Centro Nacional Autónomo de la Cinematografía

Elorza y el CNAC

Elorza es un pueblo pequeño, ubicado en el Alto Apure, a pocos kilómetros de la franja fronteriza con la República de Colombia. Por muchos años, permaneció vibrando en el corazón del Comandante Hugo Chávez (q.e.p.d.) quien no escatimó elogios y recuerdos sublimes por aquellos años vividos en su época de capitán (desconocido por el país), comandando lo que militarmente se identificaba como “Escamoto”, unidad militar del cuartel “Carreño Blanco”.

Los días en la capital del municipio Rómulo Gallegos transcurren despacio, con la misma mansedumbre como bajan las aguas del Arauca hasta desembocar en el río-padre (Orinoco), el homónimo del legendario Correo independentista. Los elorzanos y las elorzanas son gente absolutamente campechana, ocurrente, con “miradas diagonales” y esa piel cobriza aindiada. Como todo pueblo del llano y la frontera, registra narraciones interesantes, cuentos de camino llenos de una oralidad atractiva y original porque tienen una cosmogonía que contar

Estos dos párrafos anteriores se quedan cortos frente a las condiciones humanas, espacial, natural e histórica que palpita en una de las fronteras (Venezuela y Colombia) de mayor vivacidad y desplazamientos poblacionales, de Suramérica .Sin lugar a dudas, en este lado del país, tan lejano de la burocracia oficial y tan cerca de Dios, los proyectos a desarrollar, en cualquier área, parecieran sufrir ataques epilépticos, entumecimiento y exceso de demagogia política e “institucional” local, regional y nacional.

Contrariamente a lo establecido por la Constitución Nacional, en cuanto a “la obligación que tiene el Estado (después, el gobierno) de establecer una política integral en los espacios fronterizos terrestres, insulares y marítimos, preservando la integridad territorial, la soberanía, la seguridad, la defensa, la identidad nacional (las “negritas”, son nuestras), la diversidad y el ambiente, de acuerdo con el desarrollo cultural, económico, social y la integración...” (Art. 15), existen organismos del Estado cuyos titulares generan titubeo sobre el compromiso con lo que estipula la madre de todas las leyes y, por supuesto, con el proceso de cambio que desde hace 14 años empezó en el país.

Cambiar la mentalidad burocrática de la administración pública es más que una tarea titánica, una odisea de proporciones inconmensurables. Ciclópea pero imprescindible. Es imposible hablar de “Revolución” mientras en las entrañas del gobierno se mueven con sigilo olímpico, fuerzas reaccionarias conscientes, actitudes displicentes, grupos de poder administrativo, roscas enfermas por ascender en la escalera de cargos y mandos, camaleones expertos en la transfiguración si ven en peligro el puesto que ostentan pero no gerencia.

El enemigo externo es visible. Se sabe dónde tiene la guarida, pero éste, el que inclina la cabeza al entrar a la oficina del jefe inmediato; sonríe de los chistes malos contados por un Juez corrupto; negocia dólares mientras el carnet oficial cuelga sobre su cuello; porta armamento de alto poder, en fin, es una “clase” enquistada que destruye sistemáticamente la dimensión de lo que soñamos mucho antes de aquel 4 de Febrero, inolvidable y partero.

Un caso emblemático sucede en Elorza, Alto Apure, con el Centro Nacional Autónomo de la Cinematografía. Por un lado, vemos y oímos a través de los “medios oficiales”, la cuantitativa producción cinematográfica nacional con referencias temáticas de valor cultural, por el otro, mantienen en archivo -olvido, diríase mejor- propuestas, proyectos locales que no dejan de tener tanto valor como los primeros, en tanto en cuanto la frontera es una área que no necesita ser justipreciada, “considerada” (eufemismo oficinesco) y sometida a cuantos modelos “orgánicos”, inventan, reinventan e imponen.

Contar a través de imágenes, con textos sencillos, personajes olorosos a sabiduría, guiones que recogen la idiosincrasia del habitante fronterizo, locaciones paradisiacas, en fin, es llevar al documental y el cine lo que son, hacen y viven aquellos venezolanos y venezolanas que, por una u otra razón, viven enamorados de este pedazo de tierra arrullado por el Arauca, el Apure, el Capanaparo o el Cinaruco, los medanales, la fauna diversa, hermosa, sin cartas marcadas ni ofertas escudriñadas.

Afirmar la Soberanía e Identidad Nacional en aquellos lugares donde se mezclan nacionalidades hermanas, no debe cumplirse por “instrucciones“ emitidas desde Caracas; delegada por éste o aquella institución oficial o privada, descentralizada o no. La responsabilidad de conciencia y la convicción sustentada a favor de preservar la tierra ancestral, historia, tradiciones, espacio, pasado, presente y futuro de la nacionalidad nuestra es una misión individual y colectiva, con acciones concretas y resultados tangibles.

Lejos debemos estar de la contracultura que sustenta el criterio del Estado paternalista, el Gobierno “todero” como responsables exclusivos de resguardar la esencia de la Patria y el origen de la nacionalidad. Cansados estamos de ver a los “funcionarios-turistas-oficiales”, convocando a reuniones que comienzan dos horas después de ser citadas, enalteciendo lo que según ellos es “desconocido por el país”. Plantean otro “proyecto articulador”, hablan de red, de redes de redes y, al final, se vuelve un enredo más. Garantizan el almuerzo de los asistentes por aquello cuarto republicano de pan y circo…quieren dejar una buena impresión pero no garantizan nada, pues, días más tarde, los teléfonos que suministraron para ser contactados suenan ocupados o sueltan la eterna frasecita que sale de una voz sutil y citadina:

- El presidente del …(o el viceministro de….) está en una reunión y no lo puede atender. Déjenos su nombre, apellido, número de celular que luego lo llamaremos.

Y uno piensa, de inmediato:

- Hemos dejado tantas cosas en el camino y seguimos luchando que, dejar un “nombre, apellido y número de celular” en otra oficina burocrática del gobierno “ni engorda ni enflaca” porque, seguramente, terminarán echados en la cesta de lo inservible.

Es deleznable ver cómo funcionarios autocalificados de “revolucionarios”, con gorra y franela roja y, por supuesto, un afiche del presidente Chávez colgado a la entrada de la oficina, una estatuilla del mismo líder al lado de la de Bolívar, se ingenian para tratar de convencer a quienes consideran “la audiencia natural”, con un discurso repetitivo, frívolo y subalterno. Vivimos un proceso político dotado de una extensa vacuidad intelectual y flaqueza política que, si no fuera porque la historia es sabia y sabe cuándo y cómo estallar desde el alma del pueblo, pensaríamos que estamos pagando una penitencia inmerecida.

Estos burócratas disfuncionales, pero sospechosamente hábiles en armar discursos instantáneos, de pronto creen que han descubierto la pólvora y el agua tibia con un plumazo que rubrica el “Informe Especial del Proyecto Extraordinario Articulador”, inventado la noche anterior o en una docena de reuniones “súper extraordinarias...”

Recuérdese que con palabras embaucadoras y hechos traicioneros vendieron nuestro país durante cuarenta años verdi-blanco, con gobiernos corruptos, incapaces y viles, pero resulta honesto decir que en 14 años no se ha podido librar la batalla a muerte contra la ineficiencia, la camaleonalidad diversa y la corrupción despiadada.

El combate de ahora y de siempre contra los viejos vicios reencarnados, tiene que ser de frente, a punta de constancia, ideas, dignidad, disciplina, sentido de organización colectiva y acciones que fortalezcan la moral y la militancia innegociable. Es falso que este proceso revolucionario, demagógicamente llamado “Revolución”, ande sobre riel, con líderes auténticos y una visión estructuralmente transformadora. Poco a poco, la sociedad de clases toma reacomodo. Se apoltrona. Sigue de cerca a los aliados encajados en el aparato oficial y, mantiene maniatada la orientación ideológica liberadora en las relaciones de producción.

Pretender cambiar una sociedad con flores en las manos, canciones aduladoras, lenguaje envalentonado y con un partido político circunstancial, es igual a pensar que Dios juega a los dados y que los curas católicos, son castos y no son pederastas consumados, con las mínimas excepciones del caso.

Ahí está la realidad, cruda, visible y retadora abofeteando al pueblo de la calle, al indio, al negro, al pobre e indigente, al profesional capaz, al artista que no cede en cambiar su obra por un cheque silenciador. La especulación es una epidemia descontrolada. La ineficacia se propaga como la verdolaga. El clientelismo es desaforado. La designación de incompetentes y lisonjeros en la administración pública, pareciera ser una obligación de Estado. Se fusionan organismos como si la malversación de fondos públicos y las otras plagas incrustada en las paredes mentales del funcionarato venezolano, fuera la Gran Solución para despegar hacia el país potencia.

Pero la otra “realidad”, la de ficción, la cosméticamente fabricada en Alta Definición (o HD, en inglés), es la que se ve en canales de Televisión “oficialistas”, películas y documentales que pretenden hacer creer que estamos en el país de las maravillas, con Alicia rodeada por los siete enanos. Piezas comunicacionales que salen a la luz porque fueron “considerados “(es decir, aprobados y financiados) por las juntas directivas de los “organismos competentes…

El 4 de Febrero del 92 se abrió un “boquete” al capitalismo nacional y, el imperio del Norte “sufrió” un pequeño susto. Luego, durante casi dos décadas y media, los grupos fascistas de derecha, los izquierdistas de coctel y whisky importado , los militares de la falsa discrecionalidad, así como los partidos parasitarios y en constante alquiler, han protagonizado momentos álgidos que mantienen la balanza del poder, relativamente negociado en partes iguales, por eso la burguesía se ríe y espera.

La discusión política, abierta, razonada y directa debe afincarse cada vez que uno que otro sector de la derecha oficial y la izquierda de “bluejean”, descalifican con frases destornilladas, sensibleras y arrogantes. Están en todas partes, metidos en cuanto ministerio se crea con siglas rítmicas. Hasta hace poco eran anónimos, uno más de la multitud, pero una buena “palanca” y audaz sentido del momento, los coloca justo donde quieren parecerse a los que se sienten ungidos. Llegan tarde y con un séquito que obedece cuando el jefe levantada la ceja.

Soy un convencido coherente que a mayor mediocridad intelectual, funcional y adulterina, mayor debe ser la obligación moral y política por construir y demostrar que una revolución verdadera jamás se desarrolla con el enemigo dentro de ella ni con camisas de fuerzas en la conciencia del pueblo. Los instrumentos de lucha están a la vista, son diversos, consistentes y efectivos. Así como el discurso debe ser consecuente, irrefutable, contundente al acoplar hechos y palabras en tiempo y espacio, en la misma dirección es obligante no dejar que las circunstancias minimicen el espíritu de lucha por la patria que soñamos y que, por ahora….está engatusada.

Hay que estar claro de que no es fácil vencer al enemigo visible pero no puede haber vacilación de que, más temprano que tarde, es inevitable derrotarlo. Tampoco resulta un juego de niños desenmascarar al enemigo invisible, el mutante y mercenario administrativo.

Cada vez apremia radicalizar la ofensiva de las ideas, de las acciones creativas, tácticas y estratégicas, de la formación continua y las decisiones temerarias tras la hazaña por liberarnos de una sociedad pestilente desde las entrañas.

Irónicamente los que denuncian y enfrentan al corrupto que va a las marchas y vota por la “Revolución”, el o la que llama delincuente de cuello blanco y rojo, con pruebas en la mano, a éste o aquel personaje encumbrado en las alturas del Poder, al militar de soles y estrellas que forma parte de las mafias de fronteras, a los que manejan dolosamente recursos de instituciones y empresas del Estado, siempre salen expulsados de los medios de comunicación gubernamental o del cargo que decentemente ejercen, fuera o dentro del país, pues resultan incómodos y no encajan en el “proceso…”.

Sumarse a la burocracia cínica y arrogante de los gobiernos del momento, es dar por perdido años enteros, siglos continuos, de dignidad defendida con y sin armas, detrás de las rejas y en el cuerpo a cuerpo contra enemigos peligrosos hasta cuando duermen. Nuestro país está marcado por el bendito petróleo, dirigencias insípidas, mujiquitas, grupos económicos privados y parasitarios, gobiernos insalubres moralmente y partidos políticos que no aguantan la rebeldía del pueblo.

Hacer Cine, Documentales, Radio, Televisión y cualquier otro medio de mensajes, diferentes al que imponen los gobiernos pasajeros, es un desafío que traspasa la escasez de recursos materiales, pero es un desafío que engrandece la moral y robustece la conciencia revolucionaria, de tal manera que, cada vez que un burócrata amenaza, golpea a la sombra, intimida o simplemente ordena suspender el apoyo a los colectivos o individualidades que no piensan con el estómago ni aplauden las florituras verbales, entonces, recordamos a Don Quijote cuando le respondió a Sanco Panza, quien le advertía que los perros estaban ladrando y el Hidalgo Caballero dijo:

-…señal de que cabalgamos.

*Colectivo Cultural Fronterizo Apureño

“BATALLA DEL CONGRIO”

*elmerninoconsultor@gmail.com


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Elmer Niño


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