Misión Transporte para el pueblo tachirense

Algunos personeros de la burguesía tachirense, aliados del derrocado general Marcos Evangelista Pérez Jiménez y repentinos conversos en la “unidad popular cívico-militar” —de postrer e infame traición en pacto de cúpulas entre Fedecámaras y representantes político-partidistas de la derecha representada por el lacayo pro-imperialista Rómulo Betancourt—, después de derrocada la dictadura por una explosión popular del pueblo caraqueño y venezolano en general, inspirado en la Junta Patriótica liderada por Fabricio Ojeda, aquél 23 de enero de 1958, no tuvieron ningún empacho en reacomodarse en cargos relevantes y de toma de decisiones políticas como en casi toda Venezuela.

Aunque el pueblo de Caracas votó en su contra, no así el resto del país, desde el día 13 de febrero de 1959, investido ya de presidente, Rómulo Betancourt gobernará suspendiendo garantías constitucionales e ilegalizando de inmediato al partido comunista. La represión hacia las masas obreras, ese mismo pueblo heroico que había derrocado a la dictadura, no se hizo esperar. Encarcelamiento, tortura y asesinato de estudiantes, líderes sindicales y disidentes políticos de izquierda fueron el pan de cada día.

La intentona golpista y reaccionaria de Castro León es apenas vago recuerdo del anecdotario de aquel 20 de abril de 1960, que por vez primera ensayaba endosar la ebullición política revolucionaria del momento al castro-comunismo .

Rebajados los sueldos por decreto gubernamental en un diez por ciento para el sector público, la empresa privada se hizo eco de tal medida confiscatoria hacia la clase trabajadora, 1962 nos sorprenió en San Cristóbal con el paro del transporte —convocado por sectores progresistas de la CTV opuestos al cobro injustificado de una póliza de Responsabilidad civil— que se hizo extensivo al todos los rincones de la patria—; ante aquel fermento insurreccional el gobierno con sus esquiroles de la CTV, bandas armadas de Acción Democrática y la represión militar quiso doblegar la huelga legítima de los transportistas y del movimiento obrero organizado, hasta que finalmente tuvo que ceder reconsiderando la injusta medida.

Evocamos tales pasajes históricos porque en estos momentos difíciles de igual lucha popular hacia la transición del socialismo bolivariano, donde Táchira es blanco de la mayor conspiración subversiva en ensayo de reeditar golpes de estado con factura yanqui de carácter sece-sionista y acción narco-paramilitares santanderistas, desandamos nuevamente a escenarios de abril de 2002, cuando el rostro del fascismo eliminó la constitución (CRBV) —que hoy voceros del puntofijismo reciclado invocan en nombre de la paz y la libertad—, instauró el desabastecimiento e inflación durante el posterior paro petrolero y paralización, con sus mismos actores de siempre, del transporte colectivo —palabra que hoy aterroriza a terroristas puristas del lenguaje neoliberal de gramática degenerativa y ecuménico fascismo gregario— hoy representado por el sindicato de empresarios del transporte privado urbano y extra-urbano acaudillado por Germán Duarte, quien, públicamente, junto a Daniel Ceballos, ha pregonado desconocer el gobierno de Nicolás Maduro y colocar el gremio que dirige en acción colaboracionista a las guarimbas criminales, para fines políticos inconfesables, como en tantas oportunidades, contraviniendo la ley, ha hecho al aumentar inconsulta y reiteradamente el precio del pasaje a usuarios del transporte en complicidad con alcaldes de derecha, ediles anteriores “chavistas” y no chavistas y mafias tribunalicias que avalan sus acciones esquilmadoras en contra del pueblo, incluidos sus mismos choferes de avance en condición de esclavos sin ningún beneficio contractual.

Alertamos al gobierno nacional, y en especial al primer presidente obrero Nicolás Maduro, que este siniestro personaje dictador del transporte “público” juega al boicot —igual que ayer sectores reaccionarios del transporte chileno en 1973, financiados por la Cía, se prestaron para derrocar al gobierno socialista de Salvador Allende, elegido democráticamente por su pueblo— del servicio de transporte en San Cristóbal y su zona metropolitana; a pesar de que en el gobierno de Ronald Blanco La Cruz se le hicieron concesiones a ese gremio patronal para legitimar sus rutas con recursos financieros del estado a fin de renovar flotas de su parque automotor, sin que haya habido una verdadera contraprestación de reciprocidad hacia el pasajero consuetudinario.

En los actuales meses de zozobra y obstaculización impuesta del transporte que hemos padecido los tachirenses, con las inevitables consecuencias de paralizar actividades comerciales, educativas y laborales en general, algunas unidades adscritas a este sindicato mafioso laboraban hacia San Antonio y en dirección a Cúcuta, cobrando —por auge de bachaqueros y oneroso diferencial cambiario— exageradamente el precio del pasaje en detrimento de la población trabajadora de frontera y de usuarios de comunidades a las que están asignadas sus rutas, sin que hubiese ninguna sanción de por medio.

Celebramos que en el resto del país se esté instrumentando la Misión Transporte, en afinidad con el Plan de la Patria y en perfecta concordancia con el 2º objetivo histórico de construir el socialismo bolivariano y superar el modelo rentista petrolero impuesto por el capitalismo dando paso al desarrollo del sistema económico comunal en la conformación de empresas de producción social directas e indirectas vinculadas al transporte; así como también con el 3º objetivo histórico de convertir a Venezuela en una gran potencia y donde el transporte colectivo así mismo, sea factótum de la Patria Grande y construcción de un gran territorio de paz.

Nos inspira confianza las declaraciones dadas del vicepresidente ejecutivo, Jorge Arreaza, junto al gobernador García Carneiro, recientemente en la Guaira: “El transporte es fundamental para transportar a los seres humanos, para transportar los insumos para la producción, para transportar la producción (...) es fundamental, no hay manera de generar el desarrollo económico socialista, si no tenemos un sistema de transporte organizado”; igualmente las del ministro Haiman El Troudi: “Es una misión abarcante, que busca en principio atender las reivindicaciones históricas de los transportistas”.

Ese mismo espíritu y clamor revolucionario que en los anales del Táchira simboliza la huelga del transporte de 1962 se hace presente hoy en la Misión Transporte siempre y cuando la presencia del pueblo verdadero no sea esta vez relegada por las mafias del sindicato patronal del transporte que tiene muchos cómplices y máscaras para disfrazarse.
¡¡¡Viviremos y venceremos!!!

freddy.araque@gmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 1044 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter