El caos de Guillermo

No se puede enjuiciar al socialismo por los errores de un miembro. El alcalde de Barcelona se empeña en convertirse en el peor gerente que ha pasado por la histórica ciudad. La farsa de la Gran Barcelona aparte de creerse un mesías por intentar convertirla en eso, se entiende por no haber hecho vida allí ni conocer su glorioso pasado, olvidando lo grande que es Barcelona sin necesidad que alguien quiera reeditar esa cualidad. En su administración el adorno más continuo son los cerros de basuras dejados por los vecinos en calles y avenidas, claro con esa retorica característica quiere tapar la falla expresando que es culpa de los ciudadanos que las dejan en las horas que no pasan los camiones.

El efecto de la Fiesta del Asfalto, programa que al parecer lo realiza la gobernación y él aparece como protagonista, pero aun aceptando que se hace con presupuesto municipal, el efecto se pierde con los montones de tierra y asfalto de calles rotas tratando de reparar el daño del obras mal ejecutadas, realizándolo sin planificación y sin los avisos respectivos, simplemente te encuentras de golpe con el cerro de escombros. Lo del cambio de vialidad, no hace más que correr la cola, con mayor intensidad. En la construcción del puente de Boyacá se nota lo de puro maquillaje, pues ya el asfalto se está agrietando. Los del Ecológico, denunciaron la crisis del botadero de basura y los calificó de terroristas. Desafortunadamente ese caos personal no lo deja aceptar errores, mucho menos oír consejos. Para lo que si tiene habilidad es para escoger colaboradores fracasados con un currículo muy comentado ante sus equivocaciones en el pasado en la secretaría de gobierno, o en las alcaldías de Guanta y Lechería. La prueba de eso la conforman la actual realidad política de Alexis Rosas, Víctor Hugo Figueredo, y Cardozo.

Si todo esto evidencia el caos personal de Guillermo, el acabose son sus aspiraciones a convertirse en el próximo candidato a gobernador del estado Anzoátegui, intentando conseguir las credenciales del mejor alcalde, por sobre Jonathan Marín, al que ve como su competidor. De repente la inseguridad sea su estandarte. A estas alturas uno se pregunta ¿Se equivocaron los que votaron por él? O fue el profesor Aristóbulo Istúriz quien se equivocó al convertirlo en su delfín. Ya el alcalde sufre el rechazo interno, en la última elección apenas pudo vencer en 11 comités de lucha de los 38 electos. Y la popularidad cada día sigue bajando.


renelopezdebarcelona@gmail.com



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