El profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Andrés Antillano, licenciado en psicología y especialista en criminología, conversó con ViVe sobre la estrecha vinculación entre violencia y organización social. “Hay una relación paradójica entre violencia y organización social. Las comunidades organizadas tienen baja tasa de violencia, mientras que las comunidades con altas tasas de violencia son muy desorganizadas. Estos dos aspectos están íntimamente vinculados, la organización social es crucial”.
Recordó la importancia de que la ciudadanía asuma el problema de la violencia como algo propio, sin limitarse a la denuncia, así como la posibilidad de que la comunidad recupere los espacios públicos. “Las estrategias de derecha, reaccionarias, plantean que la gente se quede en la casa, poner toques de queda, evitar que la gente salga... Hay que buscar todo lo contrario: devolverle a la ciudadanía los espacios públicos, como espacios de encuentro. En la medida en que la gente salga a la calle, de noche, a conversar, a pasear, los espacios públicos se vuelven más seguros”.
El profesor universitario afirmó que el problema del delito es penal, judicial y legal. “Es un problema que requiere represión por parte de la policía, los fiscales, el Estado. La represión en sí no es mala, siempre y cuando sea mesurada, y no la salida principal”. Sobre la posibilidad de que las comunidades se organicen para ejercer por sí mismas esas labores de represión, no se mostró de acuerdo. “No creo en la ciudadanía asumiendo el ejercicio de la represión, ni que la comunidad deba realizar funciones de inteligencia o policiales”.
En su opinión, el papel de la comunidad debe centrarse en los aspectos que generan esa violencia: el delito también tiene una profunda raíz social. “El rol de la comunidad es el de actuar sobre las causas delito, un rol de prevención, de conciliación, de reparación... Conseguir que los muchachos se reincorporen a la comunidad, por ejemplo, como promotores deportivos”.
Por último, explicó la búsqueda de reconocimiento que subyace tras muchos episodios de violencia, y la manera de encauzar esa búsqueda por otros medios. “La violencia es un mecanismo de reconocimiento. Hay una necesidad expresiva en la violencia, de ser considerado, necesidad que puede expresarse a través de de la producción audiovisual, de la organización social, del deporte. Encontrar así la manera de que los jóvenes no tengan que acudir a la pistola para sentirse temidos y por tanto considerados”.