Alquimia Política

Sobre complejidad y sustentabilidad: de lo técnico a lo cotidiano

El principal problema hoy día en el ámbito académico en Latinoamérica, es la delimitación de el denominado paradigma de la complejidad y paradigma de la sustentabilidad. En los programas de gobierno de los países que defienden la inclusión social y cuestionan el capitalismo “salvaje”, ambos paradigmas están inmensos en sus cartas de intención y en las estrategias y políticas públicas en sus respectivos gobiernos. El problema surge cuando se busca vincular estos paradigmas con los movimientos sociales, hay incongruencia, desniveles evidentes que terminan confundiendo a líder social comunitario y al erudito académico de postgrado que busca, sin éxito, responder a algún estudiante acerca de cómo articular en esos paradigmas una respuesta justa, viable y factible para el beneficio del colectivo más necesitado de nuestro continente latinoamericano.

Para la chilena, excandidata a la Presidencia, Sara María Larraín Ruiz-Tagle (1952), es una el marco de la sustentabilidad contempla componentes de enorme potencial ético y político “…para el fortalecimiento y articulación de las agrupaciones ciudadanas, tales como: la concepción de las personas…como sujetos de derecho; la coherencia entre las concepciones de lo público y lo privado en un marco de bien común; la coherencia entre la equidad y la democracia en los ámbitos de la convivencia social, entre los géneros y las generaciones, entre las culturas y los territorios. También aporta con una nueva crítica al paradigma patriarcal, autoritario en lo político, dominante en las concepciones de desarrollo, y tecnocrático en la concepción de futuro.” Es decir, la sustentabilidad es una necesidad para mirar el sistema planetario en que estamos inmersos desde sus limitaciones físicas, buscando brindarle condiciones a los recursos con que cuenta para estructurar sistemas físicos y biológicos conectados entre sí que sean indestructibles a la manipulación del hombre. Los diversos subsistemas que integran este sistema mayor se caracterizan por su diversidad, equilibrio, complejidad y fragilidad; el desafío que enfrentamos, si queremos sobrevivir como especie, reitera Larraín Ruiz-Tagle, es aprender a vivir dentro de esos límites y características biofísicas del sistema que nos alberga. Y la sustentabilidad requiere coherencia entre las necesidades humanas y la política, resultando fundamental la participación directa y protagónica de los diferentes sectores de la población en las decisiones que afectan o condicionan su futuro, el de sus comunidades, sus recursos, su entorno y su cultura. Por ello, el paradigma de la sustentabilidad, es el que articula la sociedad a través de la participación ciudadana y no, como algunos teóricos lo tratan de hacer ver, como un proceso integral que exige a los distintos actores de la sociedad compromisos y responsabilidades en la aplicación del modelo económico, político, ambiental y social, así como en los patrones de consumo que determinan la calidad de vida. ¿Cómo orientas la sustentabilidad desde patrones de conducta? La sustentabilidad implica pasar de un progreso pensado en términos cuantitativos, que se traduce en crecimiento económico; y cualitativo, donde se establecen vinculaciones entre aspectos económicos, sociales y ambientales, en un renovado marco institucional democrático y participativo, capaz de aprovechar las oportunidades que supone avanzar simultáneamente en estos tres ámbitos, sin que el avance de uno signifique ir en desmedro de otro. En una palabra: justicia social y empoderamiento de la gente de sus instituciones públicas.

En otro aspecto está el paradigma de la complejidad es visualizado como lo confuso, difícil. Sinónimo de un caos perpetuo, y nada más alejado de la realidad. Sobre el tema el francés Edgar Morin ha escrito mucho, así como J.L. Le-Moigne, han sido precisos en distinguir que el paradigma de la complejidad se refiere al abordaje de la realidad desde las diferentes disciplinas (entiéndase profesiones, áreas de conocimiento específicas), que se va haciendo como un tejido, construido con los múltiples hilos de la diversidad, es difícil recogen los conceptos más reiterativos en las numerosas visiones de disciplinares y las vinculan, el producto de esa vinculación es la complejidad. En palabras llanas, es ver una realidad en estudio, una situación puntual en un Consejo Comunal, desde las diversas maneras o formas de cómo se puede resolver y llegar a un consenso en desde lo sistémico se articule una solución efectiva y real. Ahora bien, esa complejidad tiene sus elementos constitutivos que es necesario identificar para profundizarla como método de estudio: es Autoorganizada, responde a un sistema, para generar patrones de comportamiento global a partir de las interacciones entre sus partes constituyentes y a partir de las interacciones de estas con su entorno; amplifica sus fluctuaciones, va de lo simple, pasando por los estados críticos que puedan desencadenar procesos que cambien completamente las condiciones del sistema; es Artificial, es decir, su naturaleza obedece a un impulso creativo del hombre que más que eliminar construye una nueva realidad dentro de esta; es Auto consistente, no tiene principios ni fundamentos ni jerarquías definidas; es Autopoiética, tiene capacidad para organizarse de tal manera que el único producto resultante es él mismo. No hay separación entre productor y producto; es Auto semejanza, así como aparece en una dimensión campo o condición, aparecen en otras dimensiones campos o condiciones, por diferentes que estos sean; no hay límites definidos entre los elementos ni al interior de ellos, todo es cuestión de aproximación; prevalece la conectividad, donde todas las partes se afectan mutuamente a pesar de que no tengan conexión directa; es Constructivista, donde no hay datos, leyes de la naturaleza, objetos externos, la legalidad y certeza de los fenómenos naturales, todos son propiedades del que describe; hay correlación, donde los fenómenos, a través de la causalidad, se van dando acontecimientos donde efectos y causas están entretejidos; se la criticalidad, que no es otra cosa que a entropía, buscando un comportamiento global, coherente; se da en función a un pensamiento de emergencia que surgen de nuevas propiedades, a partir de nuevas formas de conexión entre los mismos elementos, o de rupturas de simetría en el sistema.; se da la flujicidad que identifica los puntos de control del sistema y sus mecanismos de información están dispersos, difusos, en la estructura del sistema; se da la impredecibilidad, la inclusión, la multidimensionalidad, la omnijetividad, la paradoja, la plegabilidad, la potencialidad, la recursión, la resonancia, y las rizomas, que vienen a ser la segmentariedad desde las que es estratificado, territorializado, organizado, significado... pero también líneas de desterritorializacion por las que un sistema es acentrado, no jerárquico y no significante.

En una palabra, lo posible es lo que se realiza o no, y lo real es a imagen de lo posible que se realiza; y como no todos lo posible se realiza, entonces la realización es una limitación, lo virtual entonces no es ni lo que apenas es posible, ni lo que no es real. Pues lo posible aunque es actual, para hacerse realidad requiere de un proceso en tiempo y aún en espacio. Lo complejo está inmerso en el conocimiento que lo cotidiano interconecta y fusiona para activar la realidad.



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Ramón Eduardo Azócar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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