Puedo dar testimonio de la “campaña perfecta” en la parroquia del municipio Libertador del estado Mérida donde resido, Lasso de la Vega. En esta parroquia, mayoritariamente opositora (la oposición dobla el voto revolucionario; en estas elecciones, 65,94% contra 33,63%), dirigentes parroquiales trabajaron arduamente, cumplieron todos las directrices que venían del Comando Carabobo, y ordeñaron con esfuerzo hasta el último voto posible. La participación fue muy alta (85,9) y casi se logra la meta de votos para Chávez fijada por el CC. La división de clases en esta parroquia es muy marcada: los campesinos y trabajadores originarios de la zona, mayormente pobres, y una reducida fracción de clase media consciente, chavistas; la pequeña burguesía universitaria, comerciantes (incluso los que le deben su reciente prosperidad a la ampliación de consumo producida por las políticas sociales del gobierno), profesionales liberales y desclasados mediáticos, opositores, con un sector numeroso de disociados, muy beligerantes.
Ahora bien, sobre todos los merideños se cierne la desgracia de pasar a ser gobernados por un triste personaje, político de tercera línea pero maniobrero y ubicuo políticamente (en las primarias publicó carteles retratado con Capriles y con Pérez), supinamente ignorante, pésimo funcionario que deja en peores condiciones las instituciones donde se ha trepado, el rectorado de la ULA y Alcaldía del Libertador. Estamos aterrados, pero hasta el viernes hay oportunidad para impedir que esto suceda.
Hasta el viernes hay oportunidad para que el gobernador que se seleccione tenga capacidad de derrotar a ese nefasto personaje. Hay pueblo con qué, porque la pérdida de las elecciones en el estado fue sencillamente el resultado de gestiones consecutivas que no llenaron las expectativas del proceso revolucionario que vive nuestro País. Teniendo en cuenta las dos gestiones anteriores, el pueblo clama por un gobernador que se comprometa a imbricar la acción política regional en el “Proyecto Nacional de Desarrollo Económico y Social de la nación 2013-2019” y a entender que no es un califa oriental, sino un funcionario electo por los votos del pueblo que, gracias a ser el sujeto histórico de la Revolución Socialista Bolivariana, se empodera más cada día. Y eso vale para todo, desde la consulta a las organizaciones populares para el nombramiento del equipo de gobierno, hasta el diseño conjunto de la política gubernamental específicamente regional.
Apuntadas esas grandes
directrices, desglosamos sin orden jerárquico otras condiciones contenidas
allí, pero expresadas por separado por constituir de las más visibles
debilidades presentes en las dos últimas gestiones del gobierno regional.
Mérida necesita un gobernador que:
- No le rinda culto a su persona hasta extremos del ridículo. Los habitantes del estado no debemos estar sometidos a la omnipresencia gráfica de su gobernador y tenemos derecho de poder mirar en alguna dirección sin tener que contemplar su rostro rozagante o su nombre y apellidos completos. Como anécdota, un parque urbano de Mérida aloja treinta y seis (36) fotos del actual gobernador.
- Es un lugar común hablar del “destino turístico” del estado, pero queda aún por definir hasta dónde es verdad esta afirmación, así como el carácter del turismo deseable y el que se debe proscribir. Así y todo, el nuevo gobernador debe superar el concepto de turismo que privilegia la inversión en el maquillaje de la ciudad, mientras los barrios y los pueblos siguen sumidos en el abandono urbanístico y sumergidos en la pobreza. Debe superar las costosas promociones publicitarias sin conceptos definidos; debe someter a regulación los prestadores privados de toda la gama de servicios turísticos, para evitar, como sucede, que esquilmen a los turistas y maten la gallina de los huevos de oro; debe atender prioritariamente las vías de comunicación y los servicios de los pueblos que contienen los reales valores turísticos…
- Con capacidad para detectar tempranamente o escuchar las denuncias fundamentadas sobre corrupción de funcionarios y obrar en consecuencia. Nunca más debe permitirse la auto asignación por altos funcionarios de beneficios destinados al pueblo, viviendas, por ejemplo, ni el tráfico de influencias para dirigirlos hacia familiares o sectores de su entorno no necesariamente necesitados; no más funcionarios cuya capacidad de ahorro sea tal, que a los pocos meses de servicio público ya puedan adquirir vehículos lujosos y viviendas en las más exclusivas urbanizaciones o edificios; que destierre definitivamente la práctica de la corrupción con contratistas y proveedores, relación dialéctica en la cual no se sabe quién corrompe a quién.
- Un gobernador que no estime como indispensables el trato continuo y las alianzas acomodaticias con sectores de la sociedad irrecuperables, ideológica y estratégicamente enemigos de la Revolución Bolivariana, que sólo persiguen su destrucción.
- Que no financie con los recursos del Estado los medios de comunicación expresión de la ideología capitalista de desinformar y enfermar la psiquis de los pueblos, a cambio de cumplir con la recomendación gomecista de no ser nombrados ni para bien ni para mal… beneficiados con esta exención, no importa cómo esos medios traten al líder máximo de esta revolución, no importa que sigan cabalmente la línea de oposición acordada por los medios privados nacionales, que se sesguen hacia los intereses de la oligarquía, que en las noticias y opinión internacional seleccionen lo más desfavorable para el País y las causas nobles de los pueblos, o que promuevan un enfermizo amarillismo y una repugnante pornografía en las páginas de “sucesos”.
- Que fortalezcan los medios alternativos de comunicación, algunos vergonzosamente cerrados, emigrados a la web o paridos con el desangre de sus editores, por falta del más mínimo apoyo oficial. Con los gigantescos recursos que se han dirigido a los medios privados opositores, es posible mantener por lo menos un medio impreso con cobertura regional y uno en cada municipio del estado, además de fortalecer las emisoras comunitarias alternativas.
- Que destine a la cultura un porcentaje decente del presupuesto que pueda financiar una política cultural regional que preserve la memoria y el patrimonio histórico, ajustada a las verdaderas expresiones y necesidades culturales del pueblo, y destierre las “tradiciones culturales” enajenantes, como las ferias como se conciben en la actualidad, las corridas de toros y otras prácticas de tortura de animales, la promoción del alcoholismo y en general el pan y el circo en que se han convertido las celebraciones oficiales.
- Que cumpla con la reiterada solicitud del Presidente de bajarse de los vehículos lujosos con vidrios ahumados y rimbombante escolta, para ver y dejarse ver por el pueblo, acercarse físicamente a sus problemas, asemejarse, confundirse, fundirse con él, origen y destino del poder de su investidura.
- Un gobernador que con el ejemplo de su trabajo, con el cumplimiento de sus obligaciones para con trabajadores, con su fervor revolucionario, estimule la participación de los funcionarios en actos políticos, en jornadas de trabajo voluntario, en situaciones de contingencia, y no tengan que ser compelidos para ello con órdenes jerárquicas de carácter obligatorio.
- Que entienda o se asesore sobre la historia económico-ecológica del estado para reorientar el “destino agrícola” del estado y su contribución a la soberanía y seguridad alimentaria del País. Que no niegue la existencia de la gran propiedad, latifundista o no, en el estado, y acate con rigor las directrices del Presidente Chávez sobre la propiedad de la tierra.
- Que no cabalgue las atribuciones de otras instituciones, salvo en los casos de abandono de obligaciones para con los más desfavorecidos.
- Que se arrope hasta donde le alcance la cobija y las obras que emprenda tengan recursos para su culminación en el tiempo previsto, evitando la diseminación de obras inconclusas. Que sea capaz de contratar transparentemente, evitando las empresas forajidas, las de amigos ajenos a la actividad y las de incumplimiento sistemático, lo que supone acogerse a la contraloría social.
- Terminar definitivamente con la zozobra a que es sometida recurrentemente la ciudad de Mérida y, más recientemente, El Vigía y otras ciudades del interior de estado, por parte de grupos estudiantiles dirigidos o guarimberos profesionales, situaciones que tienen solución policial y judicial, sin tener que recurrir a extremos de violación de derechos fundamentales. Esta necesidad, y la de disminuir la violencia e inseguridad, supone la calificación de los funcionarios policiales o traspasar la jurisdicción policial a la Policía Nacional Bolivariana.
- Que tramite eficientemente hacia el estado los beneficios de los organismos centralizados, coordinando con efectividad, de manera que el estado no quede rezagado en los grandes proyectos nacionales.
Candidatos a gobernador hay muchos, pero en su mayoría han cometido los mismos errores en cargos o en funciones de dirección en el PSUV. Las organizaciones populares no bozaleadas, el pueblo llano y dirigentes comprometidos, además de tener las críticas que expusimos, conocen el perfil del gobernador que el pueblo de Mérida se merece. Presidente Chávez, sabemos que no la tiene fácil, pero confiamos en su sabiduría y olfato político… ¡Hasta el viernes tenemos oportunidad!