Antes de comenzar nuestro análisis, deberíamos plantearnos por qué creemos necesario abordar desde una perspectiva marxista el tema del software libre. Sabemos que Marx entendía que eran los diferentes modos de producción los que condicionaban el surgimiento de diferentes tipos de sociedad, y que dichos modos de producción estaban determinados por la lucha de clases por un lado, y por el desarrollo de las fuerzas productivas por el otro.
El desarrollo de las fuerzas productivas, es decir, la tecnología enfocada a la producción material así como las relaciones sociales de producción que derivaban de éstas, son las que creaban las condiciones en las que mas tarde se desarrollarían los conflictos entre clases sociales; conflictos que llevan al progreso de la humanidad.
Esta idea fue la que llevo al mismo Marx a analizar las consecuencias sociales del industrialismo, la aparición del modo de producción capitalista, sus características y naturaleza, como condición necesaria para plantear alternativas de cambio social.
Hoy en día, el desarrollo de la informática ha supuesto cambios muy importantes, tanto a nivel económico como cultural. El desarrollo de la estructura empresarial en red, posibilitada por las nuevas tecnologías de comunicación y de procesamiento de la información, ha supuesto una transformación importante dentro del sistema productivo, en lo que muchos autores han denominado el paso del fordismo al posfordismo.
Es por esto que la aparición de la informática como elemento central del sistema productivo, así como los diferentes conflictos ideológicos que se plantean dentro de la producción de la misma, deben ser analizados tomando en cuenta la gran relevancia que supone para el desarrollo del conflicto con el capital en el siglo XXI.
¿QUÉ ES EL SOFTWARE LIBRE? ¿DE DÓNDE SALE?Según la definición de wikipedia, el software es el equipamiento lógico o soporte lógico de una computadora digital; comprende el conjunto de los componentes lógicos necesarios que hace posible la realización de tareas específicas, en contraposición a los componentes físicos, son llamados hardware. Los componentes lógicos incluyen, entre muchos otros, las aplicaciones informáticas; tales como el procesador de texto (…), el software del sistema y el sistema operativo.
Es decir, que son aquellos programas que le envían las ordenes a la computadora, y que nos permiten darle un uso.
Castells nos plantea en su libro “La sociedad de la información”, que el nacimiento de internet y de la tecnología informática surgió especialmente en las universidades norteamericanas. La mayoría de los estudiantes de dichas universidades estaban impregnados en gran parte de la “ideología libertaria” que recorrió los EEUU durante los años 60. Estos jóvenes científicos desarrollaron dicha tecnología bajo estos valores, y es por esto que la horizontalidad y la descentralización son dos de los pilares sobre los que se sustenta la lógica de internet actualmente; el mismo Castells nos plantea que no es casual que la estructura de internet responda a estas características, y que fue la cultura y valores de sus desarrolladores primigenios la que le dio la actual forma “técnica”.
Es por eso que, durante los inicios de la informática, los programas de software se compartían y desarrollaban en colectivo. Se trataba de una cultura creativa descentralizada (que más adelante pasaría a identificarse con cultura “hacker”) donde se buscaba aprender colectivamente, animados por su espíritu científico y “libertario” compartían constantemente su software para dar a conocer nuevos avances y seguir desarrollándolos con los aportes de diferentes personas.
Sin embargo, el desarrollo de dicha tecnología más allá del ámbito científico/universitario trajo consigo la mercantilización del software, dando lugar al llamado “software privativo”. Esto quiere decir que, muchos desarrolladores animados ahora por el afán de hacer dinero, comenzaron a usar el copyright para “proteger” sus obras y cobrar a aquellos que quisieran utilizarlas o simplemente comprender su funcionamiento. Frente a esto, algunos desarrolladores libres o “hackers” como Richard Stallman decidieron desarrollar un nuevo tipo de licencias libres o copyleft, para que la cultura del desarrollo del software siguiera manteniendo ese espíritu inicial; decidieron crear licencias dentro del esquema legal del copyright que limitaban su mercantilización y permitían su uso, distribución y modificación, elementos que creían imprescindibles desde un punto de vista ético e incluso técnico.
A día de hoy, el tema del software libre, que en sus inicios se veía como algo natural (somos una comunidad de gente que compartimos nuestros conocimientos y desarrollamos cosas colectivamente para nuestro uso y aprendizaje), se ha convertido en una cuestión política. Se trata de la lucha ideológica (propiedad privada vs pública) dentro del ámbito tecnológico más puntero, que afecta directamente al ámbito productivo (sector industrial y de servicios totalmente dominados por la informática) así como al ámbito cultural (redes sociales, software de entretenimiento, digitalización de la cultura...etc).
El desarrollo del industrialismo generó la concentración de los obreros, y a pesar de su explotación, estas condiciones permitieron el surgimiento de la cultura obrera socialista basada en la solidaridad; ahora en el siglo XXI, y al calor del desarrollo de la informática, una nueva cultura combativa y anticapitalista se crea en su interior. Marx planteaba que cada modo de producción crea en su seno la contradicción que terminará por destruirlo, ¿será este el caso de la cultura hacker y el software libre? Lo que es evidente es que el actual desarrollo de este movimiento, está teniendo una serie de consecuencias importantes que podríamos nombrar aquí.
CONSECUENCIAS ECONÓMICASComo hemos comentado antes, la mayor parte de la producción industrial mundial está completamente mediada por tecnologías informáticas; y que además usan software privativo. Tal y como nos informa el Dossier Copysur, la inmensa mayoría de la propiedad intelectual es generada desde los países del centro capitalista, y el software no es una excepción. El hecho de que la industria mundial dependa del software que producen menos de una decena de grandes empresas de informática supone una clara relación de dependencia, donde los países del centro tienen una gran capacidad de coacción sobre los países de la periferia.
Y no sólo se trata de la industria, ya que la mayor parte de la producción económica mundial está cada vez más mediada por la informática; una tecnología que funciona en gran medida por software privativo creado y controlado por grandes empresas como Microsoft. Y a diferencia de como sucede con otros aspectos de propiedad intelectual, no sólo se trata de una cuestión de innovación, sino que el mismo mantenimiento de la tecnología depende de los privilegios legales que el productor haya decidido poner. Las empresas ejercen un control sobre el software más allá de la venta, es decir, que siguen teniendo influencia sobre él aunque ya se haya vendido, ya que a diferencia de otros productos que puedes comprar y pasa a ser de tu propiedad, con el software sólo estas comprando una licencia de uso, con lo que no tienes ningún control sobre el producto salvo los derechos de uso que la empresa productora haya decidido ceder a cambio del dinero.
La producción de software libre implica una soberanía tecnológica, donde los países de la periferia no dependen de los contratos abusivos y las licencias privativas que desde los países del centro se imponen. Se trata de una democratización de la producción y el desarrollo tecnológico, que permite a los estados y a las comunidades diseñar sus propias herramientas en función de sus necesidades y sin depender de contratos diseñados por los poderosos.
Por primera vez en la historia, la producción de uno de los ejes fundamentales del ámbito económico actual (como es el software), no implica la necesidad de contar con grandes recursos iniciales. Personas normales desde sus casas con algunos conocimientos sobre programación pueden participar en la producción de tecnología, aglutinarse en proyectos colectivos que ni siquiera necesitan cercanía territorial sino tener acceso a una computadora y conexión a internet. Toda esta nueva cultura hacker, internacionalista y solidaria, permite que los estados de la periferia no necesiten formar técnicos especializados para poder acceder a los últimos adelantes tecnológicos; sino que cuentan con el apoyo “desinteresado” (hablando en términos monetarios) de miles de desarrolladores en todo el planeta que actúan de forma cooperativa y sin restringir el acceso ni el uso a sus creaciones.
CONSECUENCIAS SOCIO-CULTURALESA día de hoy, somos conscientes de que gran parte de las relaciones sociales en el mundo occidental desarrollado (o no tan desarrollado) están mediadas por tecnologías informáticas. La relevancia que las redes sociales a través de internet están teniendo en la vida cotidiana de las personas (así como en el desarrollo de conflictos políticos) es cada vez más clara, tal y como demuestra el increíble aumento del número de usuarios de este tipo de servicios, o la relevancia que han tenido en el desarrollo de fenómenos tales como las revueltas democráticas en los países árabes, o el movimiento de los “indignados” en Europa.
Nos guste o no, las relaciones humanas comienzan a estar cada vez más mediadas por la tecnología; los canales de comunicación de la juventud occidental suelen ser cada vez más digitales que personales, el blog, los programas de mensajería instantánea o las redes sociales están ocupando los espacios de los encuentros cara a cara o los espacios de socialización en la calle.
Estos nuevos canales funcionan en su inmensa mayoría con software privativo, se trata de espacios donde las personas no son más que meros usuarios de las funcionalidades que los desarrolladores les plantean, sin posibilidad de participar en la creación de nuevas aplicaciones ni la capacidad de conocer cómo funcionan.
Desde el software libre, y siempre bajo el ideal de la cultura hacker, se plantea la creación de redes sociales abiertas; canales de comunicación que sean diseñados por sus mismos usuarios, donde las personas sean capaces de producir las aplicaciones que crean convenientes para sus necesidades de comunicación entre ellos y no dependan de la creatividad o buena voluntad de una empresa privada. Permitir así la misma libertad en la construcción de relaciones sociales que en la relación cara a cara, donde la tecnología sea un potencial desarrollador de nuevas formas de relacionarse y no un límite a las mismas. El software libre es la condición necesaria para que las personas cosntruyan sus espacios de comunicación según sus necesidades y gustos, y no dependan de espacios diseñados por personas ajenas a sus condiciones, cosmovisiones y criterios, que tienden siempre a homogeneizarlas.
La cultura hacker de la que deriva el software libre está impregnada de ideales de libertad y creatividad, donde las personas pasan de ser usuarios pasivos a productores activos, que crean sus espacios en base a la cooperación y el debate, que fomentan la creatividad y el espíritu innovador desde una lógica de horizontalidad, colaboración y colectivismo.
Gracias a movimientos como este, se logra desmentir en la práctica la base ideológica sobre la que sustenta la idea del copyright, y es que según los defensores del mismo es absurdo imaginar un mundo de innovación en el que no exista una retribución monetaria directa y proporcional por la misma.
El software libre viene a demostrar que la innovación puede basarse absolutamente en un sentimiento “altruista”, sobre todo teniendo en cuenta que esta puede realizarse de forma colectiva, aprendiendo unos de otros y cooperando en proyectos conjuntos para el beneficio de la comunidad en conjunto; y este hecho es, aunque pueda no parecerlo, un ataque frontal y directo a las bases ideológicas en las que se sustenta el capitalismo, un ataque a su hegemonía con hechos prácticos que la desmontan.
CONCLUSIONESEn este breve ensayo hemos querido transmitir las potencialidades que existen desde el software libre, sin embargo, no debemos caer en engaños y pensar que el hecho de que existan licencias copyleft para software va a suponer de por sí la destrucción del capitalismo. El desarrollo de la tecnología nunca es neutral, tiene una base ideológica concreta y su dirección siempre estará marcada por la lucha de clases, por la situación concreta de la relación de fuerzas.
La estructura del software libre, así como la de internet, hace pensar en una tendencia de corte “libertaria” o “socialista”; sin embargo, el contenido de las mismas dependerá de lo que las personas hagan. Actualmente el software libre se encuentra dividido entre la cultura hacker original y toda una gama de empresas que pretenden hacer negocio con él.
Podríamos poner un ejemplo de analogía con los sindicatos: los primeros sindicatos nacieron al calor de las teorías socialistas y con un espíritu realmente combativo, sin embargo, con el pasar del tiempo muchos de ellos se fueron institucionalizando, perdiendo fuerza e incluso, siendo una herramienta clave para el funcionamiento y mantenimiento del sistema mismo. Esto es lo que podría pasar con el software libre si no se entiende como lo que es, un ámbito más de lucha social donde debemos incidir de forma constante, entendiendo sus peligros y potencialidades.
Pero debemos por tanto también, reconocer que se trata de un movimiento que cuestiona la propiedad privada en la cotidianidad informática; que plantea de forma directa que la propiedad privada no es un incentivo sino un límite a la innovación. Y que toda la cultura hacker sobre la que se desarrollan todas estas ideas acerca del software libre, se parecen bastante a la idea que el propio Marx tenía acerca del comunismo, aunque no veamos aparecer hoces y martillos por todas partes.
Al fin y al cabo, ¿no se trata de una unión libre de productores que actúan y cooperan bajo la idea del bien común?