Pester no tuvo tiempo para revisar las ordenanzas y atribuciones de la alcaldía donde vegetó. No se enteró de su competencia sobre los mercados, salvo los que existen y los temporales para pasar cepillo y explotar a quienes menos tienen. A estas alturas de la vida está ofreciendo la construcción del mercado de mayoristas, acusando a la gobernación de no haberlo hecho, cuando la omisión fue suya, como alcalde.
Y es que ha vivido perdido en su marasmo mitómano, convencido de que su paso por las instituciones no ha sido el rotundo fracaso que perciben todos quienes no usen lesterianas neuronas para evaluarlo. El fuerte rechazo que ahora enfrenta y que le hizo perder la oportunidad de su vida, ser electo gobernador en un estado donde apenas hace sesenta y tantos días triunfo la oposición, y es que no ha podido esconder su fracaso tras las sonrisas forzadas, abrazos, ofertas engañosas y cuentos de camino. Llegó hasta donde iba y su vida política tendrá que seguirla viviendo en su mitomanía.
Electo alcalde, heredó la tragedia perpetrada por un alcaldillo adeco en la administración de la ciudad, e hizo lo imposible, convertir lo pésimo en peor. Nada se salvó de su torpe mano, todo lo dejó en más lastimosas condiciones. Su capacidad para quebrantar la Ley impidió el funcionamiento de los organismos comunales de control y participación; se burló con descaro de los consejos comunales que no pudo desestabilizar, otorgándole recursos con una mano y retirándoselos con la otra. No movió un dedo para remediar el infernal tráfico merideño, el buhonerismo se acentuó, los barrios siguen con las mismas y acentuadas carencias, el urbanismo quedó a merced de la corrupción, las ordenanzas más útiles se engavetaron, anarquizando la relación ciudadana. De aportar para solucionar el problema de la vivienda, ni hablemos, sobran los dedos de la mano para contar las casas que tramitó o edificó. Éxito moderado tuvo al aumentar la recaudación, a punta de rebajas de las obligaciones tributarias, pero el dinero ingresado también se esfumó sin dejar huella. Dos escuelas municipales fueron privilegiadas para divertir el caos en el sector educación municipal; en una de ellas un magnífico coro de niños en cada presentación entonaban la canción que escogió como himno, porque en su ignorancia (supina, supinísima) pensaba que podía extrapolar la letra del siglo XIX a la realidad actual y con ella criticar al gobierno, y lo que lograba era actualizar insultos a los militares. Se trata de la canción de la Revolución Legalista, “Ya Venezuela no quiere guerra”, que oía embelesado, como si estuviese comiéndosela.
Manejó el personal como a piones de hacienda, y lo que ahora ofrece en la campaña es el compendio de lo que no hizo y de los errores que cometió, extrapolado al gobierno regional. Sólo respetó la estabilidad laboral en el límite de la infracción de las leyes. No licitó nada, las obritas que emprendió siempre se hicieron por “revisión de cotizaciones”, y el precio de las últimas fue una evidente recaudación para la campaña.
Si las plazas, parques, jardines y otras áreas verdes de la ciudad estuvieron frecuentemente bien presentadas, es porque el gobernador Díaz Orellana le metió la mano y gastó millardos en sacarle a Pester la pata del barro. El gobernador también cabalgó otras atribuciones de la alcaldía, todo en detrimento de la votación chavista, que veía los recursos necesarios en elevar la calidad de vida de los barrios, y resolver necesidades urgentes, destinados a un pésimo y burgués concepto de turismo. En fin de cuentas, Péster y Díaz O. se la llevaron de lo mejor.
Pester viajó y viajó y no trajo ni recuerdos. Maniobró y maniobró para obtener la candidatura; ubicuo políticamente, apoyó simultáneamente a Pérez y a Capriles y dejó en la estacada a amigos que le cabroniaron su actitud, Luis Loaiza, por ejemplo, que después de tener el apoyo de Pester, busca ahora con el único apoyo de UNT un puesto imposible en la le Legislatura del estado. Y por ahí ventea otra parte de la explicación de la soledad de Pester; parece que dejó a muchos en la estacada, porque no se puede ofrecer el mismo cargo a cinco o seis personas diferentes.
Sabemos que derrotado boqueará por un puesto salidor a la AN, cuando corresponda. Derrotado a su vez, intentará volver a la ULA, donde los nuevos caciques le tirarán una trompetilla. Se devolverá, pero chivo que se devuelve es porque lo traen en tasajo.
El otro escenario, el de emulador de Capriles e intentar repetir en la alcaldía, sería un enloquecimiento terminal, pero la única posibilidad de mantener la alcaldía en manos de la derecha, lo que podría $entender$ el silente ganador de las elecciones internas de la MUD. Por el municipio libertador se perdió el estado, la paliza fue abrumadora (39.596 votos de diferencia) y los factores que la provocaron, complejos y variados. Pero la derecha echó allí el resto, y a esta altura la intención de voto en el municipio es apenas favorable a Pester, con Alexis pegadito.
Nadie saben de dónde sacó primero justicia al candidato; el hecho fue que el partido ganó las primarias. Este muchachito inexperto en todo, le toca ir nada más, nada menos, que de candidato para una institución importante después de dos derrotas consecutivas y la arrechera, frustración y abstencionismo reinando entre los electores de derecha. Apenas habla, y en público tiembla, suda y ensarta más lugares comunes que su mentor Capriles. Sinceramente, da lástima. Consideramos una maldad haberle asignado un compromiso mayor que sus facultades. Pudo tener alguna oportunidad de haber ganado Capriles y de ganar Pester, pero no, no se le dio al pobre y la va a pasar muy mal. Requetemal.
No todo en Pester es imperfección. Una empresa planificó bien pero le salió mal, la del apoyo a la candidatura del jamelgo errante. ¡Hasta votos le costó, sin incidir en lo que quería, debilitar al candidato de la Revolución, Alexis Ramírez.
Pobre Pester con su mediocridad a cuestas. Se le acabó lo que se le daba.
(091212/19:50)
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