Coro: una ciudad degradada por el capitalismo rentista


A la memoria de los corianos que amaron profundamente y defendieron este terruño: Monseñor Cástulo Mármol Ferrer, Ángel S. Domínguez, Antero Dupuy Chirino, Virgilio Medina, Alí Primera, Bhilla Torres de Molina, Nicolás Mendoza, Nicolás Jiménez, Omar Hurtado, Nelson Arteaga Pachano, Olga Camacho, Teodoro Dovale S, Raúl López Lilo, Carlos González Batista, Hermes Coronado, entre muchos otros.

En 1991, en medio de la polémica que suscitaba la intervención irracional que hacían tanto el sector público como el privado en el área patrimonial inmueble de Coro y la Vela, nos propusimos abordar un estudio relativo a la dinámica de los cambios urbanos sucedidos en la primera de estas ciudades en el tiempo histórico comprendido entre 1900-1990. En aquella oportunidad, las fuentes documentales revisadas iban mostrando que la destrucción que inmisericorde sufrían edificios y casas tradicionales de valor artístico e histórico, así como la vida cultural en general y el progresivo desorden que recién empezábamos los corianos a padecer, respondían a las crematísticas y liberales concepciones de ciudad que tenían nuestros gobernantes de turno y los grupos económicos empeñados en privilegiar el propósito y quehacer del mercado y la máxima ganancia por sobre cualquier otro interés humano colectivo que pudiera imponerse en favor de su preservación y disfrute por parte de los habitantes de este hermoso lugar que fue, es y siempre será la casa de todos los que aquí vivimos. De manera que, como bien dice Pedro Beroes: “El pecado capital de nuestros políticos, los de antaño y los de hogaño, los empíricos y los egresados de aulas universitarias, ha sido no conocer la historia de Venezuela. Eso que llamaba D. Miguel de Unamuno la tradición eterna de cada pueblo, esto es, su intra-historia. Sólo les interesa la historia política, consecuencia externa y visible de la que no conocen”.

Luego vinieron los acelerados cambios políticos que se iniciaron con la insurgencia militar de tendencia nacionalista bolivariana liderada por el comandante Hugo Rafael Chávez Frías, quien, al poco tiempo de su estadía en Miraflores, entró en duras confrontaciones de clase con la burguesía nacional e internacional en cuyo contexto inició la radicalización de su proyecto político hacía el establecimiento en Venezuela de una propuesta de socialismo que intentó ir construyendo con diferentes formulaciones teóricas que iban desde la tesis de la tercera vía expuesta por el primer ministro inglés Tony Blair, hasta la que en su legado dejó el legendario comandante Ernesto Che Guevara. Sorteadas esas primeras dificultades, a las que lo expuso la contrarrevolución venezolana e internacional, el gobierno bolivariano empezó a ser rodeado por antiguos opositores que fueron progresivamente incorporándose a sus filas y a fundirse, como el estaño y el cobre, en un solo propósito. Buen número de militantes de la Socialdemocracia y del Socialcristianismo, más los que habían quedado del Perezjimenismo, cambiaron sus tradicionales partidos y se vinieron con “capotera y cobija” y con sus concepciones liberales de vida, a engrosar las filas del nuevo movimiento político que empezó a denominarse “Chavismo” y a participar junto a sus otrora enemigos ideológicos del socialismo Marxista-Leninista, Marxista-Maoísta, Marxista-Trokistas o del llamado socialismo democrático o del socialismo a la criolla, en ese nuevo y esperanzador ideal.

Después de declarase públicamente conversos, tal cual lo hicieron los judíos en la España de finales del siglo XV, se transformaron en los peores negadores de su pasado ideopolítico y en su activismo partidista los más consecuentes perseguidores de sus antiguos compañeros de andanzas, así como anunciadores de la buena nueva del derrumbe de la formación social capitalista que todavía hoy sigue dominando en nuestro país las relaciones sociales de producción y los procesos de distribución y consumo de bienes de todo tipo. Muy astutos y como buenos conocedores del oportunismo político, pronto supieron reconocer que actuar de manera contraria era un suicidio, que allí estaba la clave para sobrevivir económicamente bien a la debacle sufrida por su proyecto político (el puntofijismo) y para demostrarle a los nuevos inquilinos del gobierno de Falcón y del país, que su nueva afiliación era sincera, que eran conversos convictos y confesos de verdad y que amaban a Chávez, a Bolívar y a la patria como a su vida misma y que “primero muertos que huidos, así pase lo que pase”. Poco a poco lograron meterse en el manejo de los hilos del poder y conservar antiguas posiciones en distintos niveles del Estado. En ese amalgamiento, que lleva ya quince años y que ha reunido bajo un solo estandarte a viejos militantes liberales y a los nuevos actores políticos que defienden un socialismo moteado, es muy poco lo que en realidad se ha hecho para evitar en la gestión pública regional y local que se continúen aplicando las mismas ideas y concepciones liberales ciudad líneas arriba anotadas y a las que sólo un fanático tozudo pudiera atreverse a defender negando el impacto nefasto que ellas han provocado en lo que pudiese ser una posibilidad concreta para crear condiciones que garanticen un modelo socialista para el buen vivir de quienes formamos parte de la colectividad que aquí residimos.

De manera que la afirmación que se hace reiterativa acerca de la existencia de un solo gobierno de concurrencia y corresponsabilidad, debe dejar de ser una motivación electoral y una construcción publicitaria, y convertirse en real y verdadero programa teórico-práctico que desarrolle acciones encaminadas a solventar los serios problemas que presenta nuestra capital y los cuales podemos resumir de la forma siguiente: El poder constituido mediatiza y evita se profundice la construcción del Estado Comunal bien organizado y consciente de su papel histórico para que asuma la responsabilidad de protección y preservación de sus territorios; no se planifica o al menos no se observa una adecuada planificación en el crecimiento urbano; los espacios para la recreación y el esparcimiento en la ciudad, se han convertido en lugares inseguros para los vecinos; existe una situación crónica de ineficiencia en el tratamiento de todo el proceso de recolección y disposición final de los desechos sólidos; es evidente la proliferación incontrolable de la economía informal con tarantines y kioscos ubicados en cualquier rincón en donde se comercializan mercancías secas de forma especulativa y alimentos sin permiso ni supervisión sanitaria que ponen en peligro la salud de los consumidores; es innegable el pésimo estado de la mayor parte de las vías de comunicación urbanas y de las parroquias foráneas que ocasionan problemas de todo tipo a los pobladores y al desarrollo de las actividades productivas; el transporte público, que aunque sin dudas ha mejorado enormemente, mantiene en servicio unidades en mal estado y en muchos casos conducidas por personas que irrespetan las normas contra la contaminación sónica, no hacen uso de las paradas y ocasionan interrupciones al libre tránsito; es incontrolable y desordenado el tráfico vehicular y motorizado; es innegable el deterioro ambiental en el que sobresale la poda irracional y destrucción de árboles de plazas y avenidas que elevan los grados de calor; existe una inaceptable indolencia frente a los botes de aguas blancas y roturas en los conductos de aguas servidas que producen deterioro de casas, calles y enfermedades, sin que el organismo responsable indemnice el daño causado a los pobladores afectados; es preocupante la inseguridad que campea en la parte céntrica de la ciudad a partir de las seis de la tarde, pues, la ausencia de seguridad policial hace que los transeúntes corran el riesgo de ser asaltados y hasta asesinado por malhechores que se adueñan de esos espacios y cometen sus fechorías de forma libre e impunemente; muchos inmuebles de valor histórico y tradicional únicos son derrumbados con la anuencia de las autoridades locales y en su lugar se levantan centros comerciales de propietarios extranjeros; no existe una necesaria disciplina social cuyas consecuencias se materializan en la presencia de un gran desorden de seres humanos que convierten en tarea titánica el desarrollo de cualquier plan para mejorar las condiciones de vida de todos y garantizar soluciones participativas a los problemas comunitarios; a ninguna autoridad parece preocuparle el deterioro y desaparición de la memoria escrita de los corianos ya que se ignora y desatiende la problemática que presentan bibliotecas y archivos de la capital que se mantienen con migajas presupuestarias y gracias al esfuerzo gigantesco que hacen sus empleados para evitar que se dañe y pierda definitivamente ese legado.De manera que toda esta problemática nos advierte que es necesario sepultar definitivamente la concepción liberal de ciudad que ha prevalecido hasta hoy entre nosotros y en su lugar iniciar un debate en torno a este mismo tema pero desde el segundo objetivo del Plan de la Patria, para que desde allí podamos avanzar en la construcción de una urbe diseñada ex profeso para la vida en una formación social socialista.

Coro, con sus años contados en siglos, mucho antes de 1527, es un terruño hermoso que ha parido seres humanos cuya identificación característica siempre ha sido el trabajo honrado y constructor de sueños y esperanzas, el de gente de brega y constancia, que ha sabido sobreponerse a las adversidades y vencer a quienes en alguna mala hora de sus tiempos vividos, han desestimado la inteligencia y espiritualidad de sus hijos, para sólo dedicarse desde el poder, tan transitorio como la vida misma, como dijera Fernando Paz castillo “…a imponernos un pragmatismo y utilitarismo, hacer dinero, ampliar sus intereses económicos, fortalecer sus mercados y creerse dueños de la ciudad” .


Esta nota ha sido leída aproximadamente 2456 veces.



Luis Oswaldo Dovale Prado


Visite el perfil de Luís Oswaldo Dovale Prado para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: