Cristina Kirchner reflota el ALCA de la Propiedad Intelectual

Son muy recordadas las jornadas acontecidas en la ciudad de Mar del Plata a finales de 2005, allí se dio una gran batalla a los poderes globales encarnados en el ex presidente George W. Bush.

“Estoy un poco sorprendido. Acá pasó algo que no tenía previsto”, le dijo George W. Bush a Néstor Kirchner a manera de despedida. Lo que había sucedido era que Estados Unidos no pudo imponer una mención de reapertura del ALCA en el documento final de la IV Cumbre de las Américas que cerró en Mar del Plata.

Luego de horas de nerviosas negociaciones entre los presidentes, no hubo consenso y salió una declaración que en verdad son dos: incluye una mención a favor de la reapertura del ALCA presentada por Panamá y apadrinada por Estados Unidos, y otra del Mercosur y Venezuela, en la que destacan las asimetrías existentes entre las economías del continente que dificultan la puesta en marcha de un área de libre comercio.

“La cumbre funcionó muy bien. El Mercosur y Venezuela han obtenido una acción muy importante que han tenido que reconocer las naciones más importantes”, evaluó por la noche Kirchner, cansado luego de pilotear las sesiones, que consumieron unas nueve horas.

Uno de los temas más controvertidos del ALCA era el capítulo de la propiedad intelectual. El documento sobre patentes presentado por Estados Unidos al Grupo de Propiedad Intelectual del ALCA, con el objetivo de lograr beneficios aún mayores para sus industrias, apuntaba a un radical fortalecimiento del derecho de patentes por encima de los ya establecidos por el ADPIC en 1994. Pretendió subordinar todo el sistema de patentes a su propia normativa e ignorar las posiciones que habían elaborado esforzadamente los países latinoamericanos sobre cuestiones particularmente sensitivas.

En abril de 1994, como parte integrante del acuerdo final de la Ronda Uruguay, vio la luz el controvertido Acuerdo sobre los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (ADPIC), que impuso nuevos y elevados estándares de protección para la propiedad intelectual, especialmente en el área de las patentes, a todos los países miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC), con independencia de su nivel de desarrollo y capacidad tecnológica. El ADPIC beneficia sustancialmente a los países desarrollados, que controlan alrededor del 97% de los gastos mundiales en investigación y desarrollo y una proporción equivalente de las patentes concedidas en todo el planeta.

Por este motivo llama la atención que la actual presidenta Cristina Kirchner, adopte como modelo de desarrollo industrial el sistema de patentes impulsado por los Estados Unidos en el ALCA.

La mención realizada por la esposa del fallecido Néstor Kirchner de patentar el resultado de las investigaciones científicas y tecnológicas tanto civiles como militares surge en su discurso como un retroceso de aquellas enérgicas posiciones adoptadas por los países del MERCOSUR en las heroicas jornadas de Mar del Plata.

El artículo 21 de la sección 3 del capítulo de la propiedad intelectual del borrador del ALCA requería que los países signatarios adoptaran la protección legal para las tecnologías.

De acuerdo a especialistas “El capítulo sobre Derechos de Propiedad Intelectual en el ALCA, notamos que existe una fuerte relación con los Acuerdos sobre Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio, ADPIC (TRIPS, por sus siglas en inglés) de la Organización Mundial del Comercio, OMC, lo cual lo lleva a un enfoque vinculado con la protección privada y comercial a las innovaciones e invenciones tecnológicas que promueve este Acuerdo”[1].

En su momento la organización IP Justice publicó un reporte que los TRIPS has sido el instrumento utilizado para proteger el derecho de las corporaciones de los países del Norte con el fin de patentar semillas y fármacos incluso cuando en ellas y para su mejoramiento hayan intervenido los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas durante siglos.

De esta forma el modelo ALCA de patentes está siendo reflotado a contramano de las corrientes progresistas en materia de protección de los resultados de las investigaciones de innovaciones tecnológicas que se orientan a modelos de colaborativos abiertos, de libre uso y sin las restricciones al conocimiento impuestas por el régimen de patentes que restringe el flujo de información y lo privatiza. Este modelo está siendo adoptado por el CONICET argentino quien considera como una acción positiva y revolucionaria patentar y cobrar royalties comercializando el producto de la investigación nacional para embolsar un puñado de dólares mientras miles de patentes de las corporaciones transnacionales penetran el mercado argentino e impiden el desarrollo de innovaciones locales.

Las patentes del ALCA resurgieron de las cenizas de Mar del Plata como un peligroso antecedente que le hace el juego a las empresas más poderosas que no dan mano de obra ni aportan transferencia de tecnología.



[1] Rodrigo de la Cruz. EL capítulo sobre los DPI del ALCA: impacto en los pueblos indígenas



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