La Cumaná de los hijos infinitos



Está de cumpleaños la Cumaná, la linda señora que recibe todos los días los besos del mar Caribe. La novia eterna de las playas de San Luis que nos abraza y nos susurra al oído sueños, esperanzas y frustraciones. La Cumaná en cuyo vientre serpentea la caricia de su Manzanares, hijo predilecto, y vive del recuerdo de los tantos que se fueron, volvieron y conviven en su lucha contra la inclemencia del tiempo.

Aquí está esta Linda Señora, al decir del inolvidable Andrés Eloy Blanco. La musa del Tin Fernández. Podemos imaginarnos ahora la sorpresa del sabio naturalista Alemán Barón Alejandro Von Humboldt aquel amanecer del 16 de julio de 1799, cuando por primera vez llega a esta ciudad que se extiende al pie de la colina es, según el investigador, “aislada, desnuda y blanca, despide al mismo tiempo una gran masa de luz y color radiante...un cielo puro, enjuto que sólo exhibe algunas ligeras nubes al ocaso del sol, reposa sobre el océano, sobre la península destituida de árboles y sobre las planicies de Cumaná...la tierra en estas costas presenta grandes oposiciones de serenidad y neblinas, de sequedad y chubascos, de esterilidad absolutas y verdes sin descanso renaciente...”

Esta ciudad, al decir del buen amigo Benito Yrady, nunca ha tenido eclipse. “Cumaná, a pesar de todas las amarguras impuestas al pueblo por los centros de poder, a pesar de todo siniestro y de todo horror, la inventiva popular no se detiene, se expende y se hace inagotable para refrescar la quemante vida de los pobres con alegría que tiene historia”. (Revista especial con motivo de los 470 de Cumaná).



Cumaná ahora es la colina y más allá. Ha crecido de mil maneras y sus necesidades se acrecientan cada amanecer. El Manzanares sigue en su vientre y se ha convertido en el palpitar de un corazón que siente el cansancio de estos 497 años de trajín. Guapea todos los días sin dejar de lucir su altivez y dotes de grandeza. Esta ciudad que con más reciedumbre se aferra a los besos, caricias y amoríos del Mar Caribe exhibe con orgullo sus poetas, pintores y músicos. Celebra la humildad y prodigio de sus tabacos, perseverancia de sus pescadores y amabilidad de su gente.

Orgullosos y milenarios en la resistencia a invasores de toda calaña. Con un Sucre que nos inspira a nuevas batallas, desde esta Cumaná altiva y con gente espontánea y generosa, seguimos luchando por la Cumaná aguerrida, de cuyas entrañas nacen cada día miles de hijos infinitos de nuestro Andrés Eloy que algún día le darán el amor esquivo.











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Juan Azocar


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