Por utopía se entiende, desde una perspectiva racionalista-idealista, un plan ideal en que todo está perfectamente determinado, pero que su materialización o concreción es imposible en lo corto o inmediato, a veces es tan imposible en el largo plazo. El concepto procede de la obra de Tomás Moro (1478 –1535), pensador, teólogo, político, humanista y escritor inglés, autor de la Utopía, en la que describe la república de la imaginaria isla de Utopía. Desde la perspectiva de las ciencias sociales, se entiende por utopía la acción social o proyecto de acción que se fija unos objetivos explícitos sin tener en cuenta las formas de organización social que permitan alcanzar tales objetivos. Cuando se califica de “tópica”, utopía tópica, se hace referencia al mismo significado, salvo que por las condiciones del contexto y el colectivo, es altamente realizable. En esta realidad se sitúa, en la Venezuela contemporánea, el concepto de comuna.
En este aspecto valga hacer referencia al significado histórico que ha tenido la comuna, sobre todo en su ideario práctico de la París del siglo XVIII. En francés, la Commune, fue un breve movimiento insurreccional que gobernó la ciudad de París desde el 18 de marzo al 28 de mayo de 1871; durante ese tiempo se instauró un proyecto político popular autogestionario que para algunos autores se asemejó al anarquismo o al comunismo. Tras la derrota y derrumbe del gobierno imperial de Napoleón III, en la Guerra Franco-Prusiana (1870-71), París fue sometida a un sitio de más de cuatro meses (19/09/1870-28/01/1871), que culminó con la entrada triunfal de los prusianos y la proclamación imperial de Guillermo I de Alemania en el Palacio de Versalles. Este hecho histórico marcó la relación de la comuna con el modelo de organización política e ideológica de la izquierda que nacía como alternativa al conservadurismo y a los ostentadores del poder mercantil y feudal.
A todas estas, la comuna pasó a ser en la estructura de los Estados Nacionales europeos, commune en su lengua original francesa, una especie de ayuntamiento desde donde se gobernaba y promulgaban decretos revolucionarios; la autogestión de las fábricas abandonadas por sus dueños, la creación de guarderías para los hijos de las obreras, la laicidad del Estado, la obligación de las iglesias de acoger las asambleas de vecinos y de sumarse a las labores sociales, la remisión de los alquileres impagados y la abolición de los intereses de las deudas, entre otras muchas medidas, respondían a la necesidad de paliar la pobreza generalizada que había causado la guerra en la Europa del siglo XIX, aunque esa figura de organización política como tal no constituía un ideas difundido, su radio de acción estuvo entre Francia y España concretamente, con algunas experiencias en Inglaterra, dado que al poco tiempo de su concepción como instrumento de orden y de orientación comunitaria, fue sometida al asedio y la comuna fue reprimida con extrema dureza. Al final, fue desestimada y su figura circunscrita a un modelo histórico de organización social. Hoy día, en América Latina, en concreto, en la república Bolivariana de Venezuela, se ha creado una concepción humanista de la comuna, dándosele un lugar estratégico para la consecución, desde ella como organización primaria de la comunidad, proyectar las vías de acceso al poder popular que no es otra cosa que la asunción del poder comunal.
La comuna, en una palabra, ha pasado a configurar la célula social del territorio que estará conformada por las comunidades, cada una de las cuales constituirá el núcleo territorial Básico e indivisibles del Estado Socialista Venezolano, donde los ciudadanos y ciudadanas tendrán el poder para construir su propia geografía y su propia historia, respetando y promoviendo la preservación, conservación y sustentabilidad en el uso de los recursos y demás bienes jurídicos ambientales. A partir de la comuna, o comunas, las comunidades desarrollaran formas de agregación comunitaria político-Territorial, las cuales serán reguladas en la ley nacional, y que constituyan formas de autogobierno. La Comuna es un espacio socialista que, como entidad local, es definida por la integración de comunidades vecinas con una memoria histórica compartida, rasgos culturales, usos y costumbres, que se reconocen en el territorio que ocupan y en las actividades productivas que le sirven de sustento, y sobre el cual ejercen los principios de soberanía y participación protagónica como expresión del Poder Popular, en concordancia con un régimen de producción social y el modelo de desarrollo endógeno y sustentable, contemplado en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación.
En la experiencia venezolana, la comuna está delineada y amparada en la “Ley Orgánica de las Comunas” (2010), en donde se expresa que tiene como propósito fundamental la edificación del estado comunal, mediante la promoción, impulso y desarrollo de la participación protagónica y corresponsable de los ciudadanos y ciudadanas en la gestión de las políticas públicas, en la conformación y el ejercicio del autogobierno por parte de las comunidades organizadas, a través de la planificación del desarrollo social y económico, la formulación de proyectos, la elaboración y ejecución presupuestaria, la administración y gestión de las competencias y servicios que conforme al proceso de descentralización, le sean transferidos, así como la construcción de un sistema de producción, distribución, intercambio y consumo de propiedad social, y la disposición de medios alternativos de justicia para la convivencia y la paz comunal, como tránsito hacia la sociedad socialista, democrática, de equidad y justicia social.
En una palabra, la comuna es la estructura orgánica que el Estado promueve para que las comunidades se organicen y tengan acceso pleno al poder, tomando sus propias decisiones y creando condiciones morales y éticas, altamente comprometidas con la independencia y autodeterminación de los pueblos; la comuna no es un capricho idealista, es una realidad de lealtad y compromiso.
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