o poder constituyente, mediante el tendido de puentes y mecanismos de articulación social e institucional para resolver los problemas y demandas sociales insatisfechas, brindando posibilidades objetivas para la toma de decisiones en materia de políticas públicas.
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