Zobeyda Jímenez: La Muñequera

(Nota: Al enterarme de la lamentable muerte de Zobeyda Jiménez, La Muñequera, he decidido mostrar este texto que escribí hace unos 7 años, con motivo de los libros homenaje a los premios nacionales que publica El perro y la rana. Es la viva voz de Zobeyda, siempre amorosa, siempre rebelde, siempre justa. Comparto con sus familiares y amigos el dolor de la partida de esta madre, madre espiritual de Venezuela).

“No todos los juegos son tan viejos

como el de las muñecas”

José Martí

El día 17 de febrero del año 2004, después de evaluar las diez candidaturas presentadas, Francisco Prada Barazarte, Víctor Alvarez Rodríguez y Carlos García, designados oficialmente por el CONAC como Jurado Calificador para el Premio Nacional de Cultura Popular 2002-2003, tomaron la decisión unánime de otorgar el premio a Zobeyda Jiménez, por: “la plena dedicación de Zobeyda Jiménez a construir un mundo imaginario de los niños, la familia, sus juegos, sueños y fantasías, rescatando así una hermosa tradición de la familia venezolana de hacer de la elaboración y los juegos de las muñecas una sabia, hermosa, tierna y divertida pedagogía en la cual se formaron generaciones de venezolanos y ha dado así nueva vida a una fecunda modalidad de la creación popular, que se ha extendido desde Píritu, estado Portuguesa, a lo largo y ancho de Venezuela, llegando a traspasar nuestras fronteras”.

Este Premio Nacional viene a valorar el trabajo de muchos años de Zobeyda Jiménez en una expresión cultural, la muñeca de trapo, que anteriormente no había recibido mayor reconocimiento en Venezuela. Reconocimiento que, paradójicamente, sí ha recibido en el exterior, porque Zobeyda Jiménez ha sido invitada a importantes eventos culturales a nivel internacional, entre ellos el “Creatividad 90”, bajo los auspicios de la UNESCO, y por la Casa "Simón Bolívar" de La Habana Vieja, bajo los auspicios de la Embajada de Venezuela, el CONAC y el Ministerio de la Cultura de Cuba. Así mismo, Zobeyda Jiménez ha recorrido diferentes países, dictando conferencias y talleres. Actualmente preside la Sociedad de Amigos de la Casa de las Muñecas de Trapo y el Club UNESCO de Muñecas de Píritu, Portuguesa, Venezuela. Poetas y cantores populares se han inspirado en su obra, Alí Primera, Rosario Anzola, el grupo CALEB, entre otros.

Su vida

Zobeyda Candelaria Jiménez de Ochoa, más conocida como Zobeyda, La Muñequera, nace en Píritu, el 2 de febrero de 1942, Día de la Candelaria. Fue una niña que hizo lo que hacen todos los niños, jugar, pero además tuvo grandes responsabilidades, por ejemplo, su padre la mandaba a repartir propaganda subversiva contra Pérez Jiménez, y ella se iba brincando la cuerda y entraba en las casas donde su papá le decía. Esa niña subversiva dio su aporte para que el dictador cayera. Su padre, Nicolás Jiménez, fue un perseguido político y en varias oportunidades fue detenido. Cuando no estaba preso andaba huyendo. De allí que Zobeyda desde niña convirtió su corazón en una guarida de perseguidos. En esas andanzas estuvo también en Maracay donde estudió en la Escuela Trino Celis Ríos, y después en Valencia en la Normal Simón Rodríguez, de donde egresó como maestra de escuela. Después volvió a Píritu y trabajó como maestra donde se había iniciado, en la escuela Antonio Ignacio Rodríguez Picón, hasta que fue pensionada. Hoy en día se dedica por completo a la atención del Museo de Muñecas de Píritu, edo. Portuguesa, ocupada en las múltiples tareas que hay que realizar.

Alí Primera

Alí Primera es un capítulo especial en la vida de Zobeyda. Fue Alí quien la universalizó con su canción. Fue Alí quien le dijo al mundo que era hermosa la locura de Zobeyda, y fue a través de esa canción que la conocimos. “Un día, dice Zobeyda, yo supe que Alí venía para Acarigua y me fui a buscarlo. Me fui con Eusebia, un cuento y un poema. Y en la casa donde me dijeron que estaba Alí la gente se asomaba, y yo les decía: ando buscando a Alí Primera, por favor, yo soy Zobeyda Jiménez. Todos se devolvían y se reían, hasta que por fin salió Alí y le dije: ‘Chico, yo soy Zobeyda, y te ando buscando para darte un beso, ábreme la puerta’. Abrió la puerta, nos sentamos en el porche de esa casa como seis horas y él no me dejaba callar. Me decía: ‘Seguí hablando, panita, hablá más, hablá más’. Y ese día se selló nuestra amistad. A partir de ese momento anduve brincando por todas partes con Alí Primera, mi esposo y mis cinco hijos. Donde quiera que estaba Alí también estábamos nosotros. Y cuando la masacre de Cantaura fui a llorar con él, allí lloramos juntos esas muertes de jóvenes, esas cosas absurdas que han sucedido en nuestro país, esos muertos de la democracia, y él le hizo un homenaje a los muchachos de Cantaura con la canción que me hizo a mí, ‘Zobeyda, la muñequera’, y además dignificó mi locura, porque para mucha gente yo era loca, y a lo mejor lo sigo siendo, pero yo digo: viva la locura, y además estoy apoyada por Alí Primera. Y con esa canción me quitó los apellidos porque ya nadie me dice Zobeyda Jiménez sino Zobeyda la Muñequera, y yo orgullosísima porque el sobrenombre me lo puso él. Y sigo el compromiso con Alí, haciendo muñecas por todas partes, muñecas armadas con flores, con los niños y los poetas, cantando y proclamando libertad”.

Otros reconocimientos 

Zobeyda Jiménez no esconde su alegría y agradecimiento por el Premio Nacional de Cultura Popular, sin embargo, contestataria y traviesa, no deja de inquietarle la palabra “Popular”. Cree que algún día se le quitará lo de “popular” porque siente que debe ser de Cultura, sin más etiqueta, porque a veces parece como si fuera una especie de cultura de segunda, “la otra palabra sobra, según digo yo, no sé si me apoyarán en eso”.

Pero el mayor reconocimiento es el cariño de la gente, de los niños, de los poetas, de los artistas. El amor de mucha gente que ha conocido en todas partes del mundo. Recuerda, por ejemplo, a Nicolás Guillén, en los ochenta años del poeta. “Lo más lindo, cuenta Zobeyda, fue cuando el poeta recibió a Eusebia, la agarró y le recitó algo que había aprendido en Venezuela: “Yo no soy de por aquí /yo soy de Barquisimeto /nadie se meta conmigo /que yo con nadie me meto”. Le llevé un montón de testimonios, canciones, pinturas y poemas, donde la gente echa sus cuentos de muñecas, empezando con una niña de cinco años y terminando con un señor de cien, y él me dijo que ese trabajo estaba muy bueno, que siguiera adelante. Después fui donde Dora Alonso y ella sonó su flauta de chocolate para que bailaran las muñecas, eso en Cuba. En otra oportunidad conocimos los Pantera Negra de Nueva York. En Ekaterimburgo me encontré con un niño venezolano que me sirvió de traductor en un recital que dí por todo un río que tenía a lado y lado una exposición gigantesca de muñecas. Fue tanta la emoción que no le pregunté ni el nombre ni la dirección, me lo traje en unas foticos que le hice. En Venezuela podría mencionar a un hombre hermoso y amado como Arístides Bastidas. Yo escribía o recogía algunas cosas e iba y se las mostraba a Arístides, y él me decía que siguiera, porque no necesitaba de los ojos físicos para ver las cosas, él miraba con los ojos del alma, esos ojos que no fallan. Un Fruto Vivas, cuando dice por allá que le dedica un libro a Eusebia, una muñeca vagabunda, que anda por el mundo, y que nosotras hemos logrado revivir el ideal de Aquiles, de hacer las muñecas de trapo. El amor de un Eduardo Gallegos Mancera, él fue quien me animó a escribir”. Son muchos los reconocimientos. También conoció a Korda, el fotógrafo del Che. El había recibido el premio nacional de fotografía en Cuba por una foto donde aparece una niña con una muñeca de palo. Ha estado en Haití, Cuba, Rusia y otros países, donde igualmente ha recibido el amor de la gente.

Las muñecas

Dice Zobeyda que la muñeca es un hecho cultural de todos los tiempos y de todos los lugares del mundo. Niños y niñas juegan con muñecas, aunque a veces los adultos piensan que es sólo juego de hembras. En realidad es un juego para todos, incluso para los padres de los niños. “Yo recuerdo, por ejemplo, a Douglas Bravo haciendo muñecas. El mismo Reverón también hizo muñecas para pintar y tenía su muñeca viva, Juanita”.

Las muñecas son una obra de arte, son un poema concreto, son una escultura de trapo, un poema que se ama, se mima, se arrulla, y acompaña. El ser humano las humaniza, o quizá sean ellas las que nos humanizan a nosotros, porque ellas tienen alma, vida y corazón, como decía Arístides Bastidas. La muñeca muchas veces puede llegar incluso a ser una especie de confidente. Eusebia ha dicho que ella es también una herramienta pedagógica que se puede utilizar en todas las etapas de la educación, incluso en la universitaria, de postgrado y de doctorado.

Por eso es importante darle el justo valor a la muñeca de trapo ya que se trata de un juguete tradicional y, a pesar de los “adelantos” alcanzados por la juguetería industrial, la muñeca de trapo sigue siendo la preferida por los niños y los poetas. Es arte y juego. Cualquier cosa puede ser una muñeca, una tusa, un palo, una botella, lo importante es el sentimiento que la gente le imprima a las cosas que toca. “La muñeca es amor, y muchas veces lo que yo no puedo decir, ella sí puede, y sin hablar”.

La muñeca pude ser muy útil, aunque a algunos no les parezca. “Cuando me publicaron el primer libro, creo que en los años 80, yo llevé seis ejemplares al Ministerio de Educación para ver si les interesaba, después me dijeron que no, porque supuestamente allí se decían malas palabras. Siempre me he preguntado qué será eso de las “malas palabras”, porque “buenas palabras” pueden ser, por ejemplo, “Se deroga la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”, allí no hay groserías, esas pueden ser “buenas palabras”. Puede ser pacatería de gente refinada, pero la gente dice su cuento como cree, incluyendo eso que algunos llaman “malas palabras”, aunque también puede ser algo ideológico, como decía Alí, la mayor grosería la constituye esta sociedad que excluye a unos muchos y privilegia a unos pocos, pero que ahora estamos empeñados en cambiar”, concluye Zobeyda.

Eusebia

Eusebia es la muñeca favorita de Zobeyda. Con ella va a todos lados. Zobeyda dice que Eusebia es una muñeca revolucionaria. Eusebia es hija de doña Eusebia Montilla, quien a su vez era hija del general Montilla. Por eso Eusebia es así, porque fue hecha con amor, si hubiera sido hecha con odio sería reaccionaria. Y por sus costuritas, por sus hilitos, corre la sangre del general Montilla. Montilla también es un ser muy querido, por ello el pueblo le ha cantado. “Ahí viene Montilla con la artillería /y viene diciendo, morena, (...) /al estado al que llegó Montilla /al estado al que ha llegado” canción que ha sido cantada por Lilia Vera, Pablo Milanés y muchos otros cantores.

Muñecas para el bien.

 “No sabemos si las muñecas son utilizadas para el mal, dice Zobeyda, pero eso no nos interesa. Nosotras las hacemos por amor, para el bien. Yo recuerdo que una vez hice un muñeco de Ernesto Cardenal y se lo mandé con Alí Primera. El día que se lo entregué a Alí, él vio que yo le había puesto un alfiler en la cabeza para sostenerle la boína y a Alí no le gustó. Le quitó el alfiler, me lo entregó y le apretó la boinita con los dedos. Yo lo hice para que no se le cayera la boína pero Alí pensó que eso le podría hacer daño al poeta. Alí creía en esa lavativa”.

La wayun-kera

Las muñecas también pueden tener propiedades curativas. Ese es el caso de la wayun-kera. En un encuentro que se realizó en el Centro Cultural Tulio Febres Cordero, en Mérida, Lucía García, en compañía de Zobeyda, nos habló de la muñeca de barro, la wayun-kera, que es mágica. Dicen las hermanas wayuú que tenerla en casa no permite deprimirse, y que la hacen de barro crudo porque si la llevan al fuego se les seca el agua que es su alma, el espíritu de la tierra. Por eso debe ser tierra cruda.

“La presencia de la wayun-kera en la casa es algo especial porque no permite que uno se deprima. Ella, por ser tan pura, hace limpieza del alma que se puede ensuciar en algún momento, por eso está en permanente purificación. Pero esta muñeca no se hace sin la presencia de la magia, cualquier momento no es bueno. Cuando tengo los ojos luminosos me miro por dentro el color rosado, mi luz es de color rosado, entonces mi cuerpo y mi alma están limpios para el acto sagrado de hacer la muñeca. Cuando buscamos la arcilla con la que haremos la wayun-kera llevamos comida y bebida como ofrenda para todos, incluyendo a los que se han ido. Después de secarlas al sol las vestimos con ropas de color fuerte, floreadas, alegres”, nos lee Zobeyda de su trabajo de investigación donde entrevista a Lucía García.

El Museo

El Museo de las Muñecas es un museo muy particular. Un museo donde no se le hace mucho caso a los museógrafos, porque lo primero que quieren hacer es quitar las telarañas. Zobeyda respeta tanto a las arañas que no sólo no destruye su trabajo sino que además le pone alambres y cabuyas para ayudarlas en su tejer. “Las arañas hacen un trabajo tan perfecto que ninguno de nosotros hace, por ello no lo debemos destruir. Quién nos dio permiso para destruir eso tan bonito”.

En realidad se trata de una casa tradicional venezolana, hecha por manos de obreros campesinos, artesanos, que cuando la hicieron no habían tenido la oportunidad de aprender a leer y a escribir. “Yo había hecho un dibujito de lo que quería, explica Zobeyda, y el más viejito me dijo: Pare áhi, usted lo que quiere son dos cañones de casa con una jardinera en el medio para mirar los luceros y bochinchar con la luna. Y yo le dice: Sí, eso mismito es, don Remigio, no hay nada más que explicarle, porque usted ha hecho interpretación poética de mi idea. Esa es la poesía realenga que no se aprende en la escuela ni mucho menos en la universidad”.

El Museo también tiene un Bosque Encantado donde Zobeyda y las muñecas han sembrado una serie de plantas que están en vías de extinción. Allí hay Cojón de berraco, Tapare chuco, Bejuco cadeno, Palma cortina, Cubarro, Parapara, Tapara, Chupa chupa, Yacure y Cocuiza, entre otras.

La casa-museo es un juguete para jugar, y así todos sus rincones, todas sus salas. La casa es también una escuela, pero más libre, más parecida a la de Don Simón Rodríguez, una escuela sin horarios. A esta casa se viene a vivir y a soñar, y la vida no tiene horarios. Es una casa para que la gente se sienta feliz. Zobeyda ha dispuesto una sala para Bolívar, otra para el Che, otra para Alí Primera, un Altar para el Divino Niño, una pared para homenajear a Jorge Rodríguez y Trino Meleán, una pared para Neruda y Dalí, porque este año los dos están cumpliendo cien años. Allí los niños van a leer la poesía de Neruda, pintan para él, y juegan con el Osito Marquina de Salvador Dalí, con el que jugaba Federico García Lorca.

“Aquí tenemos a todos los revolucionarios, dice Zobeyda, pero sobre todo al Che, que me acompaña siempre. Él se ha convertido en un amigo de los niños. Los niños vienen a esta casa a jugar con el Che Guevara, le traen jugueticos, cualquier cosa, se consiguen un muñequito roído por ahí y vienen a la carrera y me dicen ‘Zobeyda, verdad que este muñequito es del Che?’. Y yo le digo ‘Sí, vaya y lléveselo que él lo andaba buscando’. También está la plaza del amor, donde las muñecas alcahuetean los amores de Simón y Manuelita, los amantes, como en la canción de Alí. La canción de Alí está viva. Alí también le cantó a todos. Su canto está hoy más vigente porque además fue precursor de lo que hoy estamos viviendo. A las muñecas les gusta que Alí retumbe en Miraflores. Y nadie puede decir que estamos abusando de él, por el contrario, Alí está contento”.

El Museo es un proyecto que tiene más de treinta años porque empezó en la casa que está en el casco central de Píritu. La nueva casa-museo tiene unos 20 años, pero haciéndola duraron como cinco, es que las casas nunca terminan de crecer, todas las casas son infantiles. Aún no la han terminado porque son casas libres para seres humanos libres.

“Porque hay otras casas, dice Zobeyda, las impuestas, las casas rurales, que son toda una violación a los derechos humanos. Las hacen del mismo tamaño aunque la gente no quepa, por eso nuestros campesinos la usan para guardar la cosecha, y la poceta la utilizan para echar una gallina y sacar pollitos, antes que vivir dentro de esas casas. Ellos tenían otras construcciones hechas con materiales ancestrales, el barro, la paja, el palo, que son más humanas”.

Zobeyda ha trabajado en piedra, en fibra natural, y con todo lo que tiene en su entorno para crear. Y eso le ha traído sus críticas, pero a Zobeyda no le preocupa. Recuerda que Juan Félix Sánchez, cuando le criticaban porque hacía capillas con piedras rústicas, decía que la belleza de esas piedras está en que precisamente así las hizo Dios, porque para Dios vale lo mismo una capilla de oro que una capilla de piedra. “Quién sabe si a Dios le gustaba más la capilla de Juan Félix que el oro del Vaticano. Eso mismo pienso yo del Templo Votivo que le hicieron en Guanare a la Virgen de Coromoto, quién sabe si a la Virgen le gustaría más sus flores, su monte y su quebradita, que esa mole de concreto, que será toda una joya arquitectónica, pero se eliminó un jardín para hacer un gran estacionamiento, y lo único que hicimos las muñecas, cuando estaban tumbando las matas, fue que fuimos y trajimos algunas de ellas y las sembramos acá en el Bosquecito, y por eso yo le digo a la gente que estas matas nos la regaló la Virgen”.

En este Museo hay cientos de muñecas de todas partes de Venezuela y del mundo, donde comparten armoniosamente el Museo de Muñecas, el Club UNESCO de Muñecas y el Bosque Encantado de las Muñecas. El objetivo fundamental es el de buscar un poco de felicidad para todos, y de manera muy especial para los niños. Y por eso Zobeyda comparte todos los días el pan material y espiritual de la vida con los niños y con todos los que la visitan.

Zobeyda sólo pide que se le dé la ayuda necesaria para que el Museo no muera. Igualmente solicita un personal para la atención de los niños, para la clasificación de la información, y para garantizar la seguridad. Sobre todo se requiere con urgencia personal de vigilancia, porque el Museo últimamente ha sido asaltado nueve veces.

Aquiles Nazoa

“Aquiles es nuestro hermano mayor. El nos dejó, entre otras cosas hermosas, “La vida privada de la Muñeca de trapo”. Yo conocí a Aquiles en Guanare, con unas señoras muy bien arregladas. Cuando se bajó del presidium y lo tuve cerca, le eché un templón y le dije: Ven a acá, que yo te quiero mucho y te quiero conocer. Y él me respondió: ‘Gracias, mija, por librarme de esas viejas sofisticadas’”.

Compromiso

“Tres muñecos de Carora me mandaron una carta, Don Pío Alvarado, el Ché Guevara y Ernesto Cardenal. Que, aunque los dos últimos no son de Venezuela, ellos también nacieron en Carora, de las manos y los corazones de la gente de allí, son muñecos nacidos por un parto de magia. Estos muñecos en esa carta me piden hacer todos los compañeros combatientes que vayan cayendo desde 1984 hasta lograr llegar al proceso revolucionario que hoy vivimos. Ese compromiso hay que cumplirlo”

Presos

Zobeyda también ha realizado un trabajo en las cárceles con los presos, a los que llama “hermanos privados de libertad”, que están ávidos de amor. Con ellos ha hecho muñecas y poesía. Y piensa que muchos de los que están ahí no deberían estar y otros que están por fuera sí deben ocupar esos lugares. Dice que hay una injusticia de siglos pero tiene fe de que eso se acabe aunque sea poco a poco. Y decreta con Eusebia y las muñecas que “los francotiradores no han podido ni podrán dar en el blanco del sueño de las muñecas de trapo de que todos seamos felices y vivamos en paz”.

Los niños esclavos

Otra de las grandes preocupaciones de Zobeyda tiene que ver con los niños esclavos, los niños que trabajan en la confección de juguetes. Esos niños no juegan, esos niños trabajan para que jueguen los que puedan adquirir esos juguetes y esas muñecas de la sociedad de consumo. Muchas veces, además, han sucedido tragedias y de eso poco se habla. A esos niños los encierran a trabajar en lugares de donde no pueden salir ni en caso de incendio. Niños que se lanzan desesperados por las ventanas, y esa es la única manera de que el mundo se entere, porque estando dentro todos mueren encerrados y no queda rastro alguno de ellos. Esa es una realidad que se quiere ocultar.

“Nosotros no tenemos por qué comprar para nuestros niños un juguete de esos que está manchado con sangre de otros niños. Cuántos niños sufrirán haciendo esos “juguetes” de MacDonalds, por ejemplo. La gente no se da cuenta de lo caro que le pueden salir esas presitas de pollo, cuánto sufrimiento encerrado en esa supuesta “cajita feliz” con la que manipulan a los niños. Yo sé de niños que sólo comen comida de MacDonalds, pobrecitos”. Roque Dalton decía en un poema que muchas de esas empresas que producen perfumes y cosas “bonitas” son las mismas que producen armas para aniquilar culturas, las que producían el napalm que se lanzaba en Vietnam.

Muñeca subversiva y quijotesca

Zobeyda sigue siendo una niña subversiva, a veces es muñeca y a veces es Zobeyda, a veces las dos cosas, anda con Eusebia, su compañera, para arriba y para abajo, denunciando las injusticias que encuentra a su paso. Por ejemplo, cuando las sierras acabaron con el bosque que está detrás de su casa, Zobeyda salió con las muñecas a protestar tanto atropello. Qué podían hacer las muñecas contra aquel poder. Lloraban con los árboles derribados. Impotentes ante una gente que se ha adueñado de esas tierras y ahora tienen grandes terrenos para obtener unas grandes ganancias y acabar con las pequeñas propiedades. Nunca antes la imagen del Quijote estuvo más clara.

Zobeyda piensa que la reforma agraria asesinó los conucos. Ahora en los campos no hay conucos, ahora lo que hay son las grandes siembras, los monocultivos, la agricultura contaminante, una agricultura que se fumiga con avioneta. En los techos de las casas se escucha cuando cae el veneno, acabando con los pájaros, con los animales, agrediendo la naturaleza y los seres humanos. “En esta zona todos tragamos veneno, nos llenamos con los todos “icidas” que se han inventado, pero para los amos de esos terrenos, que son una verdadera plaga, no han insecticida que valga. Aquí tenemos enfermedades muy especiales, tuberculosis meníngea, enfermedades en los ojos, malformaciones congénitas en los niños, por culpa de esos venenos”. Cree que el conuco garantizaba comida, no en grandes cantidades pero sí para pequeñas familias, ahora lo que se ve es algo lamentable, por ejemplo, las máquinas recogiendo el maíz y la gente pobre detrás de la máquina para ver si queda algún granito para hacer alguna arepa, o, lo que es peor, para vendérselo a los mismos terratenientes. Habría que hacerle caso al Himno al árbol, el Himno a la agricultura, y cumplir con el primer mandamiento y todos seríamos felices.

Dice que igual ha pasado con las pulperías que sí eran humanas. “Yo soy hija de pulpera y veo con tristeza que las pulperías están desapareciendo, ahora hay grandes supermercados pero ahí a nadie le fían medio kilo de azúcar, ni una papa ni nada. Si no lleva plata no compra. Pero no todo es malo, ahora nos llegó otra alegría, nos llegó la leche, la caraota, el arroz, con otros precios y todos tenemos acceso a esa nueva forma de distribución de los alimentos, hay un momento hermoso que se está viviendo ahora con los Mercal”.

Y así no deja de dar su opinión sobre todo. Dice que la Gran Sabana se la comieron los turistas. Considera que hay que volver al libro Mantilla, donde aprendió a leer y a escribir, y su alegría se multiplicó cuando supo que ese libro era obra del apóstol José Martí, a quien quiere no sólo por Leonor, la muñeca negra, sino porque, según Zobeyda, a Martí no se le escapó nada, y además había sido compinche de Cecilio Acosta.

Zobeyda está muy contenta con las Misiones. “Qué broma más bonita cuando uno ve a la vecina de al lado con su cuaderno de la Misión Robinson y sus lentes que le dio la Misión Barrio Adentro, y que ya firma y empieza a leer algunos avisos y algunos artículos de la Constitución, y tiene su beca. Y así las otras Misiones. La Misión Cultura está andando, yo formo parte de ella, y pronto vamos a tener un ejército cultural. La intención es formar licenciados en la mención Desarrollo Cultural”.

Final

Zobeyda Jiménez requiere del respaldo del Estado venezolano para la preservación y mantenimiento del Museo de las Muñecas, así como para la publicación de su obra en un libro de gran formato y alto tiraje, porque, como dijo alguna vez José Vicente Rangel en su programa “José Vicente Hoy”: “En ninguna biblioteca de Venezuela debería faltar la obra de Zobeyda Jiménez”.

Esta es Zobeyda, una muñeca-muñequera que, según la canción de Alí Primera, tuvo cinco hijos de su vientre y miles del alma. Yo estoy en los del alma. Ella me dio permiso. “Te puedes meter en los del alma”, me dijo.


BIBLIOGRAFÍA DE ZOBEYDA JIMÉNEZ

Libros publicados

-Testimonios sobre las muñecas. Fondo Editorial IPASME, 1983.

-En todo corazón palpita una muñeca. Universidad de Carabobo. Ediciones del Rectorado, 1990.

-Vamos a jugar. Dirección de Cultura del Estado Portuguesa. 1992.

-Las plantas se aman y las amamos. Ediciones de la autora. Auspiciado por el CONAC. Píritu, Portuguesa, 1992.

-Cuic cuic cuicuí. Ediciones de la autora. Auspiciado por el CONAC. Píritu, Portuguesa, 1992.

-Fiesta de muñecas. Ediciones de la autora. Auspiciado por el CONAC. Píritu, Portuguesa, 1993.

-Dos poemas y un viaje novelero. Ediciones de la autora. Auspiciado por el CONAC. Píritu, Portuguesa,1994.

-Autobiografía de una muñeca cimarrona. Unión Editorial Gayón. 2001.

-Muñecas... Siempre muñecas. Fondo Editorial IPASME, Caracas, 2004.

Participa en la Antología de poetas piriteños con el poema Juan de la calle, baila que baila. Compilador: Francisco María Gallegos. Píritu, Portuguesa, 2001.

Igualmente ha ilustrado los poemarios de Domingo León y de Eduardo Gallegos Mancera.

Libros inéditos

-El testimonio de Eusebia como demostración de la importancia de la muñeca de trapo y los juguetes inventados, mágicos y subversivos, en los espacios educativos formales y alternativos.

 

-Eusebia dice

-Muñecas

DECLARACIÓN DE LAS MUÑECAS DE TRAPO

(Homenaje a Aquiles Nazoa)

Nosotras las Muñecas de Trapo

declaramos:

Que somos hechas de trapos viejos, de tiras, de recuerdos.

Que nacemos por amor y con amor

de las manos de la gente sencilla.

Que los niños y los poetas son cosas aparte con nosotras,

se vuelven locos cuando nos ven.

Que cuando el tiempo ha pasado nos evoca la gente

y nos encuentran acurrucadas en los recuerdos de su niñez.

Que caminamos por el pueblo, nos mantenemos en él,

y estamos presentes en su imaginación y en su realidad.

Que valientemente enfrentamos la existencia

luchando por todas las cosas hermosas

y sencillas que la componen.

Que somos felices donde hay amor, paz y poesía.

Acordamos:

Solidarizarnos con las muñecas cabezas´e ñema,

las cabeza´e bombillo, las de tusa, las de barro, las de palo,

las de piedra, las de guásimo, las de junco, las de cera.

Que los niños, jóvenes y viejos

jueguen con nosotras.

Identificar el amor entre la gente

y decir NO a la guerra.

Hacerle un reconocimiento público

a los niños y a los poetas.

Ayudar a la conservación de la tradición

de la Muñeca de Trapo.

Reunirnos algún día con todos los Muñequeros

y Muñequeras para la celebración

de la postura de agua de Muñecas.

Seguir fantaseando porque es un derecho humano.

Enviar copia de la presente declaración a los que nos aman.

Dado, firmado y besado en Píritu, Portuguesa, Venezuela,

al amanecer de cualquier día

en la Casa de una Muñequera del pueblo.

Las Muñecas de Trapo.

fragui2000@yahoo.com



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