La tragedia del agua en Maracaibo

La sempiterna escasez del agua en Maracaibo es en verdad una auténtica tragedia. Una tragedia que, como sucede con las derrotas, también es huerfana, ya que nadie, ni el gobierno nacional ni el estatal y mucho menos el municipal, han querido saber nada de ella. Y mientras estos poderes se distraen en otros temas menos desagradables, la población marabina se desespera por una gota de agua. Y no han valido denuncias, protestas y en ocasiones incluso reclamos airados de la gente, porque los oído permanecen sordos, fuertemente tapiados. Y tan tapiado se encuentran, que ni el grito más desgarrador pidiendo agua, como es el de las madres de los recién nacidos, por ejemplo, logra penetrarlos y sacudir los endurecido tímpanos y la conciencia de quienes están obligados a hallarle una urgente solución a este angustioso y espantoso drama. ¿Cuál es el origen del problema? Aparte de que el problema tiene un nombre: Freddy Rodríguez, el mismo radica en que al frente de Hidrolago se encuentra el personaje de marras, que para peores penas es sobrino de Rodríguez Araque. Un intocable cuyo díscolo familiar no se puede, no digamos ya tocar, sino rozar levemente ni con el pétalo de una rosa. Así haya permanecido años matando de sed a toda una población de más de un millón de habitantes, los cuales, al parecer, deben ser sacrificados en aras de los intereses de este personaje.

Pero para que se tenga una idea del empeño de este señor de negarle el agua a los habitantes de estos tres municipios: Maracaibo, San Francisco y la Cañada de Urdaneta, veamos lo siguiente: Antes de comenzar esta temporada de lluvia, hecho que comenzó a principios del mes de mayo, la situación de los embalses era tan crítica, que se pensaba que se podían secar por completo y dejarnos en cualquier momento sin el vital líquido. Sin embargo, pese a esta inquietante amenaza, cuando después de cinco días sin agua nos las enviaban -estamos en racionamiento desde tiempos inmemoriales-, ésta se anunciaba con un fuerte flujo de aire cuyo ruido era tan fuerte que se escuchaba por toda la casa. Luego venía un chorrito un poco mayor que el chisguete que, con interrupciones a cada rato, nos lo están enviando en este preciso momento. Este chorrito, con algunas dificultades, pues para abrir una llave se tenía que cerrar la.otra, permitía satisfacer las necesidades de los hogares, incluyendo filtrar el agua. Esto, como dijimos, durante el día, porque más o menos como a la diez de la noche, el chorrito se convertía en un chorro tan fuerte, que hasta nos permitía el lujo de desechar la totuma y bañarnos con la regadera. Esta situación felizmente se prolongaba como hasta las nueve del día siguiente. Esto, repetimos, antes de la llegada de las lluvias.

Pues bien, como dije, llegaron las lluvias y los embalses empezaron a recuperarse de tal manera, que hace como un mes el mismo inefable sobrinito declaró que esos reservorios de agua se habían recuperado en un 16 por ciento. Desde ese día hacia acá, no ha cesado de llover, por lo que es de suponer que los embalses se han tenido que recuperar mucho más del 50 por ciento y porque además el racionamiento se alargó a los siete días. Sin embargo, la situación del suministro de agua se ha deteriorado tanto, que lo que está llegando no es ni siquiera un chisguete sino su imitación, que para colmo, y quiero insistir en esto, se interrumpe a cada rato. ¿Por qué ese repentino cambio con respecto a la situación anterior? ¿Qué ha podido suceder para que la situación se haya agravado de tal manera que si no mejora el suministro del líquido en el curso del día, no vamos a poder contar con agua por mucho tiempo?

Ahora, este sujeto es realmente un experto en eso de inventar excusas. Porque si usted le pregunta a que obedece el problema del agua, de inmediato, como hace siempre, se lo achacará a las tomas clandestinas o las llaves que son manipuladas por la población. Es más, si esa pregunta se la hace bajo un tremendo palo de agua, con un paragua en las manos le responderá que el verano. Aquí en ocasiones ha llovido tanto que se han producido verdaderas inundaciones. En una de ellas las cosas se agravaron de tal manera, que Chávez tuvo que visitar la zonas más afectadas, pues las personas, para no ahogarse, tuvieron que subirse en el techo de sus viviendas. De esto fueron testigos los venezolanos, pues el presidente apareció en sus televisores con el agua en la cintura. Cualquiera que haya visto esta dramática escena pudieron haber pensado que felizmente la crisis del agua en Maracaibo había llegado a su fin. Pues se equivocaron, pues la calamidad continuó martrizándole la vida a los atribulados habitantes de esta ciudad. Más recientemente, hace al rededor de tres o cuatro años, el embalse Manuelote estuvo a punto de colapsar debido a la gran cantidad de agua que le estaba entrando como producto de los torrenciales aguaceros que estaban cayendo. Para evitar la catástrofe se tuvo que aliviar. El resultado fue el mismo de siempre: ausencia de agua en los hogares. De manera, que no importa el diluvio que esté cayendo, y en Maracaibo, con excepción de los dos últimos años, no ha dejado de llover, nunca, como dijimos, se puede contar con el normal suministro del líquido. Total, que por los vientos que soplan, en los próximos ocho días no vamos a tener agua ni siquiera para beber ni para las otras urgentes necesidades domésticas, como el lavado de ropa, para bañarnos, cocinar, etc., esto es, como lo dijimos en el título, una verdadera tragedia.

Hasta ahora, nos hemos referido solamente al suministro del líquido. Sin embargo, hay otro aspecto del mismo problema que constituye una verdadera vergüenza. Se trata de la calidad del agua. Es tan asquerosa, tan sucia, que si la Organizaión Mundial de la Salud se enterara de esta situación, declararía en emergencia sanitaria a Venezuela.



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Alfredo Schmilinsky Ochoa


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