Esta Fiesta sobrevive en el tiempo,

Tinaquillo, amaneció de locos...

Celebración en Tinaquillo

Celebración en Tinaquillo

Credito: Israel Sotillo

Diciembre 29 de 2014.-Con los llamamientos de guaruras a partir de las cinco de la mañana de este 28 de diciembre empezó la fiesta de los locos en la puerta oriental del llano cojedeño, la cual, seguramente, ya pasa de los cien años.

Decenas de legiones de trastornados u orates salen de los barrios Apamate 1 y 2, Buenos Aires, Candelaria, Juan Ignacio Méndez, La Cruz, Caño Claro, San Isidro, Caño de Indio y de otros tantos conglomerados humanos del pueblo donde reposan los restos de Matías Salazar.

Calle arriba, calle abajo, haciendo ocurrencias, divirtiendo con sus bailes, van las comparsas o locainas para hacer caer por inocente a cuanto transeúnte se les atraviese en sus movilizaciones hacia la Plaza Miranda, que queda en la entrada del pueblo, cuyo recorrido efectúan antes del mediodía, y luego en horas de la tarde se congregan hacia la Plaza Bolívar en el mero centro tinaquillero, para culminar su gran jornada de locuras.

La mayoría de los locos o mamarrachos de Tinaquillo, al igual que los de los pueblos de Trujillo, Portuguesa y Lara, se identifican primordialmente por la inversión sexual del género, los hombres van vestidos despampanantemente de féminas y hablando con la voz adelgazada, en la idea de que no los reconozcan. Otros llevan muñecos en los brazos, representando el rol materno. Las mujeres se visten de hombres y usan unos mostachos desconsiderados, pero son pocas. No faltan los enmascarados con disfraces que aterrorizan a cualquiera. Cada comparsa carga un pote o alcancía para solicitar la colaboración de los vía andantes, quienes le dan algo de dinero, más por temor a ser agredidos que como un gesto espontáneo de colaboración. También le piden a los comerciantes, especialmente a las carnicerías y verdulerías para hacerse un suculento sancocho en la noche de los santos inocentes.

La Fiesta de Locos de Tinaquillo sobrevive en el tiempo, a pesar de los altos niveles de violencia que ha alcanzado últimamente este pueblo llanero que en otrora llevó a decir a sus habitantes más fieles de que no hay pueblo como Tinaquillo.

Esta fiesta de locos está emparentada de alguna manera con lo que GILLES DELEUZE y de FÉLIX GUATTARI, revelan en su Antiedipo, ellos hicieron en ese estudio un llamado a que los flujos de deseo se quitaran las camisas de fuerza y se animaran a pasar por debajo de los códigos sociales que pretenden dirigirlos o cortarles el paso, porque, sencillamente, las representaciones de locos sirve como crítica a la sociedad e invita a romper con las normas morales y hasta jurídicas.

El antivalor de la fiesta de los locos surge muchas veces como una necesidad y como una respuesta a la represión de las personas que no pueden expresarse en su condición humana, ya que el psicoanálisis a lo sumo enseña la resignación infinita. Es en el campo histórico-social donde se libra una verdadera batalla y no en la escena del teatro burgués. ANTONIN ARTAUD, afirmaba que el hombre cuando no se le reprime, es un animal erótico, lleva adentro un temblor inspirado y una especie de pulsación.

Hoy en Tinaquillo celebraron la locura, y es que la vida es un quehacer, un acontecer, en palabras de ORTEGA y GASSET; también ERASMO ROTTERDAM lo hizo en su obra magna El Elogio de la Locura, donde da cuenta de la necedad de los Dioses y de la importancia que tiene el amor propio en los individuos; asimismo, MICHEL FOUCAULT, quien luego de hacerse filósofo en la academia, quiso indagar acerca de la locura, pero ya tenía que estar sobradamente habitado de locura para indagar sobre la razón, y esa misma razón le permitió estudiar y comprender la locura.

¿Cuánta filosofía no hay allí en esa expresión pagana de los locos de Tinaquillo. Cómo se sentirían en esa fiesta los psiquiatras RONALD LAING y DAVID COOPER, dos de los mayores exponentes de la antipsiquiatría, un movimiento que en los años 60, rechazaba las teorías que limitan el origen de la psicosis a causas somáticas y proponía prestar atención a las influencias nocivas de la sociedad y la familia; y cuyas tesis, por cierto, llevó a que el Estado italiano aboliera los hospitales psiquiátricos en 1.978.

Mientras más espacio dejemos al loco en nuestras vidas, más fácil será aceptarnos como somos, y al mundo tal cual es. Por eso, todo lo que sabemos tendrá una importancia especial en nuestras vidas en el momento oportuno, incluido el conocimiento del espíritu de la locura. El Loco Juan Carabina de SIMÓN DÍAZ, por ejemplo, soñaba que tenía por almohada a la mismísima Luna; y Pedro Ovalles, el Napoleón de ALÍ PRIMERA, filosofaba como SÓCRATES: “Los que buscan su locura (la de Napoleón) en las costras de su piel y en su cama de papel donde va guardando sueños. Quien lo hace así busca evadir el problema, la sociedad no se lava se destruye o se construye, pero según quien lo haga”.

Fiesta de Locos en Tinaquillo, Estado Cojedes, en un domingo de diciembre, como para que los demás no nos vuelvan más locos de lo que somos.



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