Días después nuestros compañeros recibieron notificación de que su contrato de trabajo no sería renovado. Presentamos a continuación el informe del compañero Reinaldo Carrasquero para su valoración:
INFORME por Reinaldo Carrasquero
Mérida, Diciembre de 2010
“El cientificismo es la actitud del que, por progresar en esta carrera científica, olvida
sus deberes sociales hacía su país y hacia los que saben menos que él.” Oscar Varsavsky, Charla en la Universidad Central de Venezuela en junio de 1968
Cuando se hace una retrospección de nuestro quehacer laboral, social, intelectual, en realidad nos estamos proponiendo transitar nuevamente aquellos caminos que nos hemos atrevido explorar, reencontrarnos con todo aquello que posibilitó ese transitar y observar cómo estas decisiones tomadas han marcado nuestro desempeño y las relaciones humanas que se establecen en el proceso. El nacimiento de CENDITEL supuso una gran puerta abierta a un mundo completamente desconocido aún hoy dia: Hacer ciencia y tecnología, generando conocimiento para la emancipación, para la libertad. La sola idea ya es de por si un enorme reto, ni qué decir materializarla.
En tamaña empresa nos hemos embarcado un grupo de hombres y mujeres, con expectativas y aspiraciones diversas, con distintos entendimientos de la misión que estábamos asumiendo, pero con algo en común, todos productos de un modelo social, educativo político y económico, al que fuimos – y aún somos – llamados a enfrentar y transformar desde una trinchera que históricamente ha servido de plataforma para la dominación de sociedades como la nuestra en particular.
Como es lógico surgen las dudas sobre cómo afrontar esta misión histórica, ¿Cuál es la tarea que debo asumir en esta empresa? ¿Será que, en mi caso en particular, crear -cada vez más- lineas de código de software contribuirán a la liberación aspirada? ¿Deberé ser experto en las más novedosas y avanzadas herramientas tecnológicas para dar respuesta a este llamado?. La participación en seminarios que buscaban nuestra reflexión de lo que hasta ese momento entendíamos como política, conocimiento, ciencia, tecnología, comienza a aclarar incógnitas de cómo estas influencian aquello que somos, aquello que asumimos hacer, aquello a lo que damos importancia y preponderancia en nuestras vidas, también permite develar realidades y al mismo tiempo dar paso al nacimiento de nuevas preguntas que llevan incluso a cuestionarnos la validez y pertinencia de las preguntas que nos surgían inicialmente. Nos lleva a tener un nuevo entendimiento del mundo que nos hace y que a la vez estamos haciendo, y lo más importante, en mi humilde opinión, nos hace ver cómo somos protagonistas de lo que está llamado a ser un cambio de época, nos pinta un mundo distinto, con un nuevo modelo de relaciones, que estamos llamado a forjar, pero claro está, asumiendo que nosotros mismos debemos ser distintos a la vez, que no basta con querer cambiar cosas sino que debemos cambiar primero y tener una nueva manera de relacionarnos con el mundo en todos los aspectos (social, político, ambiental, educativo, entre otros).
Es así como se nos muestra que CENDITEL está llamada a ser una institución distinta dentro de un modelo de Estado hecho a la medida de quienes por siempre habían manejado los destinos del país y que algunos no tenemos dudas en reconocerlo como Estado Burgués; que privilegia a los pocos en detrimento de las mayorías a quien dice atender. Pero es que además se nos hace evidente que el imperativo “ser una institución distinta” no es suficiente si de verdad nos proponíamos acometer la trasformación del país, debíamos ser irreverentes, creativos, rebeldes; Revolucionarios. Teníamos que hacer cosas nuevas con pertinencia y en correspondencia con el proceso de cambio en todos los órdenes que vive nuestro país, pero por sobre todo debíamos hacerlo con maneras distintas, creativas, con un nuevo enfoque y con fines distintos a los que conocíamos – o creíamos conocer-. Este era el claro llamado que se nos hacia, pero, por supuesto, atenderlo iba a depender de cómo entendiéramos el mensaje y de qué tan identificado nos encontráramos con el mismo, era difícil esperar que semejante cambio pudiese ser efectuado automáticamente, como si se tratara de sólo accionar un interruptor y ya.
Por el contrario, requería de estudios que alimentaran nuestros procesos reflexivos, dándonos luces sobre cómo asumir un nuevo rol desde aquello que tradicionalmente veníamos haciendo y que aún en esta institución consumía nuestra cotidianidad.
Históricamente me he desempeñado en procesos de desarrollo de software, y lo he hecho en ámbitos distintos. En la universidad con un carácter experimental con intenciones más que nada académicas que me permitieran “competir” en el mundo laboral, porque a eso es a lo que el modelo social actual nos empuja, a que debemos ser los “más aptos” para imponernos por sobre otros “menos aptos” en el “salvaje mundo laboral”. Luego, como parte de una institución publica de ámbito regional, afronto estas actividades con un nuevo enfoque. Formo parte de un pequeño grupo de “expertos” que tienen como finalidad primordial dar una respuesta, desde lo técnico, a la demanda tecnológica de una organización que en muchos casos, sin darse cuenta siquiera, sustenta su capacidad de acción y respuesta sobre herramientas informáticas que lejos de liberar, limitan y coartan el accionar, y en muchos casos empobrece la capacidad creativa de los miembros de una comunidad también llamada a construir un país distinto. Con estas experiencias como base y con un mundo de incógnitas, asumo un quehacer que me permita explorar un relacionamiento distinto con el mundo del conocimiento y la tecnología, con especial énfasis en lo referente al desarrollo de software, participando en tareas de desarrollo en el proyecto SAID, incorporándome en el inicio de los estudios sobre la Socialización del Conocimiento Libre, contribuyendo en las discusiones de los primeros Planes de Sensibilización propuestos para distintas organizaciones a nivel nacional. También me incorporé de alguna forma en la conformación de un grupo de Investigación-Acción en Geomática desde el mundo del software libre, proyecto que, para tristeza mía, nunca ha contado con la atención institucional que a mi modo de ver merece esta temática, dados los insumos y aportes que puede proveer a otros proyectos abordados desde esta y otras muchas instituciones y colectivos. Podría decir que había abierto puertas que nunca había tenido frente a mi y que recorría caminos que muchas veces tenía el temor de no saber como afrontar, esto producto de la división y especialización del trabajo con que somos moldeados por un sistema educativo en sincronía con este orden social que nos divide en clases con más o menos privilegios, incluso ninguno, según nuestra posición dentro de ella.
Transitar estos caminos amerita desarrollar procesos cognoscitivos que permitan des-aprender un mundo y aprender otro regido con una nueva lógica de valores como solidaridad, cooperación, reconocimiento del otro, co-rresponsabilidad entre otros muchos, nuevos valores que no son propios de una sociedad pseudocapitalista como la nuestra actualmente. Pero además, exige atender una cotidianidad que representa con frecuencia, más de la deseada, enfrentar una serie de contradicciones propias de un proceso de transformación, ¿Cómo generar cambios si en la práctica continúo actuando como siempre lo he hecho?.
En varias ocasiones, en reuniones de trabajo del proyecto SAID, propuse, aunque sin éxito, que diéramos un enfoque distinto al proyecto. Que eramos nosotros quienes debíamos propiciar las formas de que proyectos como este, fuesen acogidos por otros actores diversos a este grupo de trabajo y que trascendiéramos el mero hecho de hacer software. Soy de la idea, y así lo propuse también, que nuestro equipo debía atender la necesidad de crear y fortalecer una plataforma de soporte para la herramienta desarrollada que permitiera que se generara una comunidad alrededor de ella y de la que CENDITEL fuese uno más de sus miembros y no el actor sin el cual el proyecto decae. Creo que con compromiso y trabajo político se hubiese logrado aunar muchos esfuerzo en este sentido.
En lugar de eso se nos pide dedicarnos a ser simples programadores con agendas y planificaciones que atender en medio de una dinámica institucional que nos exigía hacer nuestro mejor esfuerzo para ser participe de ella, hasta llegar al punto de concluir que desarrollar software era la única actividad que debíamos atender en aras de cumplir metas y objetivos planteados. Esta situación creo que fue similar en algunos otros grupos de trabajo que atendían proyectos que nacían en la institución, lo que comenzó a producir, en mi opinión, una fragmentación entre grupos. Comenzaron a formarse islas sin contacto entre ellas en lo que originalmente se proponía como redes de trabajo relacionadas y coordinadas entre si.
Aunado a esto, se empieza a imponer un estilo de gestión que privilegia la especialización en el trabajo. Las reuniones que eran permanentes, y los seminarios que nos congregaban en torno a la discusión y la reflexión, comienzan a ser cada vez más esporádicos e incluso desaparecen, lo cual profundiza la separación y desconexión entre las redes y proyectos, y entre nosotros mismos, algo que hoy día es más común, como que cada quien es experto en algo especifico y eso determina nuestro relacionamiento;
Busco al grupo tal o cual, experto en algo, para que me resuelva un problema dado.
Ni los llamados permanentes a la reflexión, a la autocrítica, que en otrora nos hacían antiguos miembros de esta comunidad como el Prof. Juán Mendialdua, lograron siquiera traer a discusión estas situaciones.
Tenemos que liberarnos de los prejuicios que este modelo de sociedad nos inculca, debemos estar abiertos y dispuestos a asumir distintos roles en nuestro día a día, dentro y fuera de esta institución. No somos maquinas preparadas para hacer determinadas cosas y no otras, somos sujetos de cambio tanto interno como externo, hoy podemos fungir de maestros como mañana ser aprendices. Y mucho más nosotros que estamos llamados a promover cambios en esta sociedad, a imaginarnos un mundo distinto este que tenemos pero no solo a imaginarlo estamos obligados a materializarlo.
El desarrollo de software, en este caso, como hecho social no puede ser asunto de “expertos” que “producen” soluciones “mágicas” a problemas de otros, y menos si tecnologías como estas son usada para moldear comportamientos sociales y dinámicas organizacionales que no son propias de nuestra idiosincrasia. Debe surgir producto de la creación colectiva marcadas por procesos de apropiación social de conocimiento y donde el aporte de cada uno de los participantes enriquezca tanto el proceso creativo como lo que de este vaya surgiendo. Nuestro papel no puede ser el de simple proveedor de tecnologías informáticas. Ser lo que alguna vez Mendialdua caracterizo como “Garzón” de tecnologías es ir en contra de la ideas matrices que dieron nacimiento a CENDITEL. Es, prácticamente, negar nuestro ser-CENDITEL.
Algo que queda claro es el hecho de que entre quienes hacemos vida en esta institución, no existe una interpretación común del papel histórico que esta institución debe desempeñar en la Venezuela de estos tiempos, en la vanguardia de un proceso de transformación social que clama por un mundo nuevo que privilegie la vida por sobre la muerte y la destrucción y de cómo debe ser su accionar en correspondencia con las necesidades del pueblo al que nos debemos. Claramente el choque de estas visiones queda evidenciado de un año para acá cuando ante la aparición de esta gestión marcada por signos academicistas y tecnócratas, surgen voces llamando a reconocer esta realidad y a reflexionar sobre este hecho, algo que se nos animó hasta el cansancio a cultivar, por quienes idearon esta institución, en todas y cada una de las jornadas de discusión en las que participamos desde que obramos aquí. Este reclamo de un colectivo devino en una crisis institucional de orden político, ideológico y personal todavía presente, aunque se quiera mirar a otra parte, y ha repercutido fuertemente en dicho colectivo.
Me atrevo a afirmar que es precisamente esta situación la que genera esta solicitud de informe de actividades para evaluar nuestro desempeño, cosa novedosa en esta institución, y me pregunto yo: ¿Será que ahora el rendimiento en la generación de “productos” según una óptica tecnócrata solapará el plan de vida que se nos proponía desarrollar en la institución y las actividades de desarrollo humano que de este plan se han desprendido?, ¿Dónde quedan los procesos de evaluación colectiva que nos fueron realizadas durante el tiempo que hemos trabajado en Cenditel? ¿Van a ser sustituidos por la evaluación de unas cuantas personas? ¿Será que las evaluaciones anteriores realmente sólo atendían a un tema económico? ¿Se puede realmente evaluar de manera justa, por métodos tradicionales, cuando se ha sido parte de una situación de crisis institucional?.
Queda decir que mi actuar en la institución nunca estuvo circunscrito a lo que determinaba el contrato legal que está por culminar. Por sobre éste aceptaba un contrato de vida, donde mi accionar superaba, desbordaba, trascendía cualquier imperativo legal en aras de una actitud que ahora cultivo y seguiré cultivando y que es producto de la experiencia de vida cenditelita. Asumí que sería un proceso de mutuo crecimiento en el que acompañaría a la institución como ésta lo haría con cada uno de nosotros, en este proyecto de vida en revolución que me propuse emprender. Esa, creo yo, es la invitación que se me hizo y acepté.
Reinaldo A. Carrasquero Sulbarán
Freddy Arráez – Hector Colina - María Andreina Espinoza - Hector Lira - Agustín Marcos - Igor Muñoz – Reinaldo Carrasquero - Freddy Toro – Ricardo Viloria - Maria Virginia Espinoza - Leonardo Caballero - Juan Bastidas – Oscar Mogollon
Trabajadores de Apropiación-Investigación-Desarrollo-Reflexión en Tecnologías Libres, por el CENDITEL
Notas:
(1) Caso CENDITEL: Contribución a la construcción de una nueva institucionalidad para el Estado Revolucionario. http://www.aporrea.org/tecno/a100182.html
cenditelpatria@gmail.com